jueves, 15 de enero de 2015

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 http://es.scribd.com/doc/99453161/Leviatan-Thomas-Hobbes-Version-impresa-Completo


El precio del valor.
La educación profesional y la mujer.




El Arte de Chingar
“El mexicano vive para chingar”
Introducción:
                       La vida se nos va en chingar, tantas anfibologías aunadas a esta palabra, tan común y usada frecuentemente en el vocabulario de nuestro gente, pero que cruda y violenta es en la práctica de la vida mexicana, palabra descarnada, maquiavélica e insensible cuando todo mexicano la sufre, el ser chingado, ya sea por el gobierno, por el patrón, por la familia, por el esposo (a), los padres, el maestro, la policía, el novio o la novia, el comerciante, el colega laboral, el trabajo, el vecino, la nuera, el yerno, la suegra o el suegro, etc., palabra que se adhiere a nuestro vocabulario con el sin sabor, con amargura, con tristeza, con el sufrimiento, con la impotencia de vernos sumergidos en un mundo hecho para defenderse y ofenderse ante los otros mexicanos. La palabra chingar en México representa lo mismo que el aristotelismo con respecto a la esclavitud, el maquiavelismo con respecto al poder, el Leviatán de Hobbes con respeto al Estado, la aniquilación de los valores nietzschiana, el ser-para sí de Sartre, es la manifestación humana racional de ver la vida ante los demás.
                  La idea surgió con la enfermedad de mi hija de 2 años de edad, normalmente en México si es que se está asegurado se le asigna una clínica del seguro social, y es en esa clínica que uno experimenta el tormento de esperar ser atendido, ahí entendí dos cosas: 1) el derechohabiente asiste a la clínica principalmente porque no tiene dinero para pagar un doctor particular ni los medicamentos, de esta manera chinga al gobierno y 2) los médicos que atienden en estas clínicas su trabajo es permanente hasta pensionarse, por lo que hagan bien o hagan mal su trabajo ya no los pueden correr, esta seguridad les hace pensar y actuar de este modo: “que se chinguen todos, yo ya asegure mi trabajo”. Es esta circunstancia la que se encuentra en una clínica del seguro social. Normalmente para pasar a una consulta de urgencia tardan de dos a cinco horas, atrapado en la sala de espera con mi hija quejándose de su malestar, veía que paseaban los médicos de un lado a otro, viendo a mi hija con indiferencia ante su llanto, nadie, ni un medico se detuvo a preguntar o valorar el grado de la enfermedad hasta que se le diera el turno pertinente, en esa estancia no era mi hija la única, había varios niños enfermos, los llantos, quejidos, sollozos y lamentos invadían la sala de espera, dos señoras quejándose del mal servicio, un mujer llorando del dolor, una anciana mirando a la recepcionista con impaciencia y una recepcionista indiferente y fría al vernos a todos en esa sala de espera, la situación era crítica, sin embargo todos debíamos esperar nuestro turno, mi llegada a esa clínica fue a las 4 de la tarde y atendieron a mi hija a la 9 de la noche, con cierta molestia veía y explicaba al médico la situación de la enfermedad, mi hija ya cansada y harta de estar ahí quería irse a su casa, después de esa espantosa espera, estaba lloviendo (ya se parece que ese día no fue mi día, solo faltaba pisara popo de perro) cargando a mi hija caminando hasta tomar el autobús que nos dejara en la casa intentaba atajarme de la lluvia por la marquesina de las casas, pero las personas al verme cargando a mi hija preferían atajarse ellas y dejarnos fuera de la marquesina hasta mojarnos, este contexto me dio la idea ¿Por qué somos así? ¿Qué es lo que nos impulsa a actuar de esa manera? ¿Cómo es que podemos aprender a vivir así? Esto basto para indagar seria y profundamente en nuestro entorno cultural, social, educativo, psicológico y político para dar respuesta a estas preguntas.
La idea del que el mexicano vive para chingar surge desde un tiempo arcano inherente a la raíz de todos los males de nuestra sociedad, males que hacen pensar que quien vive en México aprende a cuidarse de los mexicanos, pero ¿En dónde radica el mal del mexicano? ¿De su educación? ¿De su historia? ¿De su psicología? Y ¿Por qué la palabra chingar manifiesta la clara visión que tiene del mundo el mexicano?La holgazanería, flojera, el ser comodino, mediocre, abusivo, la grilla, el robo, el machismo, cinismo, la infidelidad, hipocresía, crueldad, mentalidad predadora de los más débiles abundan en nuestra sociedad, todo esto debe tener una causa, un principio, una razón de ser, que al parecer pasa desapercibido, tan común y cotidiana que ya no es mal, es una cualidad esencial de nuestra cultura a la cual debemos adaptarnos, vivir con ella, coquetear, rozar, dialogar, abrazar y besar cuando nos conviene y repudiarla cuando nos afecta. Parece ser que ya nadie cuestiona esto, ya se ha resignado a vivir así, a ser chingado y a chingar, a ¿Quién? A quien se deje. Es increíble como se acostumbra a la palabra chingar, a decir expresiones como: está bien chingado, cuando alguien carece, padece pobreza, miseria o se le ve con lastima o cínicamente se le ve con burla. Cuando se va a trabajar, se dice: hay que chingarle o voy a la chinga, al patrón hay que estafarlo, o hacerle creer que se trabaja, de ahí la famosa frase popular “hago como que trabajo y tú haces como que me pagas”, la segunda es más directa “la chinga” significa ir a sufrir, padecer en el trabajo, el maltrato, el desprecio, la grilla, a ganarse por medio de soportar ese trato el pan y sustento de cada día (No me quiero adelantar a explicar algunas de estas significaciones, pero son algún ejemplo de lo que voy ir explicando). Esta palabra no solo afecta a nivel lingüístico sino a nivel social, moral, ético, (¡y que decir a nivel político!) en la práctica diaria mexicana se vive y sufre esta noción, de esta manera surge la idea de analizar, denunciar el abuso de esta categoría como práctica de vida y anunciar una solución, una vía, una esperanza.
La esclavitud más cruel no es la que se propicia por armas, violencia o amenazas sino la que se propicia en la mente, esclavizado mentalmente es casi como morir, como estar sin salida, atrapado en un sin sentido, en un absurdo homicida que susurra de la manera más dulce y hermosa que el suicidio es la solución, y los que se aferran a la vida como aquel que da patadas de ahogado, lo único que piensa es sobrevivir, y sobrevivir como una categoría infame que acepta la vida en la más cruda de las condiciones, una infravida, es por eso que lo único que nos salva de ser unas bestias asesinándonos unos a otros es la razón, más allá del fanatismo, moralismo, nacionalismo, una opción de vida racional, siempre se puede elegir, es por eso que las armas más peligrosas no son las bombas nucleares o los tanques de guerra, sino la pluma y el papel, enseñar a pensar, pero sobre todo a preguntar, a tener curiosidad sin morbo por querer cambiar, y cuando estemos como queramos poder mejorar atrapados en el buen sentido de la palabra en una dialéctica de perfeccionamiento. Es muy común en México escuchar decir que la educación es un arma ¿un arma para qué? ¿para defenderte de quién? Parece ser que de todos, todos los que me rodean son enemigos y la educación es el medio para defenderte de ellos, para no ser chingado y poder chingar, en efecto, voy a intentar vislumbrar desde donde se deslinda este pensamiento cultural mexicano.


¿Qué es Chingar?

Al finalizar de investigar esto descubrí que en el cielo de México,
No hay dios, y que en su infierno no hay demonios,
Está repleto de santos.
Todos los mexicanos desde nuestras primeras palabras casi viene inmerso este vocablo chingar, palabra violenta que desgarra nuestros buenos modales y corroe las buenas costumbres, los niños la expresan con picardía y euforia, y los adultos con ira y odio, palabra siempre prohibida pero que saca a relucir los verdaderos sentimientos. Todos la pronuncian más no todos saben lo que significa, los más pobres y rezagados académicamente la conocen en la vida más nunca la reflexionan, y los que la reflexionan se dan cuenta de tanto mal y la excluyen de su vocabulario, aunque siempre y en ciertos momentos la llegan a decir esbozando perfectamente sus sentimientos, tal parece que en varios sitios de américa latina se ocupa, pero eso en este momento no me compete, de lo que me compete es explicar esta palabra y su sentido en México, si bien es cierto la mentalidad popular mexicana es sometida, enclaustrada, cerrada, frustrada, violenta, agresiva consigo misma, domesticada, traumada por un sentimiento de inferioridad, siempre admirada por lo que hacen los demás (malinchismo), fácil de convencer, viciosa, poco critica, pasiva, temerosa, alienada, la cultura y la pedagogía oculta en México ha dicho que no podemos crear, innovar, formar, que senació para trabajar, para ser mandados, sometidos, para no ser productivos, para que elijan por nosotros y son muy pocos los que no escuchan esta voz y se atreven a arriesgar, a cambiar, a romper cadenas, ante todo esto, algunos filósofos y pensadores mexicanos ya habían detectado este malestar social y cultural, el primero en sacar a relucir un poco de estos traumas nacionales fue Samuel Ramos en su libro “Psicoanálisis del mexicano” que dio a relucir bastantes traumas heredados de malas administraciones políticas, dictaduras, conquistas, violaciones, a lo cual el mexicano se quedó estupefacto, tembloroso y temeroso ante el poderoso conquistador, y opto por resignarse y someterse, viendo a los conquistadores como todopoderosos, superiores en rasgos físicos como mentales, con ideas, innovaciones, con poder, casi como semidioses, a lo cual el antiguo mexicano eligió someterse, anhelar ser como el patrón, y despreciarse como raza inferior, desarrollándose síntomas anárquicos hacia el mismo, creando mecanismos de defensa como el machismo y la parodia sarcástica de sí mismo (El mexicano ve su pobreza, miseria, ignorancia con picardía, con gracia, no se angustia en sentirse mal, prefiere verse con humor), la historia del chingar viene marcada con agresividad, violencia tal que asustaba y escarmentaba al más estoico pensador occidental, pensamientos tales que plasmo muy bien Octavio paz en su libro “Laberinto de la soledad”, el antiguo mexicano estaba acostumbrado a hacer y a recibir las cosas por esfuerzo, por honor, hasta incluso al morir tenía que hacerse merecedor de llegar a Mictlán-Ometeotl, el lugar de descanso de los muertos, por una larga travesía tenía que eludir descarnados obstáculos para llegar a descansar en paz, el conquistador tomo por la fuerza sin mérito alguno, robo, violo, mutilo y menoscabo cuanto ambicionó, es lo que designaría en una primera perspectiva histórica “chingo” a los antiguos pobladores de américa, esta historia, aunque los libros de texto de primaria y secundaria nos la pinte de decorosa y buena, no necesitamos leerla, la llevamos puesta todos los días, como un tatuaje de los reos judíos deAuschwitz, herida que hasta la fecha parece ser que ha cicatrizado ficticiamente, pero en el fondo no se ha encontrado la cura para tal llaga, en este contexto se puede decir que es un pueblo acostumbrado a ser conquistado, a ser dictaminado, gobernado, dócil a la palabra del conquistador, con la mirada abajo, menospreciado, recriminado psicológicamente a sentirse nada comparado con otros, feo, traumado. Todo esto favoreció históricamente a tener un pueblo domesticado, a ser violentado sin oponer resistencia, a tener una mentalidad de sometimiento, que siempre se le ha dicho que no es nada, se doblega ante un patrón, ante el Señor, ante el dueño, sometido hasta en su forma de hablar y vivir, aceptando las miserias que se le dé, pues, incluso piensa que no es merecedor de nada, moral de esclavo es la que se tiene, acostumbrado a ser mandado, ordenado, a no tomar decisiones por el mismo, por el temor a errar, el Patrón tiene la razón, esto provoca una bipolaridad en un sentido de hipocresía, ante el patrón se muestra dócil y obediente, y ante sus semejantes envidia y recelo, temor de que el otro pueda caer en la gracia del Patrón, sus relaciones con sus semejantes se muestran cautelosas “tierra de hipocresía” pues, las injurias, difamaciones y chismes son potencialidades de ser despedido del trabajo, en el fondo surge una necesidad de caer en la gracia del patrón, para sentirse querido, apreciado, estimado, reconocido por aquel que tiene el poder, la riqueza, la capacidad de someter y aniquilar, el querer sentirse protegido, como el padre que cuida del hijo (en este caso sería el perro, pero al fin y al cabo “protegido”). Moral de esclavo siempre frustrado, siempre ávido para lambisconear aprecio del Amo, esto desglosa una actitud anárquica con sus semejantes, pues es con ellos que se atreve a ser como realmente es, ya sea agresivo, ya sea alegre, ya sea que se desquite con sus semejantes todo lo que le hacen sufrir o ya sea que demuestre toda su capacidad de amar que le hacen suprimir. Todo esto divide el país en dos sectores sociales: esclavos y amos, las masas mexicanas están acostumbradas a ser dóciles al amo, a someterse, a no cuestionar, a obedecer, no saben lo que es ser libre, es más, le tienen miedo a la libertad. Esta historia arremete en contra del mexicano todo su dolor, le recuerda quién es y cómo es, de dónde ha salido y hacia dónde va, pocas mentes mexicanas se resisten a esta historia, pocos son aquellos mexicanos que luchan contra estas arbitrariedades.
La palabra chingar en el esbozo de Octavio Paz se deriva de la historia violentada de Doña Marina alias “La Malinche” una mujer tomada por Hernán Cortes como su lengua (traductora) o por qué no decirlo descarnadamente: su prostituta privada cada vez que tenía ganas de quitarse la calentura, una mujer usada, manipulada, amenazada, despojada de su dignidad, humillada, violada, engañada, sufrida, ultrajada, traicionada, atormentada (aunque muchos historiadores de la Malinche la defiendan era la prostituta de Cortes),  está mujer en la historia forma parte de una primera traición a la raza, es como algunos la explicaban, “la Eva mexicana”, símbolo del desprecio de su gente, del odio, repulsión y asco de sus semejantes, símbolo de la fascinación por los extranjeros y repugnancia de los suyos, símbolo de la traición, de ahí que malinchismo, sea como la etimología lo desglosa: Todo lo que rodea a Malinche, todos esos calificativos grotescos y despectivos en los que la historia la escribió. Se puede decir en una segunda noción que la Malinche se la <<chingaron>> y al mismo tiempo<<chingo>> a su pueblo.
Todo esto nos demuestra el gran bagaje simbólico de esta palabra, que cuando se transforma en verbo, es el verbo más agresivo que se puede conocer en nuestro léxico, con sus diferentes anfibologías, verbo que desde la tradición bíblica diríamos que es el verbo del demonio, diríamos que la palabra chingar es homicida desde un principio, maligno, cruel, asesino, que hace del mundo mexicano una selva, no hay compasión en este verbo ni piedad, la vida para el mexicano es una oportunidad de chingar o de ser chingado, una oportunidad de humillar o de ser humillado, de hacer fracasar a otro o que te hagan fracasar, de violentar o de ser violentado, no hay valores que rijan a este verbo, siempre interesado en su beneficio sin importar como se haga para lograr comodidad, entonces chingar es: hacer violencia con el otro, penetrar en su persona por la fuerza sin su consentimiento, es traspasar al otro brutalmente y descarnadamente para doblegarlo, someterlo, forzarlo, humillarlo, matarlo, enseñarle quien manda alotro para alcanzar un fin, es el olvido y al mismo tiempo destrucción de todos los valores, aquí no cabe el humanismo, ni la dignidad y mucho menos el amor, es el odio repulsivo y total hacia el otro para herirlo, asesinarlo pero a diferencia del homicida, éste mata con un fin: lograr la comodidad, el poder, superioridad, incluso la felicidad. Esta definición nos traerá el sentimiento de cada conjugación en cada tiempo de este verbo, chingar se ha vuelto una costumbre, una cultura que da sus perversos frutos, <<chingarnos unos a otros como otros nos ha chingado>>.
Este sentimiento tiene una raíz psicológicamente demostrable y racional, es un mecanismo de defensa, así como la violencia es el último recurso del incompetente[1], de esa misma manera chingar es el último recurso del acomplejado de inferioridad, este complejo hace que se quiera destacar a costa de lo que sea, se destaque en el deporte, en un trabajo, en un juego, etc., es la competencia de ver quién es el más “chingón”, y competencia no por mejorar o sobresalir, sino en el mal sentido de la palabra competencia por demostrar quién es el que sabe chingar más y mejor, y esto nuestra cultura lo respeta, lo admira, lo anhela, lo desea, tiene mérito, aquel que sabe conseguir lo que quiere no importando los medios para obtenerlo, desde seducir a una mujer hasta tramitar una ilegalidad, no importa lo que se haga siempre y cuando se logre el fin, engañar, robar, utilizar, prometer, estafar, sobornar, lambisconear, hacer una amistad, es la vida de lo que comúnmente  se llama “chingón” esta derivación del verbo homicida designa aquel: que es bueno violentando a los otros, es una persona con mañas, tretas, habilidades, destrezas, astucias, malicias, atropellos para vivir a costa de los demás, el mundo del mexicano se va en chingar, este malestar de inferioridad que se encarna en un chingón que es la representación menoscaba del machismo: “sentimiento amargo de alegría, dulce estupor de cruel felicidad, amarga sensación de ser alguien en esta vida, satisfacción irónica dolorosa de humillar a sus semejantes vulnerables, desde la mujer golpeada, humillada, usada y violada hasta los hijos abandonados, golpeados, traumados por un padre alcohólico, drogadicto, adultero, violento, agresivo, infiel. Un Chingón en nuestra concepción machista es aquella persona que es buena haciendo lo malo: golpeando, alcoholizándose, robando, timando, estafando, engañando, adulterando, es aquel que somete por la violencia a la esposa, tanto que ésta le permita tener amantes e incluso hijos fuera de la unión conyugal, y aun así la esposa lo perdone y lo ame, eso es la manifestación cruda y real de un chingón en México. Surge de esta manera la contraparte de un chingón es un pendejo, es la manifestación de aquel que no es ávido para salirse con la suya, estúpido para hacer el mal, no sabe mentir, embaucar, convencer, robar, ser infiel, es aquel que paga las consecuencias de ser incompetente chingando, es la victima del chingón.
Machismo más allá de un sentimiento de hombría, es la manifestación de debilidad encubierta, es el odio encolerizado de ver el triunfo y éxito de los demás, disfrazándolo de indiferencia y engriéndose de ser muy hombre, es el recelo envidioso de ver ganar a los demás, encubriendo esa envidia en hombría, “No somos buenos en ciencia, tecnología, arte, deportes, pero somos muy hombres, muy machos”[2] .El mundo mexicano está hecho por hombres, la mujer en el mundo mexicano (así como Aristóteles) esta consideraba semejante a un animal doméstico, muy bien lo esboza Sor Juana Inés de la Cruz cuando escribe:
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?

Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
El machismo tiene como objeto de violencia a la mujer, a la hembra, a la débil, vulnerable, pasiva, potencialidad de recibir mal, humillada, vejada, la mujer en el machismo es objeto de manipulación, de uso, de utilización, de satisfacción, de servidumbre, siempre vulnerable, objeto de seducción, de lujuria, de placer, cosificación real de uso y desuso, siempre reprimida, doblegada, el principal objeto para chingar es la mujer, el chingón pone sus ojos concretamente en la mujer, mujer símbolo de la chingada, símbolo de padecer el mal y portar el mal, símbolo de potencialidad perenne de sufrimiento, la mujer entra en este infernal verbo cuando es humillada por el varón, por macho, de ahí que la seducción en nuestro país no sea símbolo de romanticismo, más bien símbolo de engaño, de violación, de atropello, chingar a una mujer significa haber abusado de ella, haberse burlado de ella, poseerla al grado de casi violarla, haber mentido, prometido con la única finalidad de gozar de su cuerpo, disfrutar de sus placeres y sus caricias, irrumpir en su cuerpo sin amarla, penetrarla sin desearla, esto refleja amargo enorgullecimiento del hombre, cruel satisfacción y una risa sátira y cínica llena de grotesca felicidad, vanagloria cruel de haber amancillado a una mujer. Chingada se refiere directamente a esa pasividad y potencialidad de padecer, burlada por la fuerza, sufrir violaciones en su persona, de esta manera se estructura la idea de debilidad, la mujer porta el fruto de una intromisión voluntariosa y depredadora, en una sujeción involuntaria a un engendro que el varón (macho) nunca deseo, un hijo de la chingada es un hijo de una violación, de una seducción mezquina y maligna que se gozaba en hacer sufrir y engañar a la chingada. Una mujer en México aunque se enamore y voluntariamente se entregue a un varón, este se la chinga. Irónica circunstancia romántica que disfraza la intención del amor, la mujer siempre está a la espera, aguardando cautelosamente, es la recibe, la que toma, la que padece, la que aunque no lo quiera va a ser chingada. La mujer es tan menospreciada que el vocabulario así lo demuestra, la madre es lo golpeado, lo vulnerable, lo violentado, cuando se expresa: ¡esta de la madre! Horrible, asqueroso, mal hecho, o cuando alguien quiere amenazar con golpearlo se expresa: ¡te voy a dar en tu madre! (o en toda tu madre), cuando alguien ofende se expresa airosamente: ¡tu madre! cuando alguien esta hastiado de ser molestado, fastidiado de ser irrumpido se expresa brutalmente: ¡Chinga a tu madre! A veces da la impresión de que la mujer en la cosmovisión mexicana no vale nada.
El machismo en el mexicano es poder, autoridad, omnipotencia ante los demás, todos deben reconocer su hombría a base de fuerza, de violencia absurda y sin sentido, desde golpear a una mujer, a pegar a sus hijos hasta matar a quien lo ofenda, estas aptitudes son muy comunes en el pueblo mexicano, la plebe, el vulgo mexicano, alcohol, cantinas, bares, prostitutas, drogas, violencia intrafamiliar, infidelidad, adulterios, madres solteras, cosas que abundan en este estrato social, ¿Quién es el más macho? ¿Quién es el más hombre? Es el que toma más alcohol sin emborracharse, el que se mete con más mujeres, el que es un desobligado y se gasta todo en los bares, el que tiene hijos con distintas mujeres, el que sabe pelear y es más golpeador, este macho mexicano anda por la vida hiriendo, violando, humillando, golpeando, alienado en su bravura esboza una risa demoniaca, irresponsable y desobligado ante sus hijos y su amantes, perdido en su poder ficticio se vuelve estúpido y no responde ni por su familia y mucho menos por la sociedad, aportando más a la miseria, pobreza, odio y al rencor, que a su sociedad y cultura, retorcida mascara de falso poder y prestigio ante una sociedad que lo aborrece, el falso poder de sentirse rey siendo un pordiosero.
Esta alienación del machismo y chingar a sus semejantes (el pueblo chinga al pueblo, el pueblo matando al pueblo) deja un siniestro sabor, un panorama lleno de dudas e incertidumbres, el machismo se vuelve pues un desprecio a sí mismo y a su realidad viviendo una realidad ficticia de poder y seguridad, tal parece que el pueblo mexicano anda con un niño abandonado por sus padres buscando afecto y reconocimiento de lo que nunca pudo ser, buscando un regazo, un consuelo, un poco de sosiego, un poco de aceptación, alguien que lo acepte tal y como es, sin seguir fingiendo dureza, fuerza, grandeza a base de un dolor, una máscara que oculte sus flaquezas sin seguir engrandeciéndose ficticiamente a base del reconocimiento de los chingados, chingar a sus semejantes para querer sentirse reconocido, sentirse alguien, inmerso en un pueblo sufrido que lleva en sus cicatrices la humillación, la tortura, la denigración, la explotación, la opresión de una historia que lo obliga y empuja a alienarse en falsos sentimientos de grandeza, y que no hace otra cosa más, que lo que le han enseñado “chingar”.
El mundo se compone de contrarios, bueno y malo, bonito y feo, justo e injusto, ser y no ser. El mundo mexicano se compone en dos partes: chingados y chingones (los que chingan), opresores y oprimidos, esclavos y amos, siempre la parte vulnerable es la chingada, la mermada, aplastada, esto crea una psicosis y estigmas sociales. La sociedad mexicana se rige en dos: Ricos (poder de chingar) y pobres (potencialidad de ser chingados), el rico tiene un sentimiento de poder divino, de seguridad ante sus semejantes de imposición de respeto ante los pobres, (es curioso analizar la psique mexicana, pues los ricos en México no son mexicanos, son extranjeros, y el mexicano no acepta a otro mexicano por encima de él, y le da primacía al extranjero, de tal magnitud es ésta psique, que todos los extranjeros ricos que entran al país quedan asombrados de la capacidad de servidumbre y sometimiento hacia sus personas, es por eso, que no les es muy difícil hacer riqueza en México, el mexicano gusta y está acostumbrado a servir al extranjero) es decir, el mexicano acepta ser chingado por otro que no sea un semejante a él, esta mentalidad repulsiva hacia sí mismo, hace que nunca pueda acabar de permear esta batalla con los fantasmas de la herencia histórica y social que lo ha formado y que le ha dado las armas para defenderse ante sus prójimos, su raza, su gente, su sangre, pero lo deja imposibilitado para defenderse ante el que viene de fuera. Mentalidad sometida y servicial, mentalidad de esclavo que no deja de sangrarse a sí mismo en los suyos, como si fuera una autoflagelación, es decir, unaagresión violenta y destructiva hacia sí mismos, utilizada en momentos de frustración, angustia, perdida creando así la solución determinada  para encontrar alivio ante los problemas propios de la psique mexicana. Este conflicto interno lleva siglos con nosotros, y ya nadie se atreve a cambiarlo, pareciera que es mejor aceptarlo. La mentalidad de esclavo, mentalidad servicial es muy común en el pueblo de México, esto nulifica la capacidad de inventiva, iniciativa o innovación, cierra la posibilidad de pensar y de ser libre, con el temor a errar o a la exclusión social se deja arrastrar por la corrientes de moda, aceptando y copiando de manera defectuosa las tendencias vanguardistas, ante un pueblo servicial, esclavo y aunado a eso ¡no piensa! Queda a merced de cualquier embaucador que venga al país. Esto es en mi definición la manera más colosal de la palabra chingar.

Chingar: ¿herencia europea?


La occidentalización y su historia, no es otra que una historia que se escribió con sangre inocente, sangre humana, violaciones, esclavitud, brutalidad, este es el precio de lo que hoy llamamos civilización. El occidente cuna de la racionalidad, de la cultura y hoy paradigma indiscutible de lo que debe ser una ciudad, pináculo de la humanidad, carece de herramientas para entenderse, interpretarse y guiarse, a lo cual Nietzsche acertó cuando escribió “Nosotros los que conocemos nos desconocemos a nosotros mismos”, ahora bien, la cuestión es ¿chingar es una esencialidad del mexicano o fue heredada? Es decir, ¿ya existía en el mundo occidental, los europeos estaban acostumbrados a ella y sólo que se puso en práctica en el nuevo mundo con saña, alevosía y ventaja? La cuestión lleva a indagar seriamente en el pensamiento ético y político de la historia occidental, en los grandes tratados de la convivencia humana, ahora bien, ¿chingar es una invención mexicana?
El coloquio maquiavélico repleto de crudeza y crueldad, revela de una manera central la idea antropológica que rige el sistema occidental. La expresión de Maquiavelo descarnada por su radical brutalidad al afirmar categorías fundamentales para la política, expresión cruda que es guiada por la crudeza de la vida misma, el hombre según Maquiavelo es  perverso, cruel, traicionero, pero sobretodo interesado. El poder símbolo de autoridad los hombres lo respetan pero una vez que se esté perdiendo poder, los hombres como aves de rapiña desmembrarán la vulnerabilidad del poderoso, de ahí sus máximas más famosas “Es más seguro ser temido que amado” y dice seguro por su inferencia de la rapacidad humana, hacer violencia en el otro es necesario para tener seguridad ante la vida. La crueldad (si podríamos llamarla así) de Maquiavelo reside en sus consejos para mantener el poder político del príncipe en palabras mexicanas ¿Cómo chingar al pueblo para mantener hegemonía? Aconseja con una malicia que podría decirse que es irreal, pero que hablando con la verdad es efectiva y viva hasta nuestros días, divide, dispersa y empobrece palabras tan actuales en nuestra política, ya que el pueblo disperso y pobre no hace daño, y es increíble lo que agrega “los hombres de las ofensas pequeñas se vengan, de las grandes no pueden” a los hombres no se les trata bien se les aplasta, de tal suerte que el otro es mi enemigo, enemista milenaria

Chingar es una elección


Como todo en la vida, chingar es una elección personal, propia y humana, chingar es sólo para el que quiere, la naturaleza humana siempre tan imprescindible, inesperada e incierta, se muestra como radical incertidumbre de nuestros actos, el humano siempre se encuentra presto a elegir como llevar su vida, ningún hombre está determinado a nada que él no quiera, el destino no existe, la predeterminación a la vida humana es una falacia, “no hay hombres malos, hay hombres que eligen ser malos”, nadie esta coaccionado a hacer algo que él no quiera, él puede decidir matar, robar, violar, no creer, no esperar, no amar, aunque las circunstancias impliquen y orillen a hacer cosas malas, incluso ahí se puede decidir, un ladrón no se hace por que se le obligue, un ladrón se hace porque él quiere, por gusto, por placer, por voluntad. El mundo como voluntad, voluntad de querer, voluntad de poder, el hombre se crea y se reinventa así mismo, no se puede actuar sin elegir, aunque no se piense lo que se hace, ni se sea consciente de las consecuencias que se van a obtener. Las costumbres humana son elegibles, el hombre es el único ser que teniendo hambre puede elegir no comer y teniendo sed puede elegir no beber, en efecto, los hombres que justifican sus actos culpando a otros, no son hombres libres, pues, la libertad no tiene ataduras, ni peso que no lo deje liberarse, el hombre tiene esa capacidad crítica de cuestionar sus tradiciones, su cultura y su vida, ¿realmente vivo como quiero vivir o soy presa de lo que la cultura me ha demarcado? Algo fascinante en el hombre es esa capacidad de doblegar sus apetencias, ir incluso en contra de la propia naturaleza, cambia sus costumbres y las mejora (o empeora), el escribe su vida, sus decisiones, su forma de llevarla, sus consecuencias, sus virtudes y sus vicios, elige compararse, someterse, revelarse, humillarse, levantarse, quedarse en el camino, ver como triunfan los otros o triunfar, envidiar o trabajar, frustrarse o realizarse, cambiar o seguir igual, superarse o limitarse, los limites son los que el hombre se ponga, la limitación mental es la única limitación, y pensar que el mundo lo obliga a ser como el mundo quiere, es una equivocación, transformar el mundo o dejarlo igual o peor, heredar miseria y pobreza o heredar grandeza y riqueza, vivir miserablemente o vivir felizmente. Alguna vez un futbolista en su retiro le preguntaban: ¿Cuál fue tu verdadera intención al jugar futbol? A lo cual él respondió: Nunca he pretendido ser mejor que nadie, simplemente quería ser bueno. La libertad es lo que nos hace humanos, ningún ser en la tierra responde por sus actos más que el hombre, a lo cual alguna vez se le pregunto a un líder guerrillero: ¿luchar los hace más libres? Si los hace más libres no lo sé, sólo sé que los hace más hombres. Un hombre para ser verdaderamente hombre debe saberse libre y actuar como si lo fuera, en efecto, los hombres libres que viven expensos a sus propias decisiones, ideales, metas, sueños y a sus propias consecuencias, cargando los efectos de sus elecciones, no las consecuencias y efectos de otros. La libertad es algo inigualable, un regalo que se le da únicamente al hombre, y sólo él es dueño de hacer lo que se le plazca.
Libertad y responsabilidad, no puede haber libertad sin responsabilidad, de ahí que la famosa frase “el que obedece nunca se equivoca” es una aberración humana, nadie puede justificar sus actos por órdenes, cada quien rinde cuentas de sus elecciones, cada quien es responsable de sus actos, una verdadera libertad es responsable, no se puede decir, hago tal o cual cosa y no acepto sus consecuencias, las personas que actúan por órdenes cargan consecuencias que no son suyas sino del que ordeno, la elección humana es racional, que acepta  







[1] Isaac Asimo
[2] Expresión muy reitera de Samuel Ramos