lunes, 24 de junio de 2013

“LA REVOLUCIÓN DE LOS DIOSES”

“LA REVOLUCIÓN DE LOS DIOSES”

Índice

Nota preeliminar………………..……………..…………...………………..……..……1


Prólogo…….………...........……………………....……..……………...……….….……5

Presentación de la edición………………………....……………………….….………..7


1. La búsqueda de una nueva ética: superación del Ser….........…………………….......9




2. El origen de la ética y su urgencia en el sentido posmoderno……...........……...…...19


2.1 Atenas: La ética Helénica…................................................................................................19


2.2. Jerusalén: Ética semita….…...........................................................………..........…..…29


2.3 La antropología y ética judeo-cristiana…………………………...….….....…...…38


3.  La necesidad humana de un dios y una religión: Dinero y razón...............................54


4. La apertura a una nueva ética………................................................….........……...….72



Bibliografía.......……………………………...……………...……….……………….83
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Nota preeliminar:
Las circunstancias que dieron origen a éste ensayo, no fue la vanidad de escribir y vanagloriarse de erudición, ni fue el deseo de emprender una tarea fútil sin esperanza alguna, tampoco anhela ésta lectura despertar sentimientos melancólicos, románticos u apabullantes, sino la verdadera circunstancia que propicio emprender ésta tarea fue la preocupación de vivir y experimentar una humanidad que esta al borde de la autoaniquilación, el odio y repulsión que se manifiesta en la humanidad es la epifanía de un odio del hombre por el otro hombre, tan rapaz y depredador que no muestra misericordia o piedad a nadie, no se escapa de él: ni el niño ni el anciano ni la mujer en cinta –no hay piedad para nadie-, todo esto tiene un fundamento teórico que desglosa una ética homicida, capaz de justificar las aberraciones más viles y grotescas, en un mundo que odia la vida y que se odia a si mismo.
¿Qué pasa con la ética? ¿Tendrá un sentido verdadero en nuestros días? y si es así, ¿Cuál es? Todo me obligó a investigar, indagar, pero sobre todo me obligo a creer; creer que un mundo ideal es posible, Utopía le llama Tomas Moro o la Ciudad del Sol como Campanella o la Ciudad de Dios como le acuña San Agustín, la búsqueda de un lugar mejor es el fundamento de toda esperanza. El mundo vive desesperanzado, frustrado, resignado, nihilista y se refugia en el pragmatismo, ante todo esto, cabe decir: la ética no existe, quien quiera fundamentar o proponer una ética desde la racionalidad vigente de occidente “Labra la mar”, la razón se ha embotado, aquella cualidad apreciada en la antigüedad, adorada en la modernidad, la razón como afirmación de la humanidad ha enloquecido, se ha vuelto irracional lo que hoy se afirma como racional, y los pocos descubridores de esta locura no se pueden callar, desde Miguel de Cervantes con su Quijote de la Mancha, Nietzsche y su Humano demasiado humano, Marx y el capital, ya anteriormente se rastrean vestigios sobretodo en Platón, autores afamados por no dejar de denunciar las injusticias, inconsistencias e irregularidades del sistema racional establecido.
La locura evidentemente manifestada con todos lo homicidios, genocidios, y suicidios justificados racionalmente, pero ¿Por qué se justifica? medios de autodestrucción son alentados -las adicciones son muestra de esta locura-, vicios deplorables pero fomentados: Droga, alcohol, sexo, etc., la denuncia es clara, pero, ahora surge otro problema ¿con que palabras denunciar y como expresarlas? pero sobre todo ¿desde dónde fundamentar argumentaciones?, que tradición nos puede ayudar, en efecto, queda claro que la tradición occidental está corrompida, viciada, pervertida, le llama bueno a lo malo y malo a lo bueno, desde dónde vendrá un auxilio. Estas preguntas me guiaban a dos tradiciones originarias: Atenas y Jerusalén, desde las cuales surgen dos humanismos y éticas primigenias, y de ellas -con el tiempo- surgen todas las demás éticas conocidas, era necesario conocer las dos tradiciones, sumergirse en ellas, beber de su sabiduría y denunciar sus inconsistencias que originaron la perversión del hombre de hoy, ¿Qué pasa con Atenas y Jerusalén?, la tarea es enriquecer a la tradición occidental nacida en Grecia con la sabiduría semita “Jerusalén”, paralelamente ir derrumbando los presupuestos que son catalizadores de la destrucción del hombre occidental moderno, globalizado, capitalista, cibernético y tecnológico, y al mismo tiempo insertar categorías semitas, esbozarlas, estudiarlas, criticarlas y por ultimo insertarlas al sistema teórico regente como postulados que propongan el paradigma ético universal, categorías que son imposibles de pensar para el occidente, pero que en su resonancia fractura el Ser occidental “La totalidad” lo supera y abre un universo teórico nuevo sin limitantes, esperando a ser comprendido, en efecto, la conclusiones aquí plasmadas, son victimas potenciales de criticas –eso es lo que espero- de lo contrario no haría el efecto que yo espero encontrar, y dar a conocer.
Amable lector las líneas de este ensayo fueron escritas con suma diligencia teórica, esperando que se logre sentir intrigado, motivado, y en algunos momentos confundido, pero que esa confusión sea motivo de esfuerzo por entender lo que aquí tiene en sus manos, a veces es pesada la lectura –dado el tecnicismo filosófico utilizado- se torna tediosa, precisamente para los neófitos en la materia, y para los conocedores; espero y les ayude, de manera, que no le tengan miedo al fracaso, a la burla, pues, antes las hostiles circunstancias en las que nos encontramos lo ultimo que importa es la humillación, en efecto, es digno de toda compasión –aquel que sabiendo, calla, y de aquel que no sabiendo no se esmera por saber-, por ultimo; es de crucial importancia para mi explicar; que es necesario dar razón de nuestra fe, pues en la espera gozosa y confiada, de lo que sabemos, de lo que se nos ha trasmitido, todo esto es razón de vida –de nuestra vida y razón de nuestra muerte-. 


Para mi esposa Gabriela, que soporto conmigo las dificultes
que les hice padecer al emprender este trabajo.
Y a mi hija Maria Miserere, que con su existencia ha llenado
mi vida de esperanza y a la cual espero heredarle un mundo mejor.

Orizaba, Veracruz a 17 de Mayo del 2010













Prólogo
El problema del auténtico contenido y sentido de la ética está hoy, mucho más que en tiempos pasados, rodeado de incertidumbre. Quien ha seguido el movimiento ético de las últimas décadas y no pertenece al grupo de quienes, sin reflexionar, creen sin reparo que lo nuevo de todas las épocas es siempre lo mejor.
La razón instrumental, termino acuñado por los ilustrados franceses, propone que la razón es una herramienta, la más valiosa del hombre, no sólo es capaz de comprender y descubrir sino que es capaz de justificar todo acto humano: la guerra, el homicidio, etc., y más actualmente: la homosexualidad, el aborto, la eutanasia, el pansexualismo, es decir, la razón está al servicio del sujeto y sus apetencias, -no existe la verdad, sino las apetencias del sujeto racionalmente justificadas-  en este contexto, todo es posible, empero, quien intente hoy día hablar del problema de la ética a los hombres que ni por vocación ni por convicción se hallan dentro de la temática, notará al punto la ardua dificultad de tal empresa. Probablemente tendrá en seguida la impresión de que su situación ha sido descrita con bastante acierto en la conocida narración parabólica de Kierkegaard sobre el payaso de la aldea en llamas, narración que Harvey Cox ha resumido brevemente en su libro La ciudad secular. El relato cuenta cómo un circo de Dinamarca fue presa de las llamas. El director del circo envió a un payaso, que ya estaba preparado para actuar, a la aldea vecina para pedir auxilio, ya que existía el peligro de que las llamas se extendiesen incluso hasta la aldea, arrastrando a su paso los campos secos y toda la cosecha. El payaso corrió a la aldea y pidió a sus habitantes que fuesen con la mayor urgencia al circo para extinguir el fuego. Pero los aldeanos creyeron que se trataba solamente de un excelente truco ideado para que en gran número asistiesen a la función; aplaudieron y hasta lloraron de risa. Pero al payaso le daban más ganas de llorar que de reír. En vano trataba de persuadirlos y de explicarles que no se trataba ni de un truco ni de una broma, que la cosa había que tomarla en serio y que el circo estaba ardiendo realmente. Sus súplicas no hicieron sino aumentar las carcajadas; creían los aldeanos que había desempeñado su papel de maravilla, hasta que por fin las llamas llegaron a la aldea. La ayuda llegó demasiado tarde, y tanto el circo como la aldea fueron consumidos por las llamas. Con esta narración ilustra Cox la situación de los filósofos modernos que buscan la verdad ética, y ve en el payaso, que no puede conseguir que los hombres escuchen su mensaje, una imagen del que busca proponer una teoría ética a quien no se le toma en serio si viste los atuendos de un payaso de la edad media o de cualquier otra época[1].
El relativismo ético encuentra su más grande expresión en el mundo de hoy, no existe nada más penoso que encontrarse con un hombre desorientado, engañado y confundido, en donde nada es verdaderamente fundamentado, -nada es sólido-, de ésta manera el propósito del libro es el siguiente: dar a entender la necesidad que tiene el hombre de un dios o un fetiche, al cual rendir culto y adorar, que desglosa una religión y una ética, la ética se ve fortalecida desde una religiosidad que de razón del comportamiento humano y al mismo tiempo lo fortalece, además, de demostrar las inconsistencias éticas insostenibles e irresolutas del sistema racional occidental, el cual le llamaremos: Ser o Totalidad,  envuelto en una imposibilidad radical de apertura al encuentro con el otro, que al mismo tiempo en su agonía, pobreza, aniquilación,  abuso y muerte, demuestra la ineficacia de las éticas regentes, también se lanza a comprender y explicar que la única respuesta viene de otra tradición: la semita, cuya morada es “Jerusalén”, como la única realidad que posibilita el verdadero valor del ser humano en nuestro mundo de hoy, y no reducirla a simples palabras que difícilmente pueden ocultar un gran vacío moral.
No pretendo hacer teología o teodicea, sino explicar filosóficamente categorías imposibles de pensar para el Ser o la Totalidad occidental, capaces de romper el gran egoísmo, interés y odio del hombre moderno por la incomprensibilidad del otro como otro y como prójimo. 

Presentación de la edición
(Director del instituto Anglo Francés
Mtro. Francisco Franco García)

La vida puede ser una gran pregunta, pero lo esencial, lo importante es procurar encontrar la respuesta, y digo esto porque me ha dado la oportunidad el Lic. Juan Balam Pacheco Rodríguez, Profesor de Historia en el Colegio Anglo Francés, de compartir su trabajo editorial por medio de esta presentación, a la gran tarea que ha emprendido como filósofo; y siendo la Ética una rama de las ciencias filosóficas, y con la vivencia y preocupación de experimentar en la época actual, el proceso de autoaniquilación, odio y repulsión que se manifiesta en la humanidad, se pregunta ¿Qué pasa con la ética? Y si tendrá un sentido verdadero en nuestros días, ¿Podrá haber una ética sin Dios?
Considero que no es posible tocar este terreno quedándonos refugiados en nuestra condición de teóricos o de profesores de aula, pues si escribir y hablar es ya una acción y una responsabilidad de suyo, lo es más todavía el escribir y hablar de la acción y de la responsabilidad de la acción al plantearnos estas preguntas, porque analizando el tema advierto de entrada, implica en él, -la polaridad del individuo-sociedad y ella me trae a cuento enseguida las categorías, aparentemente opuestas, de esfera publica y esfera privada. Por un lado, tendríamos al individuo y su vida privada, es decir, sustraída al dominio de los otros y, por el otro, al profesional, que en cuanto tal, pertenece a la esfera publica, a los demás, a la sociedad, a la res publica.
Siguiendo esta misma inercia, llegaríamos a las posiciones de quienes restringen la ética o la moralidad al ámbito de los privado o personal, al fuero interno o de la conciencia de cada quien.
Quizás haya un germen de respuesta en la utilización de las dos palabras usadas como si fueran sinónimas: la moral seria privada, mientras que la ética seria pública, en cuyo caso habría que preguntarse por la diferencia entre una y otra.
La ética tiene que ver con el ser del hombre, un ser inacabado que requiere una meta y un destino, a los que cada quien ha de encaminarse libremente y por si mismo, por su propio esfuerzo, que desde luego no es incompatible con el apoyo de los demás. La ética es la búsqueda de la felicidad como decía Aristóteles, la búsqueda de la perfección como diría Descartes o Espinosa o como dirían los medievales, la búsqueda de la santidad. Del bien, insiste Aristóteles recordándonos además aquello a lo que todas las cosas aspiran. Es preciso escoger lo bueno y en consecuencia no escoger lo malo. Dicho de otro modo, es preciso optar siempre por lo mejor renunciando a todo aquello que no es lo mejor. Pero como lo mejor no suele ser lo más fácil, la prohibición de las salidas fáciles es un apoyo negativo, cuya finalidad, desde luego, sólo se cumple y adquiere sentido en la realización de lo mejor.
¿Pero qué es lo mejor? Lo dije antes con Aristóteles, lo mejor es el bien. Lo mejor en si mismo, el bien en si mismo, es lo que llamamos, o lo que se le ha llamado: Dios.
Es obvio que nuestro cuerpo vale más que nuestros bienes o posesiones, así como nuestras habilidades profesionales valen más que los títulos que la certifican aunque a veces sin títulos no podamos hacer valer nuestras habilidades.
Pues bien, hablar de ética en estos tiempos y circunstancias es evidente que no puede más que dar a nuestras reflexiones un sesgo muy particular por lo que podría seguir escribiendo y no saber cuando terminar al seguir fluyendo las ideas, por lo tanto termino considerando que mi reflexión estará seguramente impregnada de subjetividad, pero todos, sabrán dar su lugar a cada cosa.
Creo que este libro será de gran utilidad a quienes se aventuren en sus páginas para aclarar en algo sus inquietudes a cerca de temas filosóficos, éticos y morales de los que nos habla.
Concluyo con algo ya dicho: “La ética es la ciencia de lo moral mientras la moral es el objetivo de estudio de la ética”
 La revolución de los dioses

Escucharan bien, pero no entenderán,
miraran bien, pero no verán.
Porque se ha embotado el corazón de este pueblo,
han hecho duros los oídos, y sus ojos han cerrado;
no sea que vean con sus ojos,
y con sus oídos oigan,
y con su corazón entiendan y se conviertan,
y yo los cure. (Hch 28 26-28)

1. La búsqueda de una nueva ética: La superación del Ser.

D

esde los primeros tratados de ética y sus famosos representantes, Aristóteles, Platón, Sócrates, Epicúreo, etc., desde la lupa de la sabiduría occidental nacida en Grecia; se ha ensalzado la razón. Lo racional es la afirmación de la humanidad, buscar el por qué del actuar humano, darle una justificación o una interpretación, en el fondo, la gran empresa del filósofo es la búsqueda de la verdad ética. No obstante, más que buscar establecer un compendio ético, una constitución, o un manual del comportamiento, es buscar el por qué de la ética misma, cuál es su origen y con qué finalidad nace. La ética no es sólo una cuestión académica ociosa o intelectiva de cultura general o erudita, o una selección de valores supremos para erigir una civilización, sino es un camino de vida, es la base firme en la que se construye no sólo una sociedad, cultura o comunidad sino la persona misma, es la que da razón de los actos humanos, justifica, critica, pondera o recrimina ciertos actos del comportamiento de los hombres.
 Después de la segunda guerra mundial, con el sentimiento de supremacía de algunas naciones sobres otras, la repartición de colonias, con los acontecimientos del holocausto judío, de la guerra fría, el capitalismo vs socialismo, el imperialismo y mercantilismo, se han puesto en duda todas la éticas conocidas, la razón, la racionalidad se ha visto desplazada por la voluntad, de tal magnitud, que habita en nuestros días una seria desconfianza de los valores establecidos y del orden planeado, se ha fraguado una anarquía en contra de la razón, es así, que hoy concretamente no se sabe que es bueno y malo, no hay razón ni discernimiento ético, se pone en una seria tela de juicio las éticas propuestas, porque no bastan, son pasadas por alto, por no decir, que son brutalmente desechadas. La dignidad y el valor del hombre como hombre son inciertas, sus bases y argumentos no son lo suficientemente bien definidas para ser respetadas. La brutal falta de respeto a la vida humana es palpable, es necesario socavar las premisas que sustentan tal brutalidad, inhumanidad e iniquidad para denunciar el error que se ha cometido, y al mismo tiempo anunciar la esperanza de una u-topia, una tierra prometida que es posible alcanzar. Utopía. Ante todo esto siempre existe algo incomprensible pero necesario: la esperanza, esperar algo o a alguien. “No hay tal lugar”, traduce la etimología de utopía. Vivir en función de un lugar y un tiempo imaginarios ha sido condición de posibilidad del existir humano. No hay historia sin esta dimensión trascendental, este proyecto anuncia lo todavía no sido pero esperado y al mismo tiempo denuncia lo intolerable[2].
Immanuel Kant en sus lecciones de lógica reflexionaba sobre tres preguntas claves, ¿Qué puedo conocer? ¿Qué debo hacer? y ¿Qué me cabe esperar?, y explicaba que estas tres preguntas se resumen en una sola ¿Qué es el hombre?, de todas las antropologías filosóficas occidentales sólo han demostrado una frustración al no poder comprender al hombre, aunque con gran lucidez, y no por falta de talento, no han podido descifrar qué es el hombre, ¿Por qué se afana el hombre en conocer con certeza y qué pretende con controlar la naturaleza?, ¿Por qué busca el hombre constantemente una base sólida en donde construir su vida, un plan de vida? Es urgente buscar qué es lo que busca verdaderamente el hombre, busca el sumo bien ¿acaso?, y parece que tiene muchos nombres: dinero, ciencia, sexo, etc., Esta búsqueda humana necesita una interpretación y una justificación. Empero, cada teoría ética interpreta el actuar humano y propone una posible solución, pero como se ha evidenciado después de las catástrofes históricas de guerras, genocidios, y todo tipo de aberración que atenta en contra de la vida humana, son puestas en tela de juicio todas la éticas conocidas.
Es necesario salir de la ontología del ser, de esta búsqueda eterna, internada en el infierno de una dialéctica enredada en un círculo vicioso, como en un laberinto sin salida. “Nuestras lenguas, tejidas alrededor del verbo ser, no sólo reflejarían su indestronable reinado, sino que seria la propia púrpura de su realeza”[3] Es urgente salir del Ser occidental, buscar otro tipo de respuesta última y final, que no pueda ser contradecida, entiendo que esta empresa se presta a escándalo y murmuración por la que parece una atrevida pretensión, pero creó necesaria emprender. Miré con desprecio las éticas, al poder evidenciar en mi vida la imposibilidad de alcanzar el bien u obrar el bien, por la propia fuerza de voluntad y la capacidad intelectiva de conocer el bien, es decir, que aún sabiendo con objetividad la bondad de los actos, no los podía ejecutar, de ahí surgió la primera duda, Sócrates planteaba que “no hay gente mala sino ignorante” esto me llevo a una gran pregunta ¿Por qué  aún sabiendo que es lo malo lo apetezco y lo hago? y no sólo yo, sino todo aquel, inclusive de aquellos que son eruditos y adeptos a una congregación que busca el bien, son presas y motivos de escándalo, al cometer tan terribles faltas. Esto es en cuanto conocimiento, pero, y en cuanto a voluntad, es aún peor, pues ejecuto y justifico racionalmente mis deseos más bajos, creo a la manera del autor de –así hablaba zaratustra- mis valores, pero con la finalidad de saciar mis apetencias, hacer mi voluntad y no lo que es bueno. A todo esto que decir, ¿Qué es el hombre? ¿Por qué esta inclinación al mal? ¿Por qué aún el más erudito conocedor de las categorías ético-racionales no es capaz de llevar a cabo? a todo esto, la única tradición filosófica que explica este actuar irracional anti-ético es la tradición semita, el judaísmo perfeccionado en el cristianismo.
Para comprender el cristianismo es necesario indagar y comprender toda la historia de la salvación, en una tradición mesiánica que en su culmen recibe la redención del salvador. Comprender ésta tradición implica indagar en sus categorías ético-racionales, categorías como: basar, nefesh, ruah, Jeséd, algunas por su contenido profundo superan a las palabras, empero, nuestro lenguaje queda perplejo ante la magnitud de semejantes concepciones, que seducen, incluso a el más erudito de tacharlas de incomprensibles, irracionales, locura u escándalo, sin embargo, vistas desde una tradición racionalista como la occidental más de uno se sentirá en el lugar equivocado, falto de sentido, en un absurdo sin evidencia empírica y racional, falto de categorías para explicar tal antropología y ética. La tarea es ardua, pero no imposible. Esta tradición judeo-cristiana al llegar a manos de la filosofía del Ser; La griega, es interpretada con categorías digeribles para los nuevos gentiles.
Los primeros enviados en anunciar la buena noticia, se ven en la necesidad de interpretar el evangelio en palabras familiares a los nuevos adeptos, a los paganos. La nueva doctrina anunciada a los griegos; -al mencionar el Apóstol la resurrección, perdón y amor es desacreditada-, abucheada y despreciada no por su contenido irracional sino por la incapacidad de aceptar categorías desconocidas[4]. El Apóstol explica la complejidad de los occidentales al exigir sabiduría y al considerarse loco para los griegos[5]. La tradición judeo-cristiana quiere pasarse por la rigurosidad racional de la filosofía griega. Empero, esto es evidente en los padres y apologetas de la iglesia, “…El alma de este cuerpo que llamamos Iglesia proviene del cielo, pero su sangre viene de Grecia y su lengua de Roma”[6]. Es por eso que nuestra razón es el legado de las antiguas ciudades-estado, diseminadas desde Italia hasta el Peloponeso, tejidas a partir de los husos del monoteísmo hebreo y de las nociones latinas de humanitas y refinadas en los crisoles de las modalidades alemana, francesa y británica del colonialismo[7]. Dos tradiciones; las dos aferradas a la vida, a afirmar la vida, no se resignan a aceptar la muerte, Atenas y Jerusalén (quid Athenis et Hierosolymis) gran duelo y ambigüedad surgen del choque de estas dos, la primera que se asombra por el ser y el no-ser y la otra que se le exige cuentas de su hermano, el deber ser.
El choque cultural que se dio en el encuentro del evangelio con la filosofía griega tuvo un punto en común; La muerte. El sentido o la constante búsqueda del sentido de este acontecimiento humano. ¿Por qué morimos? ¿Qué sucede después de la muerte? ¿En la muerte se acaba todo o continua una vida que desconocemos?, y de manera más moderna la pregunta de Kant ¿Qué me cabe esperar? Se explica que la filosofía nace cuando se pone en duda las tesis religiosas que sin ningún argumento sólido se fundamentan como cruciales en la vida del hombre, empero, los griegos no eran unos desesperanzados nihilistas, no creían en la resurrección, pero sí en la inmortalidad y la eternidad (la religión órfica muestra indicios de esto), la esperanza que despliega la eternidad es la que se libera en la caja de Pandora de que algún día las almas buenas vayan al reino de Zeus, y no al Hades. Las dos tradiciones; tanto para Atenas como para Jerusalén la ética proviene del deseo de no morir, de salvarse, de la condenación que se descarga de una vida mala, -el filosofo es el que se prepara para la muerte y el cristiano se goza en ella- el hombre no esta hecho para la morir sino para vivir, para burlarse de la muerte, diríamos a modo de ironía con palabras de una película famosa: La muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja para intentar vencerla[8]. Esta concepción del temor a morir es expresado filosóficamente en Heidegger, Derrida o Rorty: no es la perplejidad o admiración el impulso que subyace a la filosofía, sino el temor. Es, como decía Nietzsche en El crepúsculo de los ídolos, el miedo a la muerte, a la vejez, al cambio, al tiempo, lo que ha motivado la búsqueda ahí fuera o aquí dentro, de una naturaleza, una verdad, imperecedera y universal. La raíz común de los problemas filosóficos es el miedo a perder contacto con lo real, con el ser. Éste parece ser el rasgo definitorio de una tradición filosófica occidental que ha sustantivado las motivaciones antropológicas de un ser ahí que, como señala Heidegger, encubre regularmente el carácter irrebasable de su ser para la muerte, finito, cuyo lugar natural es, por tanto, la falsedad, pero que busca en la verdad proposicional un consuelo”[9]. Este sentimiento de morir es expresado de manera más dramática en M. Unamuno: “¿Por qué quiero saber de dónde vengo y adónde voy, de dónde viene y adonde va lo que me rodea, y que significa todo esto? Porque no quiero morirme del todo, y quiero saber si he de morirme o no definitivamente. Y si no muero ¿Qué será de mi?; y si muero ya nada tiene sentido…”[10]. El miedo a perder contacto con lo real con el mundo, con el ser, exige implícitamente en su expresión ser evadida, la muerte exige ser esquivada, es decir, el hombre busca la vida, el ser, y ya desesperado sigue al ídolo o dios que le asegure la vida, por medio de un comportamiento.
El origen ético es religioso, El amar a Dios y al prójimo para los judíos y la purificación y la ascesis de los griegos espera la salvación, no merecer el infierno para el judío y no caer al Hades para el griego, empero, para el griego la salvación se busca individualmente pero para el semita la salvación esta en conjunto, en el pueblo, en el próximo, en efecto, dar razón del comportamiento de judíos y griegos es dar razón de su fe, se confunde racionalidad humana con filosofía griega, y se cree que la filosofía era filosofía a secas, pero en verdad, incluía igualmente una teología y axiomáticamente una teosofía[11]
Del bien que viene a la idea, esta concepción de bien, tanto para la tradición semita como para la tradición griega es de origen divino, el bien trasciende el Ser y, no es creación humana, la bondad precede a la razón, y, es por esta bondad por la que el hombre desea comprender su origen, concluyendo que el bien no es creación humana, se muestra como lo otro, lo que no es poseído, lo que viene a nuestro encuentro, la epifanía del bien manifestado en lo que comúnmente se conoce amor. De ahí la concepción de divinidad del dios Eros que le dan los griegos el deseo amoroso entre un hombre y una mujer, la enfermedad de padecer el enamoramiento, un arrebato, una locura divina, que prevalece sobre la razón, que arranca al hombre de la limitación de su existencia y, en éste quedar estremecido por una potencia divina, le hace experimentar la dicha más alta[12].  Y para los judíos: sólo Dios es bueno dan razón los israelitas. La bondad de Dios es una revelación capital del antiguo testamento. Habiendo conocido el mal en su paroxismo durante la servidumbre en Egipto, Israel descubre el bien en Yhwh su libertador. Dios lo arranca a la muerte (Ex, 3, 7-8. 18-19) luego lo conduce a la tierra prometida (Dt, 8, 7-10) en el que fluyen leche y miel y en el que Yhwh tiene constantemente los ojos, y donde Israel hallara la felicidad (Dt, 4, 40), si se mantiene fiel a la alianza (Dt, 8, 11-19). Todo hombre en su actuar ético da razón de su fe.
Es necesario decir que de acuerdo a las categorías de una cultura, el hombre se fía para erigir su vida, pero el sustrato que subyace en cada categoría es lo que empuja al hombre a actuar de tal modo. El hombre en la tradición griega-occidental es un ser racional, que busca conocer de manera natural ¿Por qué hay algo en vez de nada?, ahora bien, esta concepción contrasta con la de la tradición semita que explica que el hombre es un ser de relación, y una relación con otro hombre que me mira ¿Dónde esta tu hermano?, esta relación fundamenta la razón y la ética, es decir, ante este rostro que me enfrenta y me mira ¿Qué debo hacer? ¿Qué me cabe esperar de Él? ¿Qué puedo conocer de Él? y ¿Qué soy yo para Él? Este hombre que esta próximo a mi ¿Él está ahí para mi o yo para él? Esta yuxtaposición de las dos tradiciones parten de puntos diferentes. La primera por otorgarle primacía a la racionalidad busca el Ser, la ontología fundamenta las demás disciplinas, la segunda, busca el deber ser ante otro que se me es encargado a mi responsabilidad, la ética fundamenta las demás disciplinas[13].   
La búsqueda ontológica del ser, engloba todo el conocimiento en una barrera que marca el orden establecido de lo conocido y por saber. La filosofía del Ser se estructura como la gran Ego-ista, Primero esta el Yo y todo lo demás a su servicio, de acuerdo a la estructuración racional subjetiva que se le imponga. Descartes pionero de la filosofía moderna ensalza el Ego, con la estructuración de la filosofía Cogito ergo sum, de lo único que estoy seguro es de que Yo pienso y luego por efecto existo, el gran Ego-ista del pensamiento occidental es el alemán Hegel ya que con su panlogismo “todo lo real es racional y todo lo racional es real”, pone hasta aquí el punto más alto del Yo y la filosofía occidental, éste filosofo explica la imposibilidad de pensar lo otro, -o lo que no es griego-, ya que pensar lo otro como totalmente otro, no seria más que sólo el recuento de lo mismo; porque ya todo esta pensado. Y en consecuencia todos lo demás filósofos surgen como críticos del pensamiento hegeliano. El ser racional occidental es interés puro, se estructura y confabula pensando sólo en el Yo y en su interés, y, entendemos con Levinas que el interés del Ser se dramatiza en los egoísmos que luchan unos contra otros, todos contra todos, en la multiplicidad de egoísmos alérgicos que están en guerra unos contra otros y, al mismo tiempo, en conjunto. No hay nada gratuito. La masa sigue de modo permanente y el interés permanece. La trascendencia es fáctica y la paz inestable. No resiste a los intereses. Y el compromiso deficientemente mantenido en postular éticas o normas entre los egoísmos encontrados que luchan por sus intereses –provocara extraños rumores sobre la muerte de Dios o entorno al vació del cielo. Nadie creerá en su silencio[14]. Empero, el ser racional occidental, es el Yo que piensa buscando justificar sus intereses, y el ser de la tradición semita, es el ser de relación, es el otro, no otro ser sino de otro modo que ser, este otro hombre que me mira y me enfrenta, y desarma mi Yo pensante e interesado en la misericordia ilógicamente donada.
Existen modos de anarquía que tambalean el orden establecido del Ser occidental, lo superan y lo trascienden, lo cuestionan, lo ponen en crisis y en tela de juicio, exponen sus deficiencias. Modos de anarquía fuera de la estructuración racional que sacuden bruscamente el plan ontológico que crea aparente armonía, que crea orden, seguridad y paz, pero cuando se altera el plan, el orden, se expresa la anarquía y existe un caos, un miedo a la incertidumbre de lo no planeado e imprevisto. La anarquía y sus representaciones muestran la ineficacia de la racionalidad occidental del Ser, es decir, la muerte, el hombre, el otro y Dios, son anarquía pura en la racionalidad del orden establecido, se muestran como lo no pensado, lo no planeado, lo que exige y no puede ser poseído por ninguna abstracción o categoría, lo imposible de pensar, lo ilógico, absurdo y locura. Heraclito afirmaba que la guerra es el origen de todo, en efecto, el otro, la muerte y Dios es la guerra, por su capacidad compleja y conflictiva de entenderlo y categorizarlo para todo el occidente, crea la guerra lo otro y es el origen de la guerra, Empero, los representantes de tales modos de anarquía son peligrosos para el orden ontológico occidental y deben ser eliminados o ignorados, perseguidos y callados, pero si ellos callan las rocas gritan.
Es necesario perseguir estos modos de anarquía, pues en su sola mención quema los labios, tambalean el orden ontológico del Ser. Denuncian la ineficacia del sistema racional vigente, lo reta, lo expone a la intemperie y lo fractura. Estos modos de anarquía se muestran como lo otro del sistema, como lo no pensado, como lo que esta fuera en la exterioridad más lejana del Ser occidental, nociones anárquicas que necesitan otra interpretación que no sea la que cree haber conocido todo “El pensamiento esta vuelto hacia el Otro, es apetencia del Otro. Todo el problema consiste en saber si este Otro es el Ser”[15]. El reto es claro, traducir estas otras categorías impensables para el pensamiento occidental pero que lo atormentan día y noche. La filosofía occidental cree poseer todo el cosmos conocido y por conocer, este sentimiento de posesión lo aliena en un utilitarismo que se manifiesta en la soberbia más vil del pragmatismo. La posesión racional del cosmos explica el sentimiento de confianza, de estabilidad, de orden, de seguridad, sin embargo, los modos de anarquía son los no-poseídos, los que no se pueden abstraer, comprender, la muerte exacerba las múltiples explicaciones racionales, para comprender que ella no puede ser evitada, controlada o poseída, la muerte se muestra como lo sin respuesta, es decir, que para la tradición occidental no tiene respuesta, pero no por ello es irrespondible – cuando el hombre venza a la muerte, Dios no será nunca más necesario-. El otro hombre que me mira, con el cual vivo y comparto la vida, me exige en su mirada más que mil palabras, imposible de ser poseído, se muestra en su actuar inexplicablemente lejano “… vinculo entre la indisponibilidad –y por consiguiente de la no presencia- y la preocupación por si. Hay ahí una especie de misterio, y aparece también, creo yo, toda la teoría del tú. Cuando estoy con un ser indisponible, tengo conciencia de estar con alguien para quien no existo; me veo rechazado y por lo tanto me repliego a mi mismo”[16]. Y por ultimo Dios, totalmente trascendente, imposible de afectarle o conocerle, tan abismal distancia existe entre el hombre y El, que tiene que revelarse Dios mismo a nuestros ojos, que no es el hombre el que lo encuentra sino que es Dios que va en busca del hombre. Dios una categoría tan incompresible que significa tantas cosas y a la vez ni una sola, que por su misma incomprensión es ignorada, la indiferencia a tal modo anárquico despliega la frustración más cruel de aquel que quiere conocerle, imposible de ser encasillado en las categorías del Ser, y por lo mismo, por su misma lejanía y la vez, más cercano que roza la piel, el hombre moderno lo desplaza como lo inservible, lo no indispensable, el ateismo es la manifestación frustrada de aquel que a renunciado a su búsqueda, aquél que ha descubierto la brecha tan grande entre Dios y él que se consuela en la seguridad de la razón, la ciencia, el dinero, consolaciones o distractores de tan gran y crucial cuestión.
Los modos de anarquía que afectan al Ser occidental Egoísta hace caso omiso de tales cuestiones, y entre menos escuche mencionarlos más se aferra a seguridades próximas, palpables, útiles y practicas, que pensar en lo otro, fuera de la tradición racional de occidente, se muestra como lo impensable. La sabiduría occidental se aferra a la razón y asegura que es la posesión más preciada del hombre y no hay que prostituirla con ilusiones, y paliativos extraterrenales, que desencadenan mitos del cielo y vida eterna; ésta es la argumentación fundamental que origina el debate entre Atenas y Jerusalén.
La tradición judeo-cristiana se muestra como lo otro para occidente pues sus categorías son distintas en su contenido cultural: La muerte, el hombre, el otro y Dios no son categorías desconocidas, son categorías fundamentales que las han hecho suyas, transmitidas de generación en generación, categorías de una comprensión vital, reveladas y cruciales para la vida y su modo de vivir. Acontinuación es necesario enfrentar las dos éticas, dos tradiciones, la griega contra la judía. Atenas y Jerusalén.       


2. El origen de la ética y su urgencia en el sentido posmoderno.


2.1 Atenas: La ética Helénica.
Para entender mejor una cultura es necesario ir cavado hasta las raíces de ésta misma siguiendo diligentemente las pistas y las variantes introducidas en ellas, las originales y propias concepciones de su mundo circúndate “las visiones del mundo”.
Las concepciones antropológicas repercuten en la praxis ética, Grecia como la cuna de la filosofía, del pensamiento, ha articulado una antropología muy original desde los albores míticos pero no desprendiéndose totalmente de estos, desde la ontología, la antropología y la ética griega postula un dualismo alma-cuerpo, Psique-soma, la soledad contemplativa del sabio, la ética ascética, el mito prometeico, el monismo del ser y el eterno retorno como negación de la historia, son concepciones que repercuten directamente en la praxis humana: La ética helénica.
La filosofía viene a ser un recuento racional de lo mítico, Homero por ejemplo: en este autor encontramos que el tiempo es concebido míticamente relacionado con la voluntad de fuerzas naturales, sin embargo dicha creencia no desemboca en la concepción de eternidad. La diferencia entre los dioses y los hombres, to Qeon y antropoV, es que los hombres envejecen y llegan a morir y aunque no es negada la vida después de la muerte en el Hades, Homero la explica como una vida inferior, infrahumana. En Hesiodo, en la teogonía, es una explicación mítica de la raza humana, como la de los aztecas, incas, egipcios o cualquier cultura que se ha preguntado por su origen. 
Los griegos concibieron al tiempo en dos formas que reflejan a su vez dos ordenes: en un primer momento se concibe por el movimiento de los cuerpos celestes, las estaciones del año, es considerado como un proceso repetitivo y es paradigma principal con el cual se vincula la divinidad, el tiempo cósmico, el orden, la admiración de los griegos por la exactitud y regularidad de la Naturaleza los lleva a concebirla como divina y a buscar la justificación de la existencia humana en conformidad con tal modelo admirado, y en una segunda interpretación es comprendida como un proceso irreversible en los hombres expresado en la vejez humana y en su muerte, así entendida parecen incompartibles pero la religión griega no sólo elimina esta contradicción sino la concilia. El monismo trascendente que reitera la permanencia del alma inmortal, mas no de manera individual sino como parte de un todo divino: el cosmos y del eterno retorno, afirmación del proceso repetitivo del monismo trascendente, son categorías que llevan al griego mítico a comprender y tomar un sentido a la vida.
La exigencia de vincular la vida humana con la divinidad, ya que todo esta regulado por la divinidad de la Naturaleza, llegan los griegos a una concepción trágica de la vida, el paso inexorable por el cosmos, el tiempo será negativo como el cuerpo, existir en el tiempo es ser comido por Kronos o estar esclavizado a las idas y venidas del eterno retorno, la evasión del tiempo por el trabajo o la ascesis, el llegar al reino de Zeus, es la esperanza que Pandora libera junto con todos los males. La persona individual no existe, pues es parte del Uno desde siempre. El Uno que identificado con el cosmos o la naturaleza; el monismo trascendente somete a la personalidad individual del hombre en el designio trazado por lo divino, de ahí el carácter trágico de la vida.
La comprensión de que todo forma parte del Uno va fuertemente arraigada a la concepción de la vida como; solitaria bonitas, la vida contemplativa solitaria, la aniquilación de la vida como individual queda aniquilada pues es parte del Uno desde siempre que es identificado con el cosmos, la naturaleza; este monismo trascendente repliega a la vida del hombre sometida al destino impuesto por lo divino, de ahí su carácter trágico. El monismo no sólo deja huellas en las creencias del tiempo y la inmortalidad sino que también a nivel filosófico en la concepción de la vida social; en Aristóteles en la ética a Nicomaco y en la Política, que se identifica la unidad del hombre a la polis, la supremacía de la polis sobre la individualidad de la persona.
Para los atenienses todo es el Uno, el Uno suprime la individualidad; la tragedia empieza con la doble problemática del Zeus-Uno que suprime la libertad individual de Prometeo, el otro, así el Uno niega la libertad y la individualidad de prometeo[17], afirmando el sometimiento del designio divino a todo. De ahí que Aristóteles comprenda como el principio o causa del movimiento o la sustancia misma, lo que excluye por ende la accidentalidad propia de los entes corruptibles[18], para Aristóteles la naturaleza constituye la sustancia o esencia propia de las cosas, pero ¿que es la naturaleza en si? la define como: La sustancia de las cosas que tienen el principio del movimiento en si mismas[19], una cosa llega a adquirir su naturaleza al alcanzar su forma siendo está perfecta en su sustancia, el estagirita entiende gracias a su cultura, que la naturaleza sólo es propia a los entes que habitan en el Uno, el cielo, que no están sujetos a la corrupción ni al tiempo, son las sustancias inmóviles, los motores de cielo, este filosofo es heredero y no logra desprenderse de su herencia mítico-griega, la divinidad y atemporalidad del alma, la negatividad del cuerpo, el monismo trascendente y también por ultimo el eterno retorno.
Todo esto nos lleva a una conclusión: el dualismo alma/cuerpo que no es más que una consecuencia necesaria de este pensar, y con ella acarrea efectos tristes y despreciables. El cuerpo pertenece como es obvio al mundo corruptible que es devorado por el tiempo, el mundo sublunar; el alma inmortal puede llegar a trascender el mundo por medio de la reflexión y olvido de si mismo. Platón llega a afirmar que el cuerpo es la cárcel del alma y sólo el conocimiento verdadero llegaría a afirmar la trascendencia del mundo sublunar, es el debate de la oposición del mundo sensible y el mundo inteligible, la materia y la forma, el cuerpo y el alma, la acción y la contemplación, la clase obrera y los hombres de ocio. El bien siempre tiene el carácter de divinidad, el bien es identificado con la divinidad y el cuerpo aparece como un estorbo para lograr alcanzar la divinidad, la concepción platónica hace lo que siglos después haría la ética del maniqueísmo, el desprecio del cuerpo, el alma es divina y su origen es parte de las ideas perfectas y su llegada al cuerpo la degenero, el mito de la caverna es el mito del bien, es la ascensión por grados a lo divino. Con Platón y Aristóteles, el dualismo encuentra su expresión filosófica, estos consiguieron valorar y estructurar filosóficamente las estructuras míticas/arcaicas. La filosofía griega ha nacido de la poesía lírica religiosa ya que toda incertidumbre humana, su quehacer mundano, preguntas y respuestas vienen de ahí, el filósofo va a ser continuador de esta poesía, ya que en esencia tratan los mismos temas y permanecen al mismo ámbito intelectual.
Platón concibe el alma como divina y el cuerpo como mortal, y necesita una purificación, de la cual nos habla en el Fedón, explica que mientras estemos con vida y tengamos con el cuerpo el mínimo trato, sólo excepto de las necesidades más básicas, lejos de sus impurezas manteniéndonos puros de su contacto, la divinidad del alma nos hará merecer librarnos de él, sólo así nos purificaremos de la corrupción del cuerpo y sus iniquidades, y llegaremos a conocer todo lo que es puro.  
Los griegos creían en la reencarnación de las almas, la ensomatosis, por medio de la religión órfica[20] y así esta consecuencia va ser reflexionada a la luz de la razón; si el ser es Uno y eterno desde siempre es por que tiene fundamento en sí y por sí, este ser Uno y eterno es permanencia, mantenerse, consistencia, no resurrección como en la tradición judeocristiana, así para el maestro Aristóteles el alma es inmortal, incorruptible y eterna, y para poder purificarse debe entrar en el estado de la katharsis, el orfismo esta presente en la exigencia ascética y Plotino lo retoma en su sistema, La dependencia normativa, se debe a la concepción de alma, psique, toda la ética griega cuelga de esta categoría, la psique/alma que intenta retornar al reino de Zeus desprendiéndose del soma/cuerpo. La “inmortalidad del alma” y la idea de “eternidad” son el fundamento de la ética helénica, de sus normas, imperativos y máximas éticas.
El alma como total dependencia del actuar moral del hombre griego, ya que el dualismo alma-cuerpo, viene rezagado del mito órfico, el alma es concebida como bueno-Dionisio y el cuerpo como malo-titanes, y en esta vida se viene a luchar con la maldad legada por el asesinato de lo titanes para tratar de alcanzar la divinidad de Dionisio, la filosofía acoge éstas concepciones las dialoga y las estructura racionalmente, las incorpora a sus meditaciones sobre el alma y lo racionaliza, y precisamente ahí está uno de los orígenes no filosóficos de la filosofía[21]. En efecto, la inmortalidad del alma se torna para la filosofía: paradójica y ambigua, y es normal que en Platón y sus formulaciones filosóficas partan del mito, cuestión que Aristóteles hereda no por ser discípulo de Platón sino por ser griego, la incorporación de estos mitos a la filosofía no es de vana importancia u insignificante, sino que por mucho se tornan impredecibles para una comprensión exacta de la filosofía de occidente, y todo esto forma una visión del mundo, una tradición.
Así el dualismo se considera un fondo de valores axiológicos, valores del cuerpo y valores del alma, las categorías psique (alma), soma (cuerpo), pnéuma (aliento), hay que tenerlas siempre presentes para la comprensión exacta de la concepción antropológica griega y para la conciliación de estas al pensamiento judeocristiano, con la creencia de la vida del alma en un más allá, en una existencia plena y eterna, se privilegia la psique como principio vital, eminentemente consiente y vital, después de esta concepción se empieza a formular la doctrina de la trasmigración de las almas que en sus cimientos esta el mito de Orfeo, del eterno retorno, la repetición de las cosas, que Nietzsche retomara siglos después, con su sabio ontológico, el eterno retorno de si mismo, todo fue repetición de lo mismo “… Estos dos caminos se contradicen: precisamente sus cabezas chocan pero en ese pórtico se reúnen.
En el frontispicio del pórtico está escrito su nombre: “instante”.
Y si alguno quisiera tomar estos dos caminos, yendo cada vez más lejos ¿crees tu enano, que estos caminos serian contradictorios?
Todo lo que se extiende en línea recta miente, murmuro con desprecio el enano. Toda verdad es curva. El tiempo mismo es un circulo”[22]. y Heidegger con el fin de la Historia.
Todas estas cuestiones de la inmortalidad en el alma responden a la búsqueda incesante de asirse a algo, tomar un sentido o un sin sentido del principio ontológico de -ser en el mundo-.
La exigencia mítica de la inmortalidad del alma instigo hasta debilitar la tentación de formular sin escrúpulos teorías sobre la inmortalidad del alma, ya que la tesis mítica está puesta sobre la mesa sólo requería ser pensada, al creer que el individuo como tal no existe, pues, es parte desde siempre del Uno, de Él se separo y hacia él volverá, este es el principio por el cual los griegos creían que las almas se reencarnaban, la ensomatosis a través de ciclos, ya que incluso el hombre culmen de la filosofía griega Aristóteles, ha identificado como la creencia lo plantaba, la divinidad en la naturaleza, la Physis, de ahí que el alumno de Platón asombrado de la belleza de la naturaleza, se siente tentado de no derrocar esta creencia divina, sino la acepta, sólo que la racionaliza, de ahí que postule el mundo sublunar, corruptible y una zona perfecta e inmutable; la del primer motor.
La identificación del alma divina, el bien como lo propio de los dioses, y el mal se presenta con el alejamiento de las cosas del Uno, el cuerpo como la cárcel del alma, sema (cárcel), en el alma hay un mal precedente un pecado original y el cuerpo se manifiesta como un mal necesario, que hay que expiar por medio de la ascesis, y al morir no se realiza la liberación sino que debe reencarnarse cíclicamente hasta llegar a un grado de pureza, y ser aceptado en el Uno. De ahí que los filósofos sean los que busquen la verdad, es decir, el camino a Dios, el alma debe buscar su reconciliación con su origen divino. Aristóteles busca la reconciliación, por medio de la eudamonia, la felicidad, en otras palabras, el alma buena y que el hombre la adquiere por medio del conocimiento, la vida aretetica (la vida de virtudes) y Platón en coherencia de esta reconciliación y la procedencia divina del alma, nos explica la procedencia del conocimiento, la anamnesis, “conocer es recordar”, de aquí deriva una ética muy peculiar, y conocida, la inmortalidad del alma y la salvación del hombre esta en una vida contemplativa, muy al estilo de monasterios. De aquí se deriva una ética de purificación o ascesis, el conocimiento se presenta como una vía estrictamente espiritual, El filosofo griego es el único que se prepara para la muerte, y busca la purificación en la contemplación, la vida buena.
La idea de Bien ha quebrado las cabezas de los filósofos de esta época y de cualquier otra, la verdad que contiene la episteme, y sin embargo, (a pesar de lo que cualquier metodista analítico diga, incluso para la cuna de la filosofía el Bien siempre ha trascendido nuestras categorías y su identificación siempre será divina, el Bien y su procedencia siempre es propia de la divinidad, en palabras de Levinas, La bondad precede a la razón) la vida ascética y pura para Platón es la vida del filosofo, y su practica filosófica se convierte en purificación y liberación del alma, aceptando esto; el filosofo se encuentra con cierta inmortalidad en el mundo y adquiere parte de la divinidad, con la practica filosófica que lo libera cada vez más de lo corporal, dado la contemplación solipsista del ser, sólo es exclusivo del filosofo[23], la finalidad del filosofo se vuelve una preparación para la muerte, la filosofía enseña a destruir las cosas que nos vinculan al cuerpo, la virtud de la templanza, es por eso la vida aislada y contemplativa, y los deseos, pasiones e instintos quedan subordinadas a la razón, tiempo más tarde retomada por el estoicismo, Platón con todo esto busca superar el mito trágico con la búsqueda del retorno a lo divino.
Aristóteles que repudia y critica a su maestro, cae también en este planteamiento, pues “señala que en el ámbito de lo humano no cabe guiarse de la episteme, pues el hacer no es una actividad univoca, y el objeto de la ciencia se refiere a lo que existe por necesidad y no puede ser de otra manera, es decir, es permanente y las cosas engendradas son corruptibles”[24] Aristóteles examina las diversas repeticiones de actos buenos, llamados virtudes que ayudan al alma a alcanzar la verdad, una vez sustentado el dualismo en la filosofía, la ética aristotélica se plantea como una forma de conocimiento de la verdad para el retorno al Uno, y se distingue por ser teleológica y eudemonista, la vida feliz  debe guiarse conforme a la virtud, pero no todos pueden ser virtuosos, y como virtud suprema es la contemplación, ésta es la más excelsa actividad del hombre y la felicidad perfecta, la vida contemplativa nos dice el estagirita es posible únicamente porque hay algo de divino en el hombre[25], la necesidades más básicas se forman un estorbo para la contemplación, para Aristóteles la felicidad descansa en lo divino, la contemplación y su practica es lo que da más felicidad a los hombres, y esta virtud sólo se le atribuye al filosofo.
La ética griega hasta aquí esbozada nos remite a la ética trágica de prometeo, y filosóficamente se propone la realización de la vida por una vía contemplativa exclusivamente individual, del yo, descansa en una conclusión que la vida del cuerpo, política, del compuesto no es lo principal, la verdadera felicidad para Aristóteles es la vida del intelecto, no la vida de la búsqueda del bien pueblo y la de la polis, ¿Cómo conciliar la vida individual del intelecto y la vida de la búsqueda del bienestar del pueblo y de la polis, en otras palabras, cómo buscar la vida contemplativa y al mismo tiempo preocuparse por los demás? esta respuesta queda en la incógnita ya que nadie le da respuesta, en el pensamiento occidental. Esta idea pone en evidencia la individualidad de los griegos y la imposibilidad de pensar en el otro, el prójimo, la individualidad corrompe la alteridad, la búsqueda del deber ser.
La primacía del mundo divino, de la ascesis, es privilegiada por Grecia, como lo plasma Platón en la Republica, ya que es sólo el sabio que contempla las ideas perfectas, es el mejor candidato convocado para gobernar la polis, para Aristóteles es el nous lo que nos vincula con lo divino e inmutable, mientras que alma y cuerpo son considerados dentro del orden corruptible, ya que el alma forma parte del cuerpo el nous es el vinculo con lo divino, y más tarde Santo Tomas de Aquino lo interpreta como el “intelecto agente”. La recompensa que tendrán los hombres que siguen y aman lo que es Bueno será el agrado y el amor de los dioses, ya que encontrara la máxima felicidad, en efecto, este será el más feliz de los hombres[26], en este punto se quedaría una pregunta ¿Cómo puede el hombre griego justificar su vida a la ciudad, si la contemplación es solitaria y se alcanza sólo por la actividad filosófica?, es decir, lo colectivo, la alteridad, la responsabilidad para con el otro queda nula o imposible de pensar, es decir,  dejaría fuera la felicidad de la virtud de la contemplación intelectual individual, como conciliar hasta el punto de dejar la beatitud intelectual con respecto a la comunidad, en efecto, todo actuar con respecto a los otros, me deja expuesto a contaminarme de las pasiones y al cuerpo, el seguimiento del conocimiento, del nous, es lo único que nos diferencia de los animales, así lo expresa el Estagirita, y Platón, como el único ser que contempla la estrellas, el nous de Aristóteles y el énfasis de alma de Platón, plantea serios problemas en cuanto a interactuar con el otro, o pensar unos imperativos que se vean el bienestar del pobre, el huérfano y la viuda, hasta acá, categorías como piedad, caridad, responsabilidad, donación y sacrificio son impensables, ilógicas para Grecia y por lo tanto no-filosóficas.
Sobre este dualismo se ha ido fraguando y erigiendo toda la filosofía posterior, desde Descartes con su res cogintas y res extensa, pasando por Kant, Hegel, Heidegger, Husserl, hasta sus ultimas consecuencias. Noción helénica de alma o del Nous explican al hombre, la antropología helénica queda desnuda en su imposibilidad de conciliar la contemplación, la búsqueda del bien individual y la responsabilidad y caridad para con el otro como otro o prójimo.


2.2. Jerusalén: Ética semita.

Qué pasa con Jerusalén, cuales son las preocupaciones propias de  tierra santa,  cuál es su visión, su tradición, su antropología, y en dónde deriva tan rigurosa ética, socavar las raíces propias de esta cultura, es indagar en las regiones de las sagradas escrituras, categorías como la de Creación han creado grandes conflictos en la filosofía, aunque es casi imposible pensar lo propuesto por los hebreos, es innegable la fuerza que posee esta tradición, ¿la filosofía a caso por no ser de Grecia deja de ser filosofía?, es sin duda la exclusión radical que se hace en Atenas, tachar de no-racional lo no nacido de ella.
Las oposiciones que hay en los griegos como en los judíos, son en suma distintas, la posición en la que están los hebreos, es que para ellos no había una necesidad de preguntarse de dónde venimos, o a dónde vamos, qué es el hombre, o qué fin tiene la vida, ya que todo esto estaba resuelto por revelación de Yhwh. La diferencia de este Dios “Yhwh” es que es un Dios que esta en la historia del hombre, que en su culmen, con la promesa del Mesías; Dios se hace hombre, no es un dios mitológico o inventado, es un Dios que esta en la vida del hombre y con él hombre, la sola idea de que Dios se hizo hombre es impensable para los griegos, en efecto, no dudaron los helénicos en ni un momento descartar esta idea, pero sobretodo, no podían pensar que un dios experimentara la muerte.
A diferencia de los pueblos occidentales la concepción unitaria, no dualista, del hombre en relación con el cosmos es creado por un único Dios, Yhwh, en contra del eterno retorno, es así que el absoluto no es el mundo, el Demiurgo que ordena, el Uno, sino el absoluto es el Creador del mundo y su relación con el cosmos es la creación, la concepción de tiempo es una génesis continua, tiene un principio y tiene un fin de ahí viene la concepción escatológica, del fin del mundo, la visión de la historia en los griegos es del eterno retorno y cíclica y la de los judíos es lineal, tiene un principio y un fin.
La antropología hebrea entiende al hombre como una unidad entre el basar-carne, ruaj- espíritu, todo contenido en una unidad existenciaria, que se le asigna la palabra nefesh, esta significa la vitalidad secreta y personal del hombre[27], La antropología hebrea se centra en la categoría carne, es una antropología de la carnalidad, muestra la condición de debilidad y mortandad, la humanidad, no la confundamos con la corporalidad del soma griego, el ruaj es el soplo de vida, que vincula la naturaleza del hombre, nefesh y basar forman una totalidad viviente mientas que el ruaj es el principio vital que pertenece al creador y que con la muerte es retirado por Él, el nefesh es la identidad personal viviente mientras que el ruaj es el principio mismo de la vida. Esta unidad antropológica hebrea le prosigue una ética monista de base creacionista. Todo ha sido creado por Yhwh y los actos humanos se remiten al hombre mismo como creación e imagen de Dios (imago Dei).
El choque que tienen estas concepciones semitas con la filosofía helénica, se muestran en la doctrina cristiana expandida por los apóstoles: el basar es identificado con el soma, mientras que nefesh es identificado con psique, dando lugar a lo que se le puede llamar un dualismo mitigado. El apóstol Juan mantiene las concepciones semitas al plasmar en su evangelio, Y el verbo se hizo carne (Jn, 1, 14)  y no cuerpo, y con respecto al verbo, se refiere al Dabar, que es palabra de Dios y no Logos que es discurso, entendimiento, inteligencia, estudio, así mismo, trae consigo la resurrección de los muertos y no de los cuerpos, la carne y lo vital (el nefesh) designan al hombre terreno (sabiduría terrenal) y en un segundo hombre que se relaciona con Yhwh a través de su ruaj (sabiduría espiritual), en ningún modo hay dualismo ya que el basar-nefesh son uno mientras que con el ruaj es el modo de relación con Yhwh. “El mundo que vemos no procede de dos principios, sino de uno solo. La idea de creación evita el dualismo (helénico) como el panteísmo. El mundo sensible no está tarado a causa de una materia esencialmente opuesta a Dios, y por lo tanto mala. El mundo sensible y múltiple es excelente. La multiplicidad de los seres no tiene nada que ver con una materia que habría desamparado el Uno. La fecundidad de lo real está bendecida. El mundo no está vació de significados. Lo sensible no se opone a lo inteligible. Lo sensible es constitutivamente inteligible. La existencia humana no se define como una caída y una enajenación en un mundo que la materia hace malo y del que hay que huir en la medida de lo posible. El hombre no está constituido por dos sustancias: un alma desterrada de un cuerpo. El hombre ha sido creado corpóreo, y todo el organismo coopera a su vida psíquica y espiritual. La antropología bíblica proporciona los principios y la ilustración concreta de una psicología no cartesiana, que resuelve el problema de psico-fisiológico del modo más moderno y positivo. Puesto que lo sensible y la existencia corporal no son cosas malas en sí, la virtud no consiste en huir de este mundo y la salvación requiere algo distinto de una ascesis natural[28]. En efecto, la ley para los hebreos (Torah) no será la del griego (Ethos); para los griegos la ley de la polis responde a un orden cósmico admirado en la naturaleza que se le considera como divina. En cambio para el hebreo la ley es establecida intersubjetivamente por medio de la alianza entre Yhwh y su pueblo, fortaleciendo los lazos entre los individuos y su comunidad, pues se reconocen como participes de esa promesa y su cumplimiento en un futuro escatológico: “Si escucháis mi voz y observas mi alianza, seréis mi propiedad entre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra, pero vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación consagrada”[29]. Las alianzas entre los pueblos semitas son comunes, en donde el pueblo poderoso ofrece al pueblo débil protección, estableciendo sus normas y reglamentos, a cambio del respeto de las reglas establecidas le promete el poderoso beneficios al pueblo débil.
Este sentimiento de ser coparticipes de la promesa o la alianza como pueblo, el cristianismo lo pierde, cuado adopta cánones del individualismo helénico, así mismo, la crítica que se le puede hacer al cristianismo es la individualidad y la pérdida de sentido como pueblo, como nación consagrada, en efecto, la importancia de corregir, cuidar y vigilar al otro en la tradición hebrea, es vital, pues el prójimo forma parte del pueblo elegido, de la nación consagrada, la identificación de unos con otros se ve fortalecida por el sentimiento de comunidad, de ser el pueblo de Dios, en efecto, podemos afirmar que: “El cristianismo, fortalecido por la fuente de Israel y alimentado por los grandes afluentes procedentes de Grecia e Irán, se extendió por el mundo. Esta corriente que es el cristianismo había nacido justo en un momento en el circulo cultural helenista, y muy especialmente su vida religiosa, había desplazado el elemento <<pueblo>> por el elemento <<individuo>>. El cristianismo es <<helenista>> en cuanto que abandona la concepción de <<pueblo santo>> y sólo conoce una santidad personal. .. Los pueblos no aceptan la nueva fe como pueblos, sino sólo como conjunto de individuos”[30]   
Otra concepción importante en esta tradición hebrea es la de libertad, si para los griegos el mundo es trágico, la supremacía de la divinidad determina el actuar humano, su fin, es decir, su destino, para los hebreos la creación señala y ante todo: libertad, ésta es el origen del mal y no del designo del dios omnipresente griego. Para los griegos existe el destino ya trazado por los dioses y para el hebreo cada persona es dueña de su destino, arquitecto de su propia vida. El génesis revela un importante atributo que al hombre le ha sido dado, la libertad y con ella, él mismo es dueño de su actuar, al prohibirle Dios el fruto del árbol de la ciencia, se la esta manifestando la capacidad independiente de su actuar, con el relato bíblico del génesis, el hombre en la concepción hebrea señala que el origen del mal está en la libertad, ya que por ésta capacidad independiente Adán y Eva, fueron desterrados del paraíso al comer del fruto prohibido; y un detalle que remarca el relato del génesis, es la presencia de un adversario, enemigo total de Dios y del hombre, que seduce a Eva para que elija erróneamente en contra del mandamiento de Dios, y no conforme con eso se la presenta a su esposo Adán: Al final de este relato enseña que el mismo Adán ha probado el mal, la muerte y ahora dispone de un animal para que suplante su muerte.
La libertad del hombre era imposible de entender para Grecia, sin embargo para Jerusalén es fuente principal de bendición o de desgracia, la visión del mundo del griego es trágica y la del hebreo es dramática, añade emoción y desvela la Verdad. Otra categoría del hebreo es el Corazón, ya que éste cumple la función rectora, judicativa operante, y no meramente afectiva, emotiva o tendencial, es el secreto de la conciencia moral, conciencia, interioridad, entraña, donde nace todo bien y todo mal[31] (recientes investigaciones científicas, han descubierto neuronas en el corazón, y han experimentado con personas, al ponerles electrodos que marquen las pulsaciones eléctricas del corazón y del cerebro, y al exponerlos a imágenes, de terror, de asesinatos, de homicidios múltiples, de incesto, de violaciones a menores, han descubierto increíblemente que es el corazón el primero que recibe la información e instintivamente manda la señal al cerebro para que produzca los sentimientos de miedo, de maldad, de injusticia, de angustia, etc.), en efecto, cuando a Jesús se le cuestiona sobre la leyes de purificamiento para degustar los alimentos, cita a Isaías (29, 13) este pueblo me hora con los labios pero su corazón esta lejos de mí, y seguido de esto, Él explica: No hay nada fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, es  lo que contamina al hombre, ya que todo lo que entra en el hombre no entra en el corazón, sino va a parar en el vientre y termina en el escusado, sin embargo, lo que sale del hombre, eso es lo que lo contamina, porque dentro del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez, todas estas perversidades salen de dentro del corazón y contaminan al hombre (Mc, 7, 1-23).
El principio normativo de las dos culturas se rigen por sus cosmovisiones; para los griegos la ley ética se rige bajo la polis que al mismo tiempo responde y va de acuerdo a las leyes que gobiernan en la Naturaleza, que es tomada como divina (en la republica de Platón los individuos son destinados por sus cualidades atribuidas por lo divino, los artesanos, los guerreros, los gobernantes y los filósofos). Para los judíos la ley se torna en un principio Trascendente e íntersubjetivo, pues se relaciona con el pueblo, la bondad o maldad de los actos humanos del hombre judío se verifica en la enseñaza (tórah) que se comprueba en la Alianza entre Yhwh y su pueblo, haciendo unas exigencias éticas que se responsabilizan de todos como parte de uno, el pueblo, como un pueblo partícipe de esta promesa. Los profetas se tornan como la conciencia del pueblo elegido, haciendo violencia de sus exigencias colectivas de responsabilidad de cada uno para con sus otros miembros del mismo pueblo, de ahí que Ezequiel explique: “Cuando yo diga al malvado: `vas a morir`, sí tu no le das la alarma, si no le hablas para advertir al malvado que abandone su mala conducta y viva, el malvado, morirá por su culpa, pero de su sangre te pediré cuentas a ti. Pero si tú adviertes al malvado y él no se aparta de su maldad y de su mala conducta, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida.
Y si el justo se aparta de su justicia y comete injusticia, yo pondré un obstáculo ante él y morirá, por su pecado y no se recordara la justicia que se había  hecho, pero de su sangre te pediré cuentas a ti, pero si tu adviertes al justo que no peque, y el no peca, ciertamente vivirá él por haber sido advertido, y tu habrás salvado tu vida” (Ez. 3, 16-21)[32], La ética judía no es eudemonista y teleológica como el aristotelismo a interpretado a la ética, sino es más bien de temor de Dios,   -no de miedo- un deontologismo libre, voluntario, ya que el judío en sus categorías cuasifundamentales tenia bien presente las bendiciones[33] que implica seguir la voluntad de Yhwh, aunque las exigencias presentadas en el Levítico y Deuteronomio son muy rigurosas, son clarísimas, el judío no deja por nada seguir a Dios, ya que está completamente consiente de que alejarse de Yhwh  es   la    muerte[34],   La   promesa de la alianza,  de   bendición   los   anima   a  seguir diligentemente su actuar moral: Escucha Israel; esmerare en practicar mis mandamientos, para que seas feliz y te multipliques como te ha prometido Yhwh, el Dios de tus padres, en la tierra que mana leche y miel. Escucha Israel: Yhwh es nuestro Dios es el único Yhwh. Amaras a Yhwh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas (Dt. 6, 3-6) y al prójimo como a ti mismo. El amor nunca es forzado; en el encuentro del pueblo judío con su Dios se descubre algo distinto de todos los demás dioses, -ya sea mitológicos o legendarios-, éste Dios es Amor, que va seduciendo, enamorando, el profeta Óseas lo expresa de la mejor forma: “Por eso voy a seducirte; voy a llevarte al desierto y te hablare al corazón (…) y diré a no-mi-pueblo: Tu eres mi pueblo, y el dirá ¡Dios mío!” (Os 2, 16. 25). Su Amor (Jeséd) por encima de su Justicia. Empero, tal magnitud que alcanza la categoría Jeséd/Amor que el judío entiende que sus mandamientos son Vida. La esencia de la seducción consiste en convencer el corazón, no su mente o su carne, la experiencia de Amor de Dios para con el hombre es la que invita a “Amar al prójimo como Dios lo ha Amado”, y no como la filosofía occidental entiende el mandamiento; “Amaras a tu prójimo”, testigo de esto es Kant: “…el amor de Dios como inclinación (amor patológico) es imposible, porque Dios no es objeto de los sentidos. Un amor semejante hacia los hombres, si bien es posible, no puede ser ordenado pues ningún hombre puede amar a otro hombre por mandato. Por lo tanto, es sólo al amor práctico al que se refiere en esencia todas estas leyes. En este sentido, amar a Dios quiere decir ejecutar gustosamente sus mandamientos; amar al prójimo quiere decir cumplir gustosamente todo deber hacia él, Pero el mandamiento que hace de esto una regla, no puede mandar que se tenga esta convicción en las acciones conformes al deber, sino sólo que se aspire a ella; porque un mandamiento que imponga hacer algo con gusto es en sí contradictorio, pues si ya sabemos por nosotros mismos lo que debemos hacer, y además tenemos conciencia de hacerlo gustosamente, un mandamiento a este respecto no haría falta en absoluto y si lo hacemos pero sin gusto y sólo por respeto a la ley, entonces un mandamiento que hiciese de ese respeto precisamente el móvil de la máxima obraría totalmente en contra de la convicción ordenada”[35]. Un Dios que sea el fundamento de toda obligación moral. Obviamente Kant no era un conocedor de este Dios, conocía a un dios pietista, protestante o luterano pero no conocía a profundidad al Dios Judeo-Cristiano.
El semita que experimenta las exigencias de Dios son al mismo tiempo las exigencias del prójimo, ya que amar a Dios implica donarse al prójimo, ya que todo amor a Dios conduce a amar al otro que Dios creo y en su debilidad está oculto el rostro de Dios, en la cercanía de la carne, que más adelante con Jesucristo, Dios hijo, nos explica: Ámense los unos a los otros como Yo los he amado. El amor de Dios se manifiesta, es el amor que no tiene limites, que a cada uno de los hombres: Dios le otorga su Amor no importando su maldad, los actos de odio y desprecio que se le haga a Él mismo, o el lugar donde Él se oculta, es en el otro, de tal manera que todo acto de maldad para con el otro, es un acto de iniquidad a Dios mismo oculto en toda la humanidad carnal contenida en el prójimo.
Los hebreos son los portadores de un Dios que se hace presente en la historia del hombre, la significación de la historia como epifanía de Dios, la grandeza de esto es que Dios es histórico no mítico como los griegos. La alianza es la cuestión de un Dios real e histórico, no por analogía o especulación o como una fábula o mito que aporte un sentido a su cultura sino la presencia real  de Dios que se revela y se posa en medio de ellos, además, la noción de creación refuta claramente la noción de eterno retorno, ya que todo descubriendo físico, astronómico, astrofísico, apunta a un constate movimiento, en evolución, la metafísica judía se encuentra más cercana a los descubrimientos de las ciencias que la metafísica griega del eterno retorno. Es imprescindible que la creación se torne como libertad, ya que toda ella gira alrededor de la relación entre el hombre y Dios, la libertad otorgada al hombre son estelas que descubren que toda la maldad que existe se debe al descuido del uso de la libertad; ya que el hombre se le encomendó la dominación y el cuidado de toda la creación, debido a la contingencia y vulnerabilidad humana el judío tiene la esperanza en un futuro escatológico; la unidad antropológica concebida en los hebreos como carne/basar. Debido a la alianza que se pacto con el pueblo elegido nace un nacionalismo, que divide y distingue al pueblo de Dios y al pueblo de los paganos. Las dos tradiciones parten de distintas concepciones éticas la primera nace del trágico prometeo encadenado, y la segunda del dramatismo de Adán que posee la libertad pero que está constantemente tentado.
La categoría de prójimo es propia de Jerusalén, para el judío no le es indiferente el sufrimiento del otro, para alcanzar la promesa escatológica del Dios vivo que se posa en medio de su pueblo. Toda la visión de mundo judío gira en torno al prójimo “Amaras a tu prójimo como a ti mismo”, no sólo por obediencia como critica Kant, de un dios como dictador de castigo y de premio, sino por la experiencia palpable de Dios, reitero, y no cualquier experiencia, sino la experiencia del amor, misericordia (Jeséd) anunciado por los profetas a este pueblo (Is. 54, 5-14. Is. 55, 1-11. Ez. 36, 16-28.). Ante esta experiencia de misericordia de Dios hacia el judío, éste queda sin alternativa ante el encuentro con el prójimo que pide, exige y exhorta responsabilidad sobre el. Para el judío la resurrección es imposible de pensar, El judío sabe que la salvación no esta en él sólo como individuo sino en la respuesta al otro, la salvación depende de los otros. Al pueblo judío se le hizo la promesa de un redentor que lo iba a librar de la muerte, de caer en el Seol, de sanar las culpas y sufrimientos; Un libertador que los sacaría del yugo de la muerte. Presos de la muerte eran pero tendrán un Salvador, el Mesías, el siervo de Yhwh, el Ungido, El Cristo, ¡OH! Feliz culpa: -Resuena el pregón pascual-, que mereció tan grande redentor ¡OH! Feliz culpa: El Hijo de Dios. Ésta promesa dota de esperanza y es fundamento de la ética semita. 

2.3 La antropología y ética judeo-cristiana.

El cristianísimo apoyado de la antropología judía se va explicando hasta llegar al culmen del Mesías, el Ungido, Cristo, en efecto, la antropología no se entiende si no se ve en la cruz de Cristo. La historia de la salvación que tiene un principio hermoso, el drama de la desobediencia, el Dios que cuida a su pueblo, le guía y le ama, como culmen le entrega a su Hijo, se debate la vida y la muerte en un final glorioso. Empero, en el drama del génesis, la creación del hombre es el culmen del amor, Dios crea por Amor (Jeséd), para que el hombre sea coparticipe de su alegría y grandeza. Explica el génesis que todo iba perfecto hasta la creación del otro/Eva, y el descuido y desobediencia de Adán; el castigo del destierro del paraíso no fue sólo por la desobediencia de Adán, sino por su pretensión de querer ser como Dios, “…replico la serpiente a la mujer: De ninguna manera morirán. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comieras de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal”[36], La desobediencia significa querer suplantar a Dios, hacer el papel de Dios en la vida del hombre, esta pretensión de ser como Dios es evidente en el hombre moderno, que sustituye a Dios y él dictamina que es lo bueno y lo malo, realizando grotescas aberraciones saliéndose del plan de Dios. ¿Pero en todo caso por qué castiga a Adán si fue la mujer quien comió? Aquí, en esta pregunta crucial, surge toda la concepción ética del mundo judío y cristiano. El otro/Eva se le fue encomendada a Adán, a su cuidado, resguardo y protección, por no hacerse responsable Adán de Eva fue castigado. Para el que se hace llamar cristiano toda su vida depende del otro/prójimo, a Adán le costo la expulsión del paraíso, para el cristiano le cuesta la gracia y la salvación de Cristo. El prójimo en el cristianismo rompe las barreras del nacionalismo judío, el prójimo es parte de mi y yo de el, indisolubles e inseparables, este sentimiento de unidad, evidencia el sentimiento de identidad carnal, todos somos hombres débiles y vulnerables, y cualquier ayuda ofrecida al otro expresa la manera de decir: Hoy tu no morirás, porque eres parte de mi linaje,  todo hombre por ser hombre esta bajo mi responsabilidad y mi tutela, el prójimo se nos encomienda, se nos entrega a nuestra responsabilidad y es la libertad la que decide el destino del prójimo. 
De este relato surgen dos tesis ético-antropológicas, primera: la inclinación a la desobediencia/pecado original, segunda: el cuidado que se nos encomienda del otro/prójimo. Los puntos de partida tanto para el Grecia como para la tradición cristiana, parten de preguntas diferentes. La comprensión del ser, designa la interpretación de un mundo cultural determinado, que lo expresa mejor Wittgenstein: los limites de mi lenguaje significan los limites de mi mundo, ya que el dialogo entre un occidental y un judeo-cristiano difieren en la comprensión del ser. La responsabilidad para con el prójimo/otro es imposible de pensar para el griego y toda la herencia occidental, pero para la tradición judeo-cristiana es de vital importancia.
La primera tesis antropológica que desglosa el génesis ¿cómo se hace evidente, palpable, empíricamente comprobable? el mundo occidental se llena cada vez más de una perversión brutal de inmedible alcance, un mundo en donde el homicidio suena de leve importancia, ya que existen otros modos de brutalidad que superan el grado de maldad, que el nombrar cada acto vil y cruel destrozaría el animo del lector. El hombre ha suplantado a Dios, y si Dios no existe todo me es lícito, ¿Quién puede decirle ¡no! al hombre?, la ley positiva es fracturada de manera rápida y cruel en la voluntad tentada del hombre y la ley natural es desechada, empero, ésta inclinación al mal, a ser como Dios, se encuentra presente todos los días, la batalla se desenlaza entre el “no comas”, “no hagas”, es decir, las prohibiciones del decálogo y la tentación del susurro que dice, “de ninguna manera morirás, Es que Dios sabe muy bien que el día en que comieras de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses”. El duelo es entre muerte y vida, y, el factor que lo decide todo es la libertad, pero una libertad herida, que se inclina al mal, y que no es posible actuar bien con la ayuda de la razón o estoicamente, pues, de igual manera se incurre en el actuar mal, ahora bien, ¿Quién puede ayudar al hombre?, parece ser que esta condenado al mal, cómo hacer evidente esto; los  grandes imperios económicos se han fraguado en actividades que corrompen, envician, esclavizan y matan al hombre.
El hombre escogió el mal, en ello no hallo sino los frutos amargos del sufrimiento y de la muerte, “no hay ni uno que haga el bien aquí en la tierra” (Sal, 14, 1-3), experimenta esta incapacidad de realizar el bien: se siente frustrado en sus deseos insaciables, incluso impedido de gozar de los bienes de la tierra (Ecl, 5, 14), incapaz de hacer el bien sin jamás pecar (Ecl 7, 20), Esta herido en su libertad (Rom 7, 19), es esclavo del pecado (Rm, 6, 19); su razón misma esta menoscabada: viciando el orden de las cosas, llama bien al mal y mal al bien (Is 5, 20; Rom 1, 21-25). Finalmente, hastiado y decepcionado, se hace cargo de que todo es vanidad (Ecl 1, 2) El mundo entero esta en manos del maligno (1 Jn, 5, 19) el mal es una fuerza y no, sólo la ausencia de bien, que esclaviza al hombre y corrompe el universo (Gen, 3, 17).   
La carne/basar se muestra la condición de debilidad y mortandad, humanidad la carne es débil, explica San Pablo en sus cartas, sometido por la tiranía de la carne (Rm, 7, 5-6), al pecado y a la muerte (Rm, 1, 24. Rm, 6, 12; 8, 10.) y hecho por tanto cuerpo de carne (Col, 2, 11), cuerpo de pecado (Rm, 6, 6.) y cuerpo de muerte (Rm, 7, 24), esta concepción evidencia ésta herida de la máxima tentación; ser como Dios, actuar como no se debe, tener la tentación y la inclinación al mal: “Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual, mas yo soy de carne, vendido al poder de pecado. Realmente mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco, (…) ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mí. (…) querer el bien lo tengo a mi alcance mas no el realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí.
Descubro, pues, esta ley: Aunque quiera hacer el bien, es el mal el que se me presenta. Pues me complazco en la ley de Dios (…) pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la ley del pecado que esta en mis miembros.
¡Pobre de mí! ¿Quién me librara de este cuerpo que me lleva a la muerte?”(Rm, 7, 14-25). San Pablo conserva toda la tradición judía, esta concepción de carne esta presente no sólo en una categoría heredada, o como un erudito de su tradición sino como él lo expresa en su vida, y, experimenta; la imposibilidad de obrar el bien, herida que cala, que se lleva en la carne, esclaviza, mata, oprime el actuar humano. Todo hombre que no lucha contra su carne cae presa del pecado, esclavo de el, preso imposibilitado de fugarse o escapar de la misma esclavitud, -la esencia del pecado es hacer esclavo al hombre- ¿Quién podrá salvar al hombre de ésta concupiscencia, ésta esclavitud, ésta inclinación del pecado, que seduce, intriga y termina convenciendo en efectuar el mal?, en efecto, el pecado engendra la muerte, en esta tradición así establecido no hay un dualismo alma/cuerpo, sino se establecen dos ordenes; la primera es la del hombre desterrado en Adán, por la desobediencia en su libertad, la pretensión de ser como Dios y el pago fue la muerte, y la segunda la del hombre resucitado establecido por Cristo Jesús por la obediencia a Dios, la obediencia que no pretende suplantar a Dios y la vida. Adán, desobediencia y muerte vs Jesús, obediencia y vida. Muerte y Vida se debaten en un prodigioso duelo, el orden divino que demuestra Dios por medio de la revelación y el orden de la carnalidad viviente humana, se irrumpe en la historia del hombre, como historia de la debilidad, vulnerabilidad, fragilidad, de la carne convirtiéndola en una historia de salvación, del Reino de Dios. Si por Adán y su desobediencia el hombre fue entregado a su concupiscencia y a la muerte, en Cristo el hombre adquiere una nueva dimensión, la salvación, la redención de la humanidad, la venida del reino de Dios. El hecho de que Dios se vincule con la condición humana, la carne, y venga a sufrir y probar la muerte de hombre, de carne, abre un camino sin obstáculos al hombre hacia el Reino de Dios, es la nueva alianza, la figura escatológica, la promesa hecha al pueblo que esperaba al Mesías, al ungido de Dios.
La debilidad carnal del hombre, su inclinación al mal, y la muerte iniciada en Adán es combatida por la gracia, el perdón, el amor y la resurrección de Cristo. La gracia; categoría semita, es la que juega un papel principal en el combate contra la debilidad humana, el hombre por su propia fuerza de voluntad no puede hacer el bien, y es la gracia la que ayuda al hombre a ser bueno. “todos pecaron y están privados de la gloria de Dios y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención, realizada en Cristo Jesús (Rm 3, 23-24) y reconciliar por él y para él todas las cosas (Col. 1, 20)…donde abundo el pecado sobreabundo la gracia” (Rm 5, 20), en Cristo fue muerto el pecado y todas sus manifestaciones y resucito la vida, el hombre nuevo, el perdón, el amor. La experiencia del que prueba el pecado es la muerte, el vació, la insatisfacción, la frustración, pues se le ha engañado, mentido e inventado que en las cosas, que en sus deseos, pasiones y afanes esta la vida, esta el bien supremo, la felicidad y lo único que experimenta es su desnudes y su vergüenza. Adán y Eva se dan cuenta de que están desnudos y se esconden, se avergüenzan de su condición, “Dice una leyenda que cuando los dos primeros seres humanos rechazaron a Dios el día de su creación y fueron expulsados del Edén, vieron ponerse el sol por primera vez. Entonces quedaron horrorizados, porque no podían entender otra cosa sino que por su culpa el mundo volvería a precipitarse en el caos. Sentados uno frente al otro, lloraron toda la noche y se verifico su conversión. Entonces comenzó a amanecer, Adán se levanto, tomo un animal y lo ofreció como sacrificio en lugar de si mismo”[37]. El hombre que desprecia la gracia ofrecida, la gracia de Cristo, experimenta el miedo, queda horrorizado ante la gravedad de sus actos, y se le engaña que no merece perdón, y el perdón es ofrecido para quien lo busca, el que se arrepiente y busca otra vida, para el que viviendo en sus planes, dando gusto a su carne experimenta la muerte, se ha dado cuenta de que lo que él creía que era vida no lo es, cae en la cuenta que el amor de Dios, del Mesías, de Cristo es más grande que sus pecados, que aún el pecado más fuerte tiene perdón si se arrepiente, y aún sino se arrepiente el Amor de Dios le cobija “Mi pueblo está acostumbrado a apostatar de mi (…) ¿Cómo voy a entregarte, Efraín, como voy a soltarte, Israel? (…) Mi corazón se convulsiona dentro de mi, y al mismo tiempo se estremecen mis entrañas. No daré curso al furor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, porque soy Dios no hombre, el Santo en medio de ti” (Os 11, 7-9) y es ésta verdad que le hace al Apóstol exclamar, “…El que no perdono ni a su propio Hijo, antes bien le entrego por todos nosotros (…) ¿Quién condenara? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que esta a la diestra de Dios e intercede por nosotros?
¿Quién nos separara del amor de Dios? ¿La tribulación? ¿La angustia? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudes? ¿Los peligros? ¿La espada? (…) Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del Amor de Dios manifestado en Cristo Jesús” (Rm, 8, 31-39).   Es ésta fuerza de la gracia que convierte al hombre en un hombre/espíritu resucitado en Cristo y no un hombre tentado y desterrado en Adán/carnal. La doctrina de la resurrección es la afirmación de la creación ex nihilo con el fin escatológico, a su vez, la historia del hombre es vista como lineal y no como cíclica. La resurrección forma parte de una promesa hecha al pueblo elegido, ésta es ofrecida a todo hombre por igual, sin embargo estamos ante una postura radicalmente nueva, no es alma inmortal, como los griegos la concebían sino que la muerte es el fin de la existencia, es por eso el privilegio y la importancia de la resurrección, en efecto, si no hay resurrección ya nada tiene sentido. Falsa es nuestra fe si no existe la resurrección; << ¡Despierta, tu que duermes! levántate de entre los muertos y Cristo te iluminara>> (Ef 5, 14) esta certeza fundamental rige toda la existencia cristiana y despliega toda su ética, por Cristo con Él y en Él. La idea bíblica de resurrección no puede en modo alguno comparar con la idea griega de inmortalidad. Según la concepción griega, el alma del hombre, incorruptible por naturaleza, entra en la inmortalidad divina tan luego la muerte la ha librado de los lazos del cuerpo. La tradición semita, según el pensamiento bíblico, la persona humana entera esta destinada por su condición presente a caer en poder de la muerte: El alma será prisionera en el Seol mientras que el cuerpo se pudrirá en la tumba; pero esto sólo será un estado transitorio, pues el hombre resurgirá vivo por una gracia divina: La resurrección[38]. Esta categoría es de crucial importancia para el cristiano, la esperanza para el judío e impensable para el griego. 
  La segunda tesis desplegada de la tradición judeo-cristiana, la responsabilidad que se es conferida a Adán de cuidar a Eva/otro, esta responsabilidad ética es la columna principal de dicha tradición ¿Dónde esta tu hermano? La vida del prójimo está al resguardo de nosotros, se es confiada esta misión a los hombres, “Todos somos responsables de todos, y yo más que otros” enfatizaba Dostoievsky. La complejidad con la que se concibe al otro en Occidente, para la filosofía griega, la filosofía del Ser, el otro siempre lejano, hostil, enemigo, traicionero, (los múltiples textos que esbozan la imposibilidad de la amistad con el otro, no existe la amistad en el pensamiento occidental) esta concepciones del próximo con la que es categorizado, el otro no deja de sugerir que es un estorbo, amenaza con apoderarse de todo, del yo, la propiedad, los bienes, imposible de tratar, el hombre occidental no abre sus puertas al otro. Para Grecia la cuna de la razón, el otro se muestra como peligroso, enemigo puro, hostil y lejano, el otro por excelencia para Grecia es concebido como: bárbaro, el bárbaro es todo aquel no-griego. Los hombres naturalmente dignos de ser esclavos por sus inferioridad, esclavos indignos de compasión, son los no-griegos, los bárbaros[39], siguiendo esta lejanía comprensiva del otro; Sartre lo lleva hasta sus ultimas consecuencias afirmando que; el otro es el infierno, el otro es el lobo de Hobbes; homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre), es el animal perverso y feroz de Dostoievsky, o como Sepúlveda: El ser naturalmente inferior es el otro[40]  y por ultimo Levinas: La ineficacia de la acción humana enseña la precariedad del concepto: hombre[41]. El odio y repulsión por el otro como otro y como prójimo imposibilita la ética occidental.
Dios creo primero a un hombre solo, que debe aprender a dominar la creación antes de que el otro llegue, Adán le pone nombre a todas las cosas que el va encontrando a su paso y al nombrarlas se va apropiando de ellas, El ponerle nombre a las cosas es apropiarme de ellas, quitarles su misterio, asimilarlas, darle sentido –como lo decía Husserl-. Yo Adán soy el centro del paraíso (Freud enseño como el hombre incluso en sueños sigue organizando el mundo alrededor de él y sus intereses). El verdadero problema comienza cuando el otro hace su aparición. Viernes causa problemas para Robinsón Crusoe, Eva para Adán, los negros africanos para los portugueses, los indígenas americanos para los españoles, los indios norteamericanos para los ingleses, los judíos para los nazis, cómo poder entender al otro, su importancia, y valor, su dignidad, el famoso debate filosófico que fundamenta los derechos humanos entre Bartolomé de las Casas y Sepúlveda, es desplazado, ignorado, ¿Qué es el otro para que se le cuide, responsabilice, incluso ame y busque?[42]
En la tradición semita el otro/Eva se le entrega a Adán no como una carga, un estorbo, antes bien es todo lo contrario, Eva/otro es ayuda, complemento, compañía, es sobre todo vocación, en efecto, la experiencia del enamorado es de que el otro es necesario, vital, digno de todo amor, responsabilidad y algo ilógico, irracional, locura, la donación, gozo e indiferencia a cualquier dolor, “No hay más modo de posesión de una persona que su inclusión en la textura de nuestra propia vida, que se vierte sobre ella y la envuelve; si puedo hacer a otra persona mía es porque, en virtud de la efusión la he incorporado a mi vida, me he hecho previamente suyo[43]. Este llamado, esta vocación es la capacidad del otro cuando viene a nuestro encuentro, hacerme suyo antes de que me mire, hacer suyo al Yo y despojarlo de todo egoísmo es el miedo a perder el Gozo, el lujo y la comodidad por aquel que me hace suyo y me exige despojarme de mi mismo por el otro que sufre. La filosofía del Ser cae en la cuenta de esto, por eso no duda ni por un instante entenderlo como peligroso y matarlo antes de que venga a destrozar la comodidad e interés del Yo moderno occidental.
 La concepciones antropológicas vistas así, dan un giro totalmente distinto, ya que el hombre no posee algo de divino, ni el alma es encarcelada en un cuerpo o el nous, sino que el hombre es hecho a imagen y semejanza de Dios, imago Dei, participación voluntaria y gracias a la intervención de Jesucristo que por el espíritu, dabar, llega a ser imagen de Dios, la dignidad, el valor, el imperativo de “amaras a tu prójimo” tiene pleno sentido en esta fundamentación de la dignidad humana, la imagen de Dios, sin esta concepción el hombre pierde todo sentido en la tradición semita, sí no es imagen de Dios, es vulnerable, su manipulación es justificada, se puede matar, explotar, utilizar, domesticar, aniquilar. La dignidad de imago Dei, dota al hombre/otro de inviolabilidad, de respeto, se muestra como intocable, lleno de advertencia. El otro es propiedad de Dios. El hombre/otro se muestra como el recinto donde se posa Dios mismo, Dios se identifica con todos los hombres y pero sobre todo con los más vulnerables, que su palabra, su advertencia, sus profetas son los que denuncian en la carne la ineficacia del sistema racional, que su dignidad ha sido violada, pasado por alto; el pobre, el huérfano y la viuda, se muestran como la palabra de Dios viva y se cumple, que grita “amaras a tu prójimo”, el sentido de amor (Jésed), no tiene nada que ver con el sentimiento romántico, erótico u apasionado de la concepción griega del Eros o el dios romano Cupido, sino que éste amaras se acerca un poco más a la concepción latina de Misericordia, es decir, la miseria humana vista desde el corazón de Dios, la compasión y la fidelidad, en compasión y deber con ocasión de una situación trágica “Porque yo quiero Amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos” Os. 6, 6. Estos profetas que se revisten de pobreza, todo repleto de injusticia que marca todos sus miembros, que nos anuncian la iniquidad que oprime, mata y marca la vida de los más débiles y pobres del planeta.
  Los tres paradigmas del otro/prójimo que anuncia y hace vivo el carácter deontológico, y el imperativo la palabra “amaras”(Jeséd) son: El pobre, el huérfano y la viuda. “No vejarás a viuda alguna ni a huérfano, si los vejas y claman a mí, yo escuchare su clamor” Ex. 22, 21-22. “…La causa del huérfano no juzgaban y el derecho de los pobres no sentenciaban ¿y de esto no pediré cuentas?” Jr. 5, 28-29. El pobre, el huérfano y la viuda, son los que anuncian las faltas, iniquidades e injusticias del pueblo, los que denuncian en la experiencia del hambre, la sed, la desnudez, que la justicia de Dios es infringida. La identificación de Dios con los más necesitados, en la experiencia trágica, desesperada y sufriente es la epifanía del otro/prójimo como la exigencia de Amor, que en la libertad es negada o aceptada “Porque tuve hambre, y no me diste de comer; tuve sed, y no me diste de beber; era forastero, y no me acogiste; estaba desnudo, y no me vestiste; enfermo y en la cárcel, y no me visitaste. (…) En verdad os digo que cuando dejaste de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejaste de hacerlo” (Mt, 25, 42-45).
En verdad es la única tradición que pone en la columna vertebral del sistema categórico-racional al otro, al prójimo como base principal de su pensar y actuar, sin él no se entiende la tradición, el deber para con el otro sólo es posible desde su concepción, categorización racional, que de acuerdo a su intelección, el otro se le dará importancia y tendrá deberes ante el otro, ¿Qué es el prójimo para el semita y para el occidental?, ante la pregunta ¿Quién es mi prójimo? que se le hace al fundador del cristianismo, Jesús de Nazaret, el cual, estructura una narración con intenciones pedagógicas, mejor conocida como: la parábola del buen samaritano  (Lc, 10, 29-37), El prójimo es aquel que establece con el otro la experiencia de misericordia, la compasión que descubre en aquel que sufre, y en el contacto de dos rostros enfrentados, uno frente al otro, lo identifica como imposibilitado de negarse a responsabilizarse, altera la libertad, rompe abruptamente el egoísmo y abre una brecha que se le llama a la misericordia. La experiencia de proximidad del cara a cara, y sus imperativos son imposibles de pensar para Aristóteles y platón y para todo el occidente, es la experiencia semita del amaras y no negaras tu ayuda, responsabilidad y vocación que afecta a todo aquel que en el rostro del otro te mira y te exige, es la experiencia más cercana del rostro de Dios, que mira y pide cuentas de lo que se ha hecho con éste otro-Eva-prójimo que se nos entrega. La libertad es la única que puede destrozar la relación con el otro, pero esta se ve imposibilitada de actuar con amor, ante el encuentro del otro que sufre y espera respuesta, no en una libertad voluntaria, sino en la exigencia que destroza la libertad, la hace añicos y desprende su ayuda involuntaria hacia ese rostro que exige ayuda. 
La experiencia de responsabilidad se muestra tan colosalmente que es casi imposible negar la fuerza que tiene en el encuentro de dos rostros encontrados. El rostro del otro viene en nuestro encuentro, del rostro que viene a la idea, imposible de poseer pero que Yo me he hecho suyo, le pertenezco y exige esta pertenencia; Ámame (Jeséd) exclama el que te mira y que en su carne lleva las marcas de las hostilidades de la vida, exclama: Tengo hambre, arrópame, ayúdame, no me dejes en el sufrimiento y el dolor, porque yo estoy a tu responsabilidad y tú no me puedes rechazar, eres mi esclavo. Así de fuerte es la experiencia de alteridad en el mundo judío y cristiano. El heraldo de la carne desde donde se comprende y se expresa es en el Rostro,  la esencia del rostro no espera a ser entendido sino a ser respondido ante su necesidad, no requiere abstracción sino respuesta, de suerte que la libertad queda absorbida y la voluntad queda apresada obligándola a decir, ¡hoy, tu no morirás![44],
Es fácil entender lo que conocemos y nombramos, una película, un libro, una planta, un animal, el hombre necesita construir su mundo, experimenta el egoísmo en su más cruda representación, pero el otro en su condición de enfrentamiento, que viene a nuestro  encuentro, que se enfrenta a nuestra libertad, la altera y despoja de toda elección, que en el choque intelectivo se muestra como capaz de poseerme, de hacerme suyo, imposible de  hacerme dueño de él, de encasillarlo en una concepción categórica, cuando me enfrento y dialogo con otro hombre que me mira, descuartiza la libertad y con ella el egoísmo, evoca a desprenderme de mi mismo, a negar mi existencia por la de él, pero ¿Por qué experimento en mis miembros la fuerza de la vocación que hace el otro al mirarme? Porque en el fondo tenemos esta pretensión tanto de griegos, judíos y cristianos, el deseo de eternidad, y la eternidad se experimenta en el encuentro con el otro, que despedaza mi libertad, fractura el egoísmo, y llama a la muerte de todo mi ser, todos mis anhelos, apetencias, gustos, deseos y exige la muerte de todo el Yo, “Para que todo el que viva ya no viva más para si, sino para aquel que murió y resucito” “El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardara para una vida eterna” (Jn 12, 25), y que al parecer ésta muerte por el otro, parece absurda, falta de sentido y de categorías, ilógica, locura más que prudencia, estupidez más que sabiduría, “Así, mientras los judíos piden signos y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, locura para los gentiles” (1 Cor, 1, 22-23) “En verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros” (Rm 5, 7-8). El que se declararse muerto por el otro se declara muerto para el mundo, muerto para el mal, porque en su carne ya no existe los deseos de la carne-tentación-desobediencia sino del espíritu-obediencia y resurrección, y éste es el mártir, testigo, testimonio de que en el mundo no ha encontrado otra cosa que la muerte, en el egoísmo no ha encontrado más que un hambre sublime imposible de saciar, entre más posees más deseas tener, en un circulo vicioso de insatisfacción, expresado filosóficamente en Shopenhauer: un eterno desear y sufrir por obtener: Sartre el mundo es un absurdo imposible de comprender que da nausea, en una libertad absurda sin un sentido verdadero, no existe el bien y el mal sólo las decisiones en una libertad absurda. El otro nos habré una brecha insospechada, nueva para el mundo racional-occidental, una ética del sacrificio, una experiencia como del arrebato divino de los griegos, en el enamorado por la amada /otro. Y la experiencia de misericordia del judío por el huérfano, el pobre y la viuda. 
El otro es la cruz que se le encomienda a cada hombre, que abre el camino a la salvación, el camino al calvario es el camino de la eternidad para el cristiano y el judío –La palabra de Dios es vida-, “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo cargue con su cruz y me siga” (Mt 16, 24), La cruz es ese otro/prójimo que exige, pide, mata la libertad, ridiculiza el egoísmo, sumerge todo el mundo en la vanidad, ridiculizando los grandes placeres y bienes mundanos como bazofia, como efímera búsqueda. El sacrificio es esa categoría semita que enfatiza esa negación de si mismo, del ego-ísmo. El otro/projimo definido como cruz, es molesto, incomodo, peligroso, es por eso, que los occidentales nunca dudaron en comprenderlo como infierno de Sartre, lobo depredador de Hobbes, traicionero de Maquiavelo, este otro/prójimo es el que se muestra en la tradición cristiana como el camino de salvación, y, su manifestación más palpable, cruda, impactante, se evidencian en los tres modelos de exigencia de sacrificio: El pobre, el huérfano y la viuda. 
El otro/hambriento es peligroso porque amenaza con quitar el pan, el otro/desnudo es peligroso porque amenaza con quitar el manto, lo mismo el descalzo, el pobre es peligroso porque amenaza con quitar el dinero, el tiempo con sus necesidades básicas o extremas, en efecto, la buena noticia anuncia “Bienaventurados los pobres porque vuestro es el reino de Dios” (Lc, 6, 20). No se refiere a los que nacieron pobres, sino a los que teniendo bienes materiales en abundancia se hacen pobres por darle pan al hambriento, vestido al denudo, lecho al huérfano y a la viuda, se han despojado de si mismo por entregarse al otro/pobre, huérfano y viuda. San Juan Crisóstomo denuncia a los ricos el derecho de los pobres sobre sus posesiones, el segundo pan que tienen en su casa le pertenece al hambriento, el segundo par de zapatos que tienes en tu casa le pertenece al descalzo, el segundo vestido que esta en tu ropero le pertenece al desnudo, la segunda casa que poseen le pertenece al indigente, y por eso es desterrado al desierto a morir. Ésta fuerza que tiene el otro/prójimo cuando me enfrento a él, me denuncia y exhorta a sacrificarme por él, pero al mismo tiempo adquiere un consuelo, la cruz/otro es el camino de salvación, anunciado por los profetas revestidos de marcas y cicatrices que le ha dado la injusticia de un mundo egoísta del orden establecido, este consuelo es la alegría del que busca el deseo de no morir. 
“Pero ¡hay de vosotros los ricos! porque han recibido su consuelo” (Lc, 6, 24.), El rico en la tradición cristiana se muestra como el que ha vivido para sí, sin ninguna otra pretensión que no sea la de el Mismo, que aborrece el encuentro con el otro, el que cierra la rejas para no dejar pasar al otro peligroso, pero que no sacia su deseo de eternidad, y la sentencia de morir y vivir en un infierno de insatisfacción y desilusiones. Esta tradición obliga a excluir la adoración a otros dioses, la confianza segura del que experimenta el amor de Dios no tiene la necesidad de poner su vida en otros usurpadores del nombre de Dios, ídolos, baales, “Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entrega a uno y desprecia al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero” (Mt. 6, 24) “Llevándole luego a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo el diablo: Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque me la han entregado a mi y yo se la doy a quien quiero. Si tú pues, me adoras, será toda tuya. Jesús le respondió: Esta escrito: Adoraras al señor tu Dios y sólo a el darás culto” (Lc 4, 7-8).
La ética se ha desvirtuado, se ha prostituido, al quererla reducir a una interpretación o justificación de los actos del hombre moderno, su nacimiento como hemos visto ha sido el deseo de no morir, la búsqueda de eternidad, al quitarle este sentido se torna obsoleta, inútil, moldeable para beneficios particulares, esto significa, que para anunciar e inaugurar una nueva Jerusalén, una nueva tierra, un lugar ideal buscado en todos los tiempos desde la Utopía de Tomas Moro, La Ciudad del sol de Tomas Campanella, La Nueva Atlántida de Francis Bacon, El Mundus Alter de Joseph Hall, de Civitate Dei de San Agustín, la utopía no sólo busca el paradigma de un mundo ideal, sino nos muestra el anhelo humano de todos los tiempos; un lugar de ideal. Todo ésto equivaldría a la demostración de Dios, a la teología que trata a Dios como si perteneciera al ser ontológico occidental o a la percepción; equivaldría al optimismo que una teología pueda enseñar, que la religión debe esperar, pero sobre todo la que el filosofo calla[45].
Dios precisamente “el Dios del evangelio”,  no ha dejado al hombre a la intemperie, solo y sus fuerzas, precisamente ahí es de donde viene la originalidad del Dios Judeo-cristiano, este Dios que ha entrado en la muerte por el hombre y ha resucitado, lanza esta buena noticia para todos lo hombres, y como requisito no pide un hombre bueno sino un hombre que crea, un hombre de fe, que se deje fiar de este Dios y su promesa, de ahí la proposición que hace la Iglesia católica a todo hombre; La fe. La iglesia católica promete la Fe. El que cree en este Dios viene a ser como el bautizo lo indica: Sacerdote, profeta y rey, esta misión de ser sacerdote, profeta y rey, no es una tarea fácil, implica el desprecio, la humillación y el repudio de todo hombre.
Dios es amor reza la Biblia, Blondel después de haber caído a los pies de la infinita distancia comprensiva que separa el intelecto del hombre para comprender a Dios, lo único que expresa “He entendido que para comprender a Dios no hay que quebrase la cabeza, sino romperse el corazón”, Blaise Pascal también queda absorto ante este enigma y exclama “Hay razones del corazón que la razón no entiende”. Dios juega parte principal del hombre, claro que ante el escándalo de algunos administradores de fe, esta fe queda muerta, el rostro de Dios esta en el rostro de los hombre de Fe, ya lo explicaba Nietzsche cuando echaba en cara las injusticias de algunos clérigos, y decía: En el rostro de los redimidos se ve el rostro de su redentor, y éste reclamo suena demasiado bíblico, para provenir de alguien que desprecia a Dios, tan profético que eriza la piel. El hombre no puede separarse de Dios, porque por más que el hombre se aleje y cree sus valores El viene a su encuentro, a demostrarle que la vida sin Dios y sin sus preceptos es vacía, nihilista, sin sentido, y así el hombre esta renuente a su voz en su vida, Él le habla, le seduce y le llama, incluso a los que se piensan más alejados de Dios, “Por eso voy a seducirte; voy a llevarte al desierto y te hablare al corazón” (Os 2, 16). Los hombres encontraran mil dioses, que sacien sus apetencias y necesidades, pero en sus dioses no encontraran nada más que el sufrimiento, la esclavitud de sus pasiones y deseos “Comerán, pero no se saciaran, se prostituirán, pero no proliferaran, porque han abandonado a Ywhw para dedicarse a la prostitusión” (Os, 4, 10) El hombre exige un dios, ya sea la razón o el dinero.
Estas semillas sembradas hoy dan sus frutos y ¿Qué se esta pasando en nuestro tiempo? el siguiente esbozo explica la situación del hombre posmoderno, globalizado, tecnológico y cibernético, 

3.  La necesidad humana de un dios y una religión: Dinero y razón.

En la modernidad se dan grandes e importantes cambios, una nueva sociedad va empujando y lapidando a la sociedad feudal del medievo. En el orden económico se incremental de manera gradual hasta llegar a ser una fuerza depredadora los medios de producción, y se desarrollan las relaciones capitalistas de fabricación; esto da primacía y fuerza a una nueva clase social –la burguesía- que trata de extender su poder y lucha por imponer su hegemonía política, ideológica y ética a través de una serie de importantes revoluciones, (Francia, Inglaterra y Holanda); logra desaparecer la sociedad feudal y se crean grandes imperios económicos, únicos y centralizados con una política capitalista, en la que coexiste la desigualdad económica, política, tecnológica y educativa de algunos países –en esos momentos como Alemania e Italia-.
En el orden religioso, la religión deja de ser la forma ideológica dominante, y la iglesia católica pierde su papel de gobernador, rector del bien y del mal y su poder político; los movimientos de reforma luterana, calvinista y de Zinwilo, hacen grandes cismas en la iglesia, luego la división de la iglesia anglicana terminan despedazando la unidad cristiana medieval, -la cristiandad- pero la separación trasciende, pues, no sólo divide el poder de la iglesia católica sino la razón de la fe (filosofía y teología), la naturaleza de Dios (las ciencias naturales de los supuestos teológicos), el estado de la Iglesia y lo que se ha venido mencionando anteriormente: El hombre de Dios. El hombre afirma su valor en todos los campos, y lo hace patente, exhibe su supremacía del antiguo régimen; en las ciencias, en la naturaleza, en el arte y sobretodo en la ética.
El hombre toma posesión de Todo, de la totalidad circundante, en la política, en la economía, en la ciencia, en el arte y en la ética, hace a un lado a Dios, es decir, la totalidad es aquel aglomerado de conocimientos establecidos provisionalmente para dar certezas prácticas a los problemas que aquejan al hombre. La hipótesis de Dios especula ciertas realidades imposibles de comprobar y por lo mismo imposibles de creer, el hombre esta sólo ante un mundo que exige ser descubierto y explorado, ya no es Dios el centro de todo sino es el hombre el que toma posesión de todo. Con la puesta en duda del nominalismo de Ockham al tomismo, del universalismo al particularismo, se abrió una brecha que ponía a tambalear todo el sistema racional y categórico que sustentaba el orden medieval, al enfatizar al hombre particular ¿Dónde se encuentra el hombre? Pregunta años después enfatizada por Kant ¿Qué es el hombre?, los primeros vestigios que nos da la historia; nos muestra que Descartes ya se perfilaba a buscar en el hombre y no en Dios la filosofía, este lo concebía como un abstracto yo pensante, siglos más tarde afirmado en la cúspide de la filosofía moderna con Kant y Hegel. La razón está centrada y debía servir para derribar los pilares del antiguo orden y régimen feudal-absolutista, vista desde lo ojos de los ilustrados y materialistas, y después de introducir anarquía, preparar el camino para el nuevo hombre emancipado de la cárcel del oscurantismo medieval, liberado de las cadenas del Teocentrismo, un hombre que se rija por su razón y no por Dios, la reforma del hombre depende de su razón, su autonomía, un ser activo, creador y legislador, que no depende de nadie para decidir lo que el quiera ser -si antes ha Dios se le iba a adorar a una iglesia es ahora la iglesia un escondite para ese Dios-. Kant con su revolución copernicana, al igual que Copernico explicaba que no era el sol que giraba alrededor de ella sino que era la tierra que giraba alrededor del sol, en el plano epistemológico no era el sujeto que giraba alrededor del objeto sino era el objeto que giraba alrededor de él, ésta idea trasportada al plano moral: es el sujeto que se da a si mismo su propia ley, y no es la ley que se le da a él, el hombre como sujeto cognoscente es activo, creador y se halla en el centro del conocimiento como de la moral, tesis que son afirmadas en lo moral con Hegel, Nietzsche, Sartre y Heidegger.
En la filosofía hegeliana, -el Yo es absoluto, es el hombre-, llega al culmen de la concepción comenzada por Descartes, mejora por Kant y la perfección de esta tesis es Hegel, afirmando al sujeto soberano, activo y libre, -el Sujeto es la Idea, Razón o Espíritu Absoluto- la ética es una fase del desenvolvimiento del espíritu, o un medio por el que este se manifiesta y realiza. El "culto a la inteligencia" -como escribía Marchetti- viene a identificarse con la "certeza" de ser Dios. El hombre viene a tomar el papel de dios creador como Feuerbach lo indica: Homo homini deus; "El hombre afirma en Dios (hegeliano) lo que niega en sí mismo. Que irónicamente desea servir a otro dios.  
 Esta desligación de la modernidad de Dios pone en énfasis la tesis de la tradición semita del génesis “Seréis como dioses, conocedores del bien y del mal”[46], La modernidad piensa sin saber que a fin le conduce: La evidente crisis ontológica la expresa Marx al plantear: Todo lo sólido en el aire se desvanece, Nietzsche y su Dios a muerto, y, Weber con: el fin del encantamiento, fue el principio del caos epistemológico, se había derrumbado el cimiento que sostenía toda razón y esperanza, “Hemos de decir todavía que a este respecto se impone una inmensa labor critica reconstructiva: es preciso llevar a cabo el más profundo y el más exhaustivo examen de todos los postulados que sobreentiende, con una desenvoltura verdaderamente sorprendente, un pensamiento que, tras haber despojado al espíritu de sus atributos y de su capacidad ontológica, no deja de conferirle en el mismo grado algunas de las más terribles prerrogativas de Aquel a quien tal pensamiento se imagina haber destronado”[47]. Ésto equivaldría a la demostración de Dios, a la teología que trata a Dios como si perteneciera al ser ontológico occidental o a la percepción; equivaldría al optimismo que una teología pueda enseñar, que la religión debe esperar, pero sobre todo la que el filosofo calla[48]. El aparente asesinato de Dios fue efectuado sin conocimiento previo de las consecuencias fatales que se sembraron en la modernidad y hoy vemos los putrefactos frutos.
Ante esta separación entre Dios y el hombre, existía un factor culmen más allá de las constantes tesis y crisis epistemológicas, éticas, políticas, cayo en la cuenta que el dinero era lo más cercano a ser como Dios, lo más sagrado, todo poseedor de riqueza era gobernador, poseedor de todos los bienes, placeres, deleites y gozos en este mundo, y sí no existe Dios y la vida después de la muerte, éste era el dios perfecto al el cual adorar, y sí este hombre, es decir, el hombre concreto es el Yo solo, la voluntad individual o el Único, en efecto, el egoísmo integral es la afirmación del hombre, de ser hombre solo en el mundo y su Yo, en efecto, ya nada puede sujetar al hombre que no sea su propio interés egoísta, ni la religión ni el estado ni la sociedad ni la moral puede sujetar al hombre y sí Dios ha muerto todo es licito[49]. La soledad radical del individuo moderno que socava la relación con el otro, en efecto, es el otro la única amenaza verdadera, capaz de quitar el dinero de las manos del poseedor de dicho metal.
Al desaparecer el fundamento ultimo de los valores, principios o normas que tengan objetividad y universalidad. Queda el hombre como fundamento sin fundamento (sin razón de ser) de los valores, ésta es la razón que le hace expresar a Marx al plantear: Todo lo sólido en el aire se desvanece, Nietzsche; Dios a muerto, y, Weber con: el fin del encantamiento. Y sucede que a medida que se cree menos Dios, es decir, en la resurrección e inmortalidad consciente, personal y concreta, se exagerará más el valor de la pobre vida pasajera.  
El dinero es lo único interés sustentable, capaz de sostener un nuevo orden, de dirigir el comportamiento moral, y la afirmación de que el hombre es el ser para la muerte, el dinero se presenta como la tesis de que la vida terrenal es lo único que el hombre tiene, como lo expresa Shakespeare es lo único verdadero:
"¡Oro!, ¡oro maravilloso,
brillante, precioso!
¡No, oh dioses, no soy hombre que haga plegarias
inconsecuentes! Un poco de él puede volver lo blanco, negro; lo feo,
hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo, noble"[50]. Se trata del dinero.
El dinero ha sido el principal factor de movimientos sociales, en todo el mundo, causa de guerras, revoluciones, de homicidios, creador de valores, el dinero es la divinidad del mundo, “El dinero: 1) Es la divinidad visible (die sichtbare Gottheit)...2) Es la prostituta universal (die allgemeine Hure)... La fuerza divina (göttliche) del dinero radica en su esencia en tanto que esencia genérica extrañada (entfremdeten), enajenante (entäussernden) y autoalienante (veräussernden) del hombre. Es el poder enajenado de la humanidad"[51]. La burguesía va rindiendo cada vez más tributo a este dios hasta convertirlo en su dios/fetiche favorito “El fetichismo de la mercancía se revela con particular claridad en el dinero. En la economía mercantil, el dinero constituye una formidable fuerza que da a quien lo posee un gran poder sobre los hombres. Todo puede comprarse con dinero. Se produce una sensación de que esta capacidad para comprarlo todo fuese una cualidad natural del oro”[52], esta relación del hombre con el dinero es semejante a la de los hombres primitivos que se hacían dioses con metales, madera o rocas creados por ellos mismos para adorarlos.
En esta tesis se afirma el dinero como aquel dios que liga al hombre, y que ha sustituido a Dios, que el ateismo no existe, pues sirve el hombre a un dios que ni siquiera el más astuto teórico, acepta esta adoración indirecta a él, o plenamente conciente de tal adoración lo manifiesta. Hemos demostrado que en la antigüedad el hombre por el miedo a la muerte se atiene a un dios que le de las pautas o normas principales para alcanzar la esperanza de la vida eterna, la esperanza que libera la caja de Pandora de ir al reino de Zeus para el griego y la esperanza del reino de Dios del judeo-cristiano; este dios-dinero no promete la vida eterna pero si la vida plena, la vida terrenal, la apetencia a la única vida conocida, la promesa de una vida realizadora, feliz mientras exista, anula la esperanza, el dinero dicta lo que es bueno y lo que es malo, de acuerdo a su utilidad y capacidad de generara riqueza, el hombre no tiene otra esperanza más que la de hacerse de dinero: el hombre moderno perdió la esperanza, desesperanzado andar en un mundo sin anhelos ni deseos que no sea otra cosa que el culto al dinero, amor al dinero, “una humanidad sin esperanza es una humanidad sin motor, condenada a ser embaucada por los pragmáticos de turno que invocan de forma fetichista la inmovilidad de las cuestiones de hecho, que en definitiva pretenden que la humanidad se pliegue desesperanzada a la opacidad de la realidad vigente. Estos pragmáticos son incapaces de imaginar y analizar las posibilidades reales abiertas a la novedad.”[53]. Sin la esperanza ya todo es medido en la pragmatisidad en un mundo de cosas y no de personas, el rostro del otro es el que esboza esta palabra correctamente, el rostro jamás será una cosa, se le podrá tratar en una inhumanidad cruel como tal, pero el rostro nos denuncia que estamos ante algo lejano e inmensamente esplendido difícilmente comprensible, incomprensible como el sacrificio, el sacrificio del padre por el hijo, el novio por la novia, el enamorado por la amada, el hijo por su padre en la ancianidad, “No hay ni puede haber sacrificio sin esperanza, y un sacrificio que excluyera la esperanza seria un suicidio”[54]. 
Para la burguesía todo es un objeto, todo es manipulable, la esperanza ha muerto, todo tiene un costo y se define en su utilidad e inutilidad, para el poseedor del dinero todo es posible en este mundo, tiene un precio, lo bueno y lo malo se define por lo útil o lo inútil, y todas las grandes matanzas, guerras, homicidios y genocidios son en nombre de este dios que rige sobre los grandes imperios mundiales. Cuando la esperanza ha muerto el bien y el mal ya no importan, y entonces sucede como Jacques Maritain enfatizaba: El mal se introduce en el mundo sustituyendo lo bueno por lo óptimo.   
La vida del hombre y su valor se define en su capacidad de utilidad, el obrero que se vende como mercancía al mejor postor, el inmigrante que sacrifica la vida con su esposa e hijos por rendirle culto a este dios-dinero, el gran Yo filosófico occidental se traduce en los magnos imperios capitalistas, es el Yo teórico que se aplica en la realidad. Todo dios exige un culto pero ¿Qué es el culto? Denominaremos culto al ofrecimiento gratuito de lo cultural al Absoluto -de allí el sentido del sacrificio de un animal, por ejemplo, en los pueblos pastores; o del fruto de la cosecha, en los pueblos agrícolas-. Al absoluto se le ofrece algo en signo de reverencia, honor, respeto. Lo ofrecido se destruye (se mata el animal, se quema el fruto) para significar que es sólo propiedad de la divinidad, ahora bien, ¿Qué es lo que pide o se ofrece este dios-dinero?
 En la modernidad hubo un hecho que cambio la cosmovisión del mundo, su impacto fue tan grande que fascino a todo el mundo Europeo, este hecho se le denomino “El descubrimiento de América”, La emoción no fue por los hallazgos científicos, etnológicos, botánicos, arqueológicos o zoológicos que se pudieran obtener del nuevo mundo ni por las civilizaciones que se encontraban allí sino por la riqueza que se pudiera obtener, sacar, explotar, de ese nuevo mundo, pero existía un problema, todas esas tierras y riquezas tenían dueños, en efecto, el sacrificio del dinero es el otro, lo que pide el dinero como sacrificio es la sangre del otro, en este caso el otro/mesoamericano, como la historia lo marca, a su llegada a América de los españoles comenzó la invasión y matanza, no había piedad ni de la que llevaba en el vientre a un hijo, el homicidio se dio plagado de crueldad y sadismo, al ver tan inmedible crueldad -los que emprenden una misión de profetas son los frailes- que a su llegada observan un mundo de asesinatos sin escrúpulos, los frailes denunciaban los asesinatos, pero con la crisis ontológica de la modernidad, y, con la razón instrumental que se sirve para justificar sus fines; se tenia que justificar la conquista, pero ¿Cómo? negando la humanidad del indígena americano “La determinación de lo que es humano y no, no es otra cosa que la determinación del hombre occidental, que deviene paradigma absoluto de la humanidad”[55], (este regateo de humanidad hasta el día de hoy existe, Leopoldo Zea lo explica en su libro “La filosofía en América como filosofía sin más”) como hasta el día de hoy se da justificación de la apropiación violenta de las riquezas, todo este genocidio exigía de manera urgente para los religiosos del dinero, una argumentación axiológica y filosófica que diera razón de sus actos, lo único que impedía la matanza y apropiación por medio de la violencia era Dios, la argumentación fue que los hombres americanos no eran hombres y por lo tanto eran animales, bárbaros de lo cual no había pecado en su caza, esclavitud y matanza de dichos infrahumanos, estas son la razones de la conquista e invasión: “La justa guerra contra las comunidades indígenas de América: 1) La inferioridad natural de los indígenas; 2) el deber de extirpar los cultos satánicos y, especialmente, la practica de los sacrificios humanos; 3) el deber de salvar a las victimas de estos sacrificios; 4) el deber de propagar el evangelio. (…). Siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros, incultos e inhumanos, se niegan a admitir la dominación de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos; dominación que les traería grandísimas utilidades, siendo además cosa justa, por derecho natural, que la materia obedezca a la forma, el cuerpo al alma, el apetito a la razón, los brutos al hombre, la mujer al marido, los hijos al padre, lo imperfecto a lo perfecto, lo peor a lo mejor, para bien universal de todas las cosas. Este es el orden natural que la ley divina y eterna manda a observar siempre”[56]. Bárbaro se le designa al hombre americano, su etimología es de origen griego, es una palabra griega, “bar, bar, bar” gentes de habla ininteligible, en efecto, para qué alguien sea catalogado como un hombre debe nacer, hablar y pensar como europeo, de ésta fina selección no se escaparon ni los hijos de los españoles nacidos en tierras americanas, pues, por el simple hecho de nacer en estas tierras se dudaba de su humanidad.
 Por el afán de dinero, y el interés inmediato, los indígenas debían de abastecer inmediatamente el máximo de riqueza y de rendimiento; por esta razón estructuran una ideología de tipo esclavista. Y, el esclavo es una especie de propiedad animada, un instrumento destinado a la acción, una cosa; o bien, tiene una virtud instrumental, una virtud de la cosa, que se despliega en pleno cumplimiento de su instrumentalización de su coseidad especifica, el esclavo es un ser infrahumano sin derecho de ser tratado como hombre sino como cosa útil[57].
Riqueza, tierras y esclavos se buscaba en América, era el sueño y las esperanzas de los europeos que pisaban suelo americano, para evadir y justificar la violencia e inhumanidad ante el vaticano con el papa Alejandro VI, se fundamentaba que los nativos del nuevo mundo son infrahumanos, “no poseen ciencia alguna, ni conocen la escritura, (…), practican el canibalismo, los sacrificios humanos y la idolatría, son incontinentes y libidinosos, no conocen la propiedad privada, son tímidos y cobardes para la guerra; si construyen casas, practican un cierto tipo de comercio y viven de manera racional de algún modo, es “solamente para demostrar que no son osos, ni changos, y que no están totalmente desprovistos de razón”. (…) merecen a penas la apelación de seres humanos”[58], los indígenas americanos están –para los europeos y su dios- más allegados a la in-humanidad, esto ponía un limite muy delgado entre humanidad y animalidad. En efecto, los indígenas americanos no son humanos afirmaron los encomenderos, lo mismo era matar a un indígena que a un perro, y su domesticación era lo mismo que los animales que se les doma.
 La historia la cuentan los vencedores: la historia es amoral pero la memoria de los vencedores la muestra moral. Pero si nos damos cuenta con -Walter Benjamín- que todo documento de cultura lo es, a su vez, de barbarie, entonces descubrimos que el progreso es el precio que los vencedores de la historia hacen pagar a los vencidos. Las aberraciones cometidas a favor del dinero disfrazado de evangelización, se evidencian en la conquista en múltiples textos: “… por el contrario, el contenido universal de la palabra evangélica se dice en la relación con el otro; Yo osé decir, y no lamento afirmarlo abiertamente, que si los predicadores quieren anunciar el evangelio acompañados del estrépito de las armas, ellos deberán por lo mismo ser indignos de suscitar la fe en sus palabras… La primera palabra de la evangelización según Las Casas es el reconocimiento del otro, inclusive y sobretodo en su resistencia. Esta es la palabra que dice <<Este no es porque yo tengo la verdad que vosotros debéis aceptar, sino porque yo estoy con vosotros y vosotros estáis conmigo y que nosotros constituimos un nosotros, un espacio de universalidad concreta, íntersubjetiva; sólo desde ese espacio se me confiere pronunciar una palabra con pretensión de verdad universal>>. Palabra de verdad que se expresa en la revelación con el otro, y que no es pues una verdad-cosa, pura y simplemente disponible. Palabra de verdad como re-creación de la verdad”[59]. y no obstante el valiente Bartolomé delataba “las tiranías y opresiones, fuerza y agravios que padecen mis ovejas, los indios naturales de todo aquel obispado de los españoles, en especial de los excesivos tributos y vexaciones y en los servicios personales y en cargados como a bestias noches y días, y en tener muchos hombres y mujeres libres por esclavos...”[60].
 El nuevo Dios que resplandecía en la Europa capitalista naciente, Dios al cual inmolarán toda la periferia (América Latina primero, luego el África y el Asia), era el oro. Todo hombre del siglo XVI sabía que era el Oro era el verdadero dios del cristiano europeo, por el cual estaba dispuesto a matar, a inmolar y derramar la sangre de aquel que hubiera que quitárselo de las manos. Esta búsqueda de adoración del hombre europeo se hace evidente en toda la conquista.
La evangelización fue la primera excusa de la conquista como nos lo muestra la historia “entre estos pecadores (indios) andaba el diablo o que alguno destos hombres era el mismo Satanás”[61]. Lo más paradójico es que la lucha contra los demonios (que eran los pobres indios) se hizo en nombre de los santos (que actuaban de hecho como demonios), Para pasar a lo que venían a adorar verdaderamente, esta adoración del europeo por su dios se da en toda América, en este caso en Cuba y en Perú: “Ya sabéis cómo se dice que los cristianos pasan acá -explica el cacique Hatuey de Cuba en el año 1511- (...) No lo hacen por eso sólo, sino porque tienen un dios a quien ellos adoran y quieren mucho y por haberlo de nosotros para lo adorar nos trabajan de sojuzgar y nos matan”. Y continúa el texto: “tenía cabe sí una cestilla llena de oro (...): -Véis aquí el dios de los cristianos, hagámosle si os parece areitos (que son bailes y danzas) y quizá le agrademos, y les mandará que no nos hagan mal (...)”[62]. Tanto anhelaba el español el oro y la plata, que los indios del Perú llegaron a creer que el cristiano "comía plata y oro”[63]. En Colombia, nos dice Tomás de Ortiz que "vi que el dios y la administración que les enseñan y predican es: "Dadme oro, dadme oro”[64]. Y en México. El amor al dinero se hace más palpable cuando aflora una vez consumada la conquista, y caen los pueblos indígenas a sus pies “… Vino de adelantado don Pedro de Alvarado con todos sus soldados y entraron por Chuaraal. Traían 200 indios tlaxcaltecas [y] mataron a todos los indios de Chuaraal que eran por todos trescientos mil […]. Y vístose los indios atormentados les dijeron a los españoles que no les atormentaran más, que ahí les tenían mucho oro, plata, diamantes y esmeraldas que tenían los capitanes Nehaib Ixquín[…]. Y luego se dieron a los españoles y se quedaron con ellos, y este capitán Nehaib convido a comer a todos los soldados españoles y les dieron de comer pájaros y huevos de la tierra”[65]. Con Cortés, “se hace requisa de oro, se investiga a las personas, se les pregunta si acaso un poco de oro tienen, si lo escondieron en su escudo, o en sus insignias de guerra, si allí lo tuvieron guardado”[66]. Y la denuncia del Obispo de Chuquisaca " Avrá quatro años que, para acabarse de perder esta tierra, se descubrió una boca del ynfierno por la qual entra cada año gran cantidad de gente, que la codicia de los españoles [europeos] sacrifica a su dios(dinero), y es una mina de plata que se llama Potosí"[67]Y el cura Morelos al decir al pueblo "Abrid los ojos americanos, no os dejéis seducir por vuestros enemigos; ellos no son católicos sino por política; su Dios es el dinero [...] ¿Creéis acaso que no puede ser verdadero católico el que no está sujeto al déspota español? ¿De dónde nos ha venido este nuevo dogma, este nuevo artículo de fe?"[68]. La conquista quedó así consagrada por el nuevo dios europeo de la Edad moderna o imperial: el dios dinero. La nueva religión e ideología del reino de dios era de “estar-en-la-riqueza”, este fue en verdad el dios con el que se evangelizo en la conquista, y fue el nuevo dios al que se le daría culto y se le ofrecería toda la sangre de América, para luego pasar al África negra y el Asia, y actualmente se inmolan o se le ofrecen al dios dinero las clases trabajadoras, la mujer, el niño, la persona dentro del vientre de la mujer, el anciano y el "pobre".
De esta manera se emprende la adoración a este dios/dinero que una vez que creyó destronar al dios Luterano en Alemania, y al dios de la cristiandad del medievo, dio rienda suelta a las pasiones, pues, sin un Dios que guié y prohíba, “todo se vuelve posible”. Valor supremo es el dinero, dinero que sobrepasa cualquier otra cosa, objeto u persona, este valor como punto fijo de toda estructuración axiológica de occidente, los valores occidentales hoy son puestos en duda gracias a su ineficacia y grotesca peculiar forma de aniquilar, sutil o descaradamente al hombre. Es así que los frutos que hoy se reciben no es otra cosa que el dinero como vocero y heraldo de lo bueno y lo malo, empero, la repulsión que se tiene por el Dios trascendental portador del no y del si, se hace cada vez más palpable, repulsión iniciada en la modernidad, impulsada por la burguesía ilustrada, hasta desencadenar un ateismo, ateismo que deja de creer en la riqueza de Dios pero cree en la riqueza del mundo. El ateo que niega al Dios totalmente trascendente, es el Yo egoísta occidental, es el pagano y el paganismo es una impotencia radical de salir del mundo, y es por eso por lo que sitúa a sus dioses en el mundo (dinero). Con el descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepúltamiento de las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias occidentales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista, que ama el dinero y lo sitúa como su dios en un monoteísmo fundamental[69]. Este dios/dinero justifica la barbarie cometida en la conquista de América, origino la primera guerra mundial, al pelear las naciones por el reparto de las colonias y tierras de Asia, África y Oceanía, propicio el holocausto judío de la segunda guerra mundial, pues en ese momento los que tenían la hegemonía económica en Europa, y en especifico en Alemania: eran los judíos, incito las revueltas de cómo debía administrase el dios/dinero en   capitalismo, socialismo o comunismo, inicio la llamada “guerra fría” entre capitalistas encabezados por EE.UU. y socialistas representados por la U.R.S.S. la guerra de Vietnam, Corea del Norte, la revolución cubana, el muro de Berlín que dividía capitalistas de socialistas, son muestras de esto. Por otra parte la brutal guerra de descolonización de Asia y África, en donde países dominantes sometían y explotaban brutalmente a sus colonias sobretodo en Pakistán, y el estado de Bangladesh fruto de los conflictos por dinero, en África se evidencio esta pelea, -en especial- en el Congo Belga, Angola, Mozambique y Guinea Bissau, con la revolución de los Claveles contra Portugal. En la actualidad siguen las luchas por el dinero, la guerra por el llamado: oro negro o “petróleo”. Ésta búsqueda de riqueza justifica las múltiples guerras como: la del Golfo Pérsico, la guerra contra Irak, y la aún no resuelta, la guerra árabe-israelí que es el corazón de la región petrolera más rica del mundo.

El hombre puede vivir sin Dios pero no sin religión, explicaba Augusto Comte. De esta manera comienza la historia de la religión de un hombre que ama el dinero, En realidad, ha aparecido un nuevo dios: el oro, la plata, el dinero, pero disfrazado con otro nombre y bajo otra liturgia. Ahora los sumos sacerdotes son los ingleses y estadounidenses sus teólogos franceses (su éxodo la historia de emancipación burguesa de la tiranía del feudalismo y la Iglesia católica), su organización el "pacto industrial" que desde la metrópoli compraba cada vez más baratas las materias primas de las neocolonias. Este dios/dinero se reviste en la historia de la humanidad de nuevas palabras pero no dejan de ser adoración y religión del dinero. Sus emblemas y excusas ya no es la evangelización, ahora se llama ahora “cultura”, “progreso”, “libertad”, “ciencia”, “positivismo”, “materialismo”, “técnica”, “industria”, pero el pueblo de los indios, indígenas, campesinos, obreros suburbanos y marginados, sigue siendo inmolado a los nuevos “dioses”. “la violencia constituye el corazón verdadero y el alma secreta de lo sagrado”[70]. Porque “es el dios el que reclama víctimas; sólo él en principio se satisface del humo de los holocaustos”[71]. La inclinación hacia el dios/dinero, es decir, la acumulación originaria viene a desempeñar en economía política el mismo papel que desempeña en teología el pecado original. La acumulación inicial indica el hecho de que algunos acumulaban riquezas y otros acabaron por no tener ya nada que vender más que su pellejo: "De este pecado original arranca la pobreza de la gran mayoría, que todavía hoy, a pesar de lo mucho que trabajan, no tienen nada que vender más que sus personas[72]
El hombre de la modernidad apuesta en el dinero su vida, en un egoísmo planteado por la filosofía occidental que deja desnuda y lejana la relación con el prójimo, el otro sin su fundamento de inviolabilidad que le aporta Dios dueño del sí y del no (al que se cree haber matado), queda a la intemperie, en un pragmatismo frió e indiferente a la vida de un hombre que se ve como mercancía, y su valor se pondera en su utilidad e inutilidad, es así como las más grandes aberraciones, matanzas y genocidios son aceptados y justificados por una razón sin fundamento moral. El capitalismo es la gran religión del yo occidental, es la prostituta Babilonia, La globalización la propicio el capitalismo y el amor al dinero, que quiere enlazar a las naciones en relaciones económicas, pero que excluye a los otros inservibles. El dios dinero desglosa una antropología filosófica, el hombre es un Yo, solo, único, egoísta, pero sobretodo, interesado, y lanza un mandamiento “Amate a ti mismo por sobre todas las cosas, Te amaras a ti y solo a ti; con todo tu corazón; con toda tu mente y con todas tus fuerzas”, en esta preposición no existe lugar para el otro, -todos pueden morir menos el Yo-, el hombre así entendido se repliega en si mismo, en efecto, la muerte del otro es predecible, “no hay lugar para el otro en el Yo, la Totalidad” la muerte del otro, el otro/aborto, el otro/eutanasia, el otro/indigente, otro/pobre, otro/forastero, otro/prójimo es inminente y necesaria. La lejanía entre Yo occidental y el otro como prójimo semita se sitúan lejos de su comprensión ética, pero que en la muerte afirma el deseo de no morir, “Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este Mundo Tenebroso…”[73].
La religión y el orden social van de la mano, "la religión y el fundamento (Grundlage) del Estado son una y la misma cosa; son idénticas en y para sí [...]. Considerar la conexión existente entre el Estado y la religión es tema que trata adecuadamente la filosofía de la historia universal"[74]. El orden que sustenta la monarquía y el sistema feudal de la edad media, aceptaba que el gobernador era el soberano elegido por Dios para tomar ese puesto, es decir, era el designo de Dios que pone al rey en el trono para gobernar sin objeción alguna, en efecto, al derrocar el sistema feudal y monárquico por la burguesía, la religión fundamenta el Estado, empero, el dios que se adora es el dinero, y los que desean obtener un puesto en el Estado, lo que hacen es buscar una cartera, dinero, ejemplo claro son: las revoluciones que pretendían la libertad, igualdad, fraternidad y justicia terminaron siendo las más grandes tiranías que los mismos reyes monárquicos y los señores feudales. Si la historia nos revela la crueldad y tiranía de los conquistadores al tomar y tener el control en América, así mismo, ésta crueldad y tiranía es superada por los gobernantes de un América emancipada, así lo plasma Simón Bolívar al escribir una carta a un colega “He tenido el poder durante veinte años y no he sacado más que algunas conclusiones seguras. Primero, América es ingobernable para nosotros. Segundo, aquel que hace una revolución labra la mar. Tercero, la única cosa que se podría hacer en América es emigrar. Cuarto, este país caerá infaliblemente en las manos de pequeños tiranos”[75], la mayoría de revolucionarios que se sublevan ante las desigualdades, terminan siendo incluso más tiranos que los del antiguo régimen. El dios/dinero y su religión corrompen al neófito adorador y a sus sacerdotes. Este dios/dinero aunado al Yo Único occidental exige sacrificios. Al absoluto se le ofrece algo en signo de reverencia, honor, respeto. Lo ofrecido se destruye (se mata el animal, se quema el fruto) para significar que es sólo propiedad de la divinidad, La sangre del otro/prójimo es el culto que se le ofrece al dinero, de ahí, la constate justificación de la muerte del otro, por dinero se mata, se desprecia, se humilla, se aniquila, se secuestra, se roba, -como cual cobarde que asesina por la espalda-.
El dinero es el dios que dicta lo bueno y lo malo, lo bueno es lo que produce ganancias y lo malo es lo que hace perdidas económicas, “La totalidad/dinero es entendida como un orden global que viola al individuo, midiéndolo bajo el criterio de su aportación útil al conjunto”[76].el otro/necesitado se muestra como estorbo, como la desaportación al conjunto, tanto en la producción económica, como en lo social, político y ético, y por lo tanto inservible, desechándole, molesto e incomodo, en efecto, las clínicas de abortos asesinan al otro/indefenso por su inutilidad, desprecio a su capacidad de pedir y ser molesto, el dinero exige su culto en su sangre derramada, se mata por dinero, la fabricación de armas, de condones, de sustancias nocivas legales por amor al Dinero y su culto es el otro devorado por el dios/dinero que exige su sangre; es la necesidad de justificar la muerte del otro lo que impulsa el amor al dios/dinero; por eso, explicaba Sepúlveda al tener que justificar la muerte del nativo americano que obstaculizaba el afán de riqueza de los españoles, “El ser naturalmente inferior es el otro(…) La determinación de lo que es humano y no, no es otra cosa que la determinación del hombre occidental, que deviene el paradigma absoluto de la humanidad[77].  Esta ausencia de Dios origina ésta crisis ontológica que deriva en la confusión más radical que existe en el hombre, de ahí la frustración de Sartre que se resigna al afirmar que la verdad es imposible de alcanzar por la razón y que lo único que tiene el hombre es la libertad, es decir, ¿Cuál es el valor del hombre? y todavía más profundo ¿Qué es el hombre? ¿Por qué obrar el bien? queda para el pensamiento occidental como lo sin respuesta, la expresión que pone más en evidencia esta crisis nos la aporta -el asesino de Dios-, el propio Federico Nietzsche: “Nosotros los que conocemos nos desconocemos a nosotros mismos”[78]. La contemplación solipsista del ser y su muerte, sin un Dios se representa como la nihilidad total, y la permanencia del ser helénico, es el circulo que no conduce a nada y lo único seguro es que aguarda la muerte, ésta afirmación es la declaración de occidente, el hombre es el ser para la muerte de Heidegger, Freud y Sartre, el dios del mundo y en el que se refugia el hombre es el dinero, es decir, si la muerte es el fin trágico del hombre el dinero aporta sentido a la vida egoísta del ser más solitario del mundo, y, el amar al dinero es lo que más hace olvidar ese fin trágico y lúgubre, quedando la relación con los otros/prójimos como fría, absurda, y se declarar como lo sin respuesta, la relación con el otro sólo depende de su utilidad y las ganancias que aporte y lo inútil debe ser aniquilado.
El haber subido en un pedestal al dinero/dios los frutos no dejan de ser evidentes, en efecto, en un mundo que se deja guiar y regir por esta deidad, postula que lo verdaderamente valioso en y por si mismo es el dinero, -cuánto tienes, cuánto vales- en esta frase se resume lo que se puede considerar digno en un mundo en el que reina el dinero, es por eso, que la dignidad y el valor del hombre en cuanto hombre no existe, queda oculto a los ojos del que ama y sirve a este dios, la dignidad del hombre queda reducida en la concepción de un hombre-cosa, hombre-mercancía que se vende o se mide de acuerdo a su utilidad a la totalidad. Sí el hombre es tratado como fin en si mismo o como medio, cae sin alternativa alguna de reducirlo a un utilitarismo, Kant ha fracasado y junto con el todo el humanismo occidental, en donde la realidad sobrepasa a las teorías éticas o humanistas, en donde el hombre no ve por el hombre, sino por su interés y su egoísmo. El Ser es interés, es Egoísmo. El hombre nunca a dejado de ser religioso, siempre ha adorado a un dios/fetiche, que le da seguridad, consuelo, sentido, protección, pero que en su soberbia se ha declarado ateo, el ateismo más radical es de aquel que aún creyendo que no cree, adora irónicamente a un dios que aún no ha descubierto, y además inconscientemente da culto en cada negación que hace al otro que amenaza en su proximidad de pedir aunque sea un pedazo de pan. El verdadero ateismo: es de aquel que niega la adoración del dios/dinero, este ateismo debe ser practicado en todo el occidente, para ser un buen ateo. Este párrafo entiende muy bien, el verdadero sentido del ateo ideal que preciso dar a conocer, que pinta para la actualidad el ideal de vida y los rasgos del verdadero ateo y filósofo: “Aquel que ha llegado a formar parte de esta minoría (…), y que por otra parte ha percibido bien la demencia de la multitud... y a la manera del caminante que, sorprendido por una tempestad, se arrima a un paredón para resguardarse de la tromba de polvo y agua empujada por el viento... se da por satisfecho si puede él vivir, limpio de injusticia y de acciones impías, esta vida de aquí abajo, y salir de ella, cuando le toque salir, en la serenidad de la buena conciencia y con la hermosa esperanza”[79].

4. La apertura a una nueva ética.

La historia del mundo occidental se ha escrito con sangre, sangre derramada que exige y clama justicia, las voces de los inocentes son tiradas al olvido, y sí no hay un Dios que haga justicia; el mal ético no tiene ninguna objeción, -la justicia humana no existe-, pues, existen algunos que por el poder que ejerce dinero sobre los hombres, están por encima de la justicia humana, es más, ellos hacen la justicia, mientras el pobre, el huérfano, la viuda, el inmigrante, el humano en potencia que está apenas en el vientre y el anciano inservible se ahogan en su sangre y en la sal de sus lagrimas, se duelen por sus heridas y su sangre se derrama sobre su agonía solitaria. El gran Caín es el Yo occidental. La sabiduría del mundo se aplaude cuando se justifica y se demuestra de manera brillante, racional y esplendida la muerte del otro. La ética que nos rige es el pragmatismo es la gran ética del capitalismo, del dinero. Empero, los grandes emporios económicos se construyen sobre la sangre del otro, el trafico de drogas, armas, personas, órganos, las clínicas abortivas, el alcoholismo, tabaquismo, la farmacéutica, la industria del condón, etc., La vida del hombre occidental se vive conforme a la teoría de Darwin, como el Darwinismo social lo explica, el hombre más adaptado (más adinerado o más capaz de hacer riqueza) tiene el derecho de someter a los demás o como aquella mentira aplaudida en México que explica que “el respeto al derecho ajeno es la paz”, es decir, que aquel hambriento que se le niega el pan, debe respetar aquellos que exhiben su abundancia sin reparo ni reclamo alguno, en efecto, -el otro es por naturaleza inferior-, el sistema capitalista se torna como el sistema económico más depredador conocido, como la pelea de muchos animales dispuestos a obtener el reino de la jungla. La antropofagia es practicada por el sistema racional del orden occidental, la alimentación de la carne de los más débiles para poder sobrevivir. No existe altruismo o filantropía en el mundo del dinero, sólo existen limosnas que logran acallar momentáneamente la conciencia del que ha asesinado, explotado u oprimido al otro. El dinero es el dictador de lo bueno y lo malo, del si y del no. el hombre vive para él, -El dinero fue hecho para el hombre y no el hombre para el dinero-, el dinero es como un vampiro que chupa la vida de los hombres, se alimenta de él, lo chupa hasta que muere, pero el dinero perdura[80].
El Ser occidental no tiene espacio para la comprensión del otro, lo que comúnmente se llama prójimo, que afecta en la proximidad con sus limitantes y necesidades, se torna molesto y tortuoso, carga pesada e inútil, para el Ser occidental categorías como perdón, caridad, amor, responsabilidad y sacrificio son desconocidas o mejor dicho -superan al Ser-, Amar, perdonar, y sacrificarse por el prójimo, trascienden al Ser, y el Ser filosófico racional lo llama locura o estupidez,  San Pablo se decía Loco, tachado de Estupido al predicar la cruz, el sacrificio por amor y perdón. Desde el sufrimiento del otro, su necesidad, su carencia y fragilidad no necesita ser entendida u estructura filosóficamente para añadirla a las categorías del Ser, sino ser saciada y respondida dicha necesidad, la acción sustituye a la idea. Conocimiento es sensibilidad, un intelecto sintiente promulga el lenguaje y le dota de significado. La inmediatez de lo sensible del sufrimiento del otro se postula como ofensa al Ser, al Ego occidental único e interesado. La objetividad se manifiesta en la necesidad del otro, esta es la Verdad: el prójimo que exige ayuda y no comprensión, acción en vez de intelección, Amor en vez de razón. Esta vocación que viene del otro como otro y prójimo, supera la racionalidad occidental, trascendentalidad del Ser que se le estima como Infinito, teología de un Dios que se le ha asesinado, pero que incluso en su muerte o silencio es necesario negar la existencia de Dios, porque si Dios no puede enjugar las lagrimas del otro, darle de comer, vestido y posada, la responsabilidad cae ineludiblente sobre el que se topa con la proximidad del sufriente, del que padece la ausencia de Pan, vestido y posada, la responsabilidad cae sobre un Yo egoísta y soberbio. Entonces se desarticula el egoísmo y se responsabiliza de un otro y prójimo que le exige ayuda y piedad. El que supera al Ser occidental es el que actúa antes que pensar “que estoy haciendo por este hombre que no me va a pagar” –que tengo yo para con el-, el que actúa con misericordia, piedad, amor y perdón, trasciende al Ser y la sabiduría occidental lo desplaza del orden establecido como loco, peligroso estado patológico de racionalidad fuera del Ser occidental.
El otro entra al mundo por voluntad de deseo, deseo de vida, la vida que se engendra en la fecundación de la relación sexual, la maternidad refleja el acogimiento del otro en ceno del Yo, el Yo egoísta y único que se enfrenta a la muerte por dar vida a otro,  el otro como otro y prójimo nos da la sensación de sentirnos vivos, y nos muestra la idea del Infinito, la relación con el otro sufriente tiene ese carácter de eterno, es la muestra de que el otro como vocación nos  arrastra hacia el involuntariamente, es nuestro verdadero deseo, esta relación es la epifanía de lo verdaderamente deseado y al mismo tiempo lo repudiado, en una razón que lo desecha pero en un deseo que lo apetece sublimemente, es lo que se entiende como deseo metafísico: “El deseo metafísico no aspira al retorno, puesto que es deseo de un país en el que no nacimos. De un país completamente extraño, que no ha sido nuestra patria y al que no iremos nunca. El deseo metafísico no reposa en ningún parentesco previo. Deseo que no se podría satisfacer. Porque se habla a la ligera de deseos satisfechos o de necesidades sexuales o, aún, de necesidades morales y religiosas. El amor mismo es, así considerado, la satisfacción de un hambre sublime. Si este lenguaje es posible, es por que la mayoría de nuestros deseos no son puros y el amor tampoco. Los deseos que se pueden satisfacer sólo se parecen al deseo metafísico en las decepciones de la satisfacción o en la exasperación de la no-satisfacción del deseo que constituye la voluptuosidad misma. El deseo metafísico tiene otra intención: desea el más allá de todo lo que puede simplemente colmarlo. Es como la bondad: Lo Deseado no lo calma, lo profundiza”[81].
El hombre se ha dado cuenta que nada le satisface, que es un ser de deseo. El deseo es un hambre sublime, nace de lo no-obtenido o de lo inalcanzable, incitado por la insatisfacción de la realidad o de cosas pusilánimes, cosas o realidades que alimentaban la imaginación con sueños y promesas de verdadera felicidad y saciedad, en efecto, en la obtención de lo deseado y la consumación voraz de aquella realidad o cosa, el deseo no se sacia y mucho menos disminuye sino que el deseo aumenta, crece abismalmente en un eterno desear, es así, que el deseo de felicidad que esta anclado en el fondo del ser humano, se muestra imposible. En la mayor obtención de deseos logrados, frustran la esperanza obtenida en el hambre de poseer, la ilusión de saciar todas las expectativas que se imaginaba en ese deseo, nada calma al deseo en una eterna desilusión de las cosas o realidades anheladas, desear y buscar, obtener y no saciar, poseer y no encontrar sosiego sino volver al deseo. Cuando más se desea, más se busca, más se posee y más el deseo aumenta. La triste decepción de lo obtenido, de lo que parecía prometer felicidad y sosiego, se torna falso y envilece al defraudado y engañado, la insatisfacción del deseo sexual, hedonista y material fragua un pesimismo nihilista, que culmina en el suicidio voluntario. Para mantenerse con vida el hombre -siempre ingenuo y creativo- busca nuevas formas de satisfacción, formas de alineación que duerman la triste decepción de la realidad, pues el deseo de felicidad se mantiene siempre lejano e inalcanzable pero al mismo tiempo forja la máxima alineación: el Egoísmo.
¿Cómo hacer evidente esto? en los magnates multimillonarios que viven en el hastío de saciar todas sus apetencias y ser infelices, y no encontrar sosiego a pesar de todos los bienes obtenidos, empero, el hombre se encuentra ante algo, siempre deseando en una insatisfacción que perdura y de pronto, se da cuenta que pasa el tiempo y envejece, cambia y finalmente se da cuenta que muere y “mientras más concientes estamos de que vamos a morir y es más fuerte esta amenaza, más nos aferramos a vivir. Es el miedo a la muerte y el deseo de no morir lo que nos obliga a pensar”[82]. Este deseo de no probar la muerte, el deseo de no-morir es el máximo deseo anhelado, deseo que cuando se satisfaga ya nada será deseado, esta es la esencia del otro, que en su llamado al egoísmo, lo fractura, desquebraja el deseo y lo sacia, el deseo de eternidad, deseo de no morir, deseo metafísico es lo que contiene el llamado del otro en su miseria y exposición de muerte, es su vulnerabilidad el llamado a la eternidad, el rostro del Infinito escondido entre la mugre, la peste y la sangre de aquel que experimenta el sufrimiento, la angustia y la desesperación, es el Infinito que llama desde el rostro de los desamparados de este mundo. Esta apetencia sublime de desear se ve seducida desde la vanidad del mundo, es la promesa de felicidad lo que seduce “al ser de deseo” en el egoísmo y en la estructuración racional del capitalismo como la única forma de satisfacer este deseo, en efecto, el hombre más trabaja, más explota, más consumé, más busca formas de satisfacción, más alienado está, no encuentra reposo y más aumenta su hambre de deseo, dejándolo cansado de buscar. Sí, sí, lo veo; una enorme actividad social, una poderosa civilización, mucha ciencia, mucho arte, mucha industria, y luego, cuando hayamos llenado el mundo de maravillas industriales, de grandes fábricas, de caminos, de museos, de ciencia, de bibliotecas, caeremos agotados al pie de todo esto, y quedará ¿para quién? ¿Para quién se hizo todo esto? y cuando ya no quede nada por que pelear, que inventar, que desear, quedara el hombre rendido, frustrado y decepcionado de todo cuanto el creyó que saciaría sus anhelos, y entonces aceptara que es un ser para la muerte, y dirá: ¡ya nada vale la pena! si de todos modos muero.  
El ser occidental se repliega en la muerte, la acepta y se resigna, es el ser para la muerte, de Heidegger, de Freud, de Sartre y de Marx. La carnalidad nos demuestra nuestra fragilidad, lo fugaz y contingente que es la vida, y la constante amenaza de la muerte sobre nuestra carne, la vida que se escapa en unos instantes y a la que se aferra el moribundo, la vocación que tiene como esencia el otro es la pregunta del infinito ¿Dónde esta tu hermano?
El que descubre a sus semejantes en la proximidad de la piel a piel, del rostro encontrado con otro rostro humano, se desnuda ante el su vocación, la magnitud del sufrimiento, angustia y desesperación rompe los lazos con la Totalidad y el  Ser para la muerte, en efecto, el otro ya no se muestra tan peligroso como el Lobo de Hobbes, ni tan Infernal como Sartre, ni tan incompresible como el bárbaro de los griegos, ni tan inferior como el indígena de Sepúlveda, sino que se muestra en condición de exposición, de desnudez, de indefenso, de amenazado de muerte, la vocación que se postula como imperativo, siquiera en la pregunta: ¿Qué tienes? rompe lazos con la filosofía occidental y se sustituye por la responsabilidad que se evidencia en la carnalidad sufriente y expuesta a la muerte, la verdad del hombre y por lo tanto de toda la antropología filosófica, es el sacrificio por el otro, el hombre es un ser llamado al sacrificio por su hermano de carne y hueso, ésto responde las tres preguntas kantianas: ¿Qué puedo conocer? El sufrimiento del otro como otro y como prójimo; ¿Qué debo hacer? Sacrificar mi gozo, mi egoísmo por el otro; ¿Qué me cabe esperar? el infinito, el reino de Dios, la vida y no la muerte. El hombre no existe como libertad sin sentido, sino como libertad que se vuelca al otro, se convulsiona por él, como frenesí desquiciado de aquel que se siente culpable, desnudo y en evidencia del otro que lo mira y le llama diciendo: ¡No me dejes morir!. La ley positiva y la ley natural se desarticulan, los derechos y la paz son indefinidamente articulados en una expectativa de anarquía y miedo, las leyes tiemblan y temen al hombre, el dios/dinero esta por encima de la ley positiva y la ley natural, porque seduce la voluntad y la libertad del hombre –seduce su corazón-. La ley natural es irracional porque incluso el hombre acepta el mayor mal y evita el mayor bien por el dinero, y lo mejor de la racionalidad occidental es que justifica y vuelve racional lo irracional, lo plasma, lo sustenta jurídicamente, sin embargo, el despojo que hace el rostro del otro carnal, exige incluso al más vil y ruin criminal: “piedad y misericordia”, categorías más allá del Ser y superación del Mismo. Vocación que acepta la muerte del Yo/Mismo por el otro que me llama. Vocación violenta e invasiva que conmueve las entrañas del que mira al otro cara a cara, la libertad desaparece y la bondad resplandece en una epifanía odiseica,          -porque atraviesa desarticulando todo interés- para tomar el imperativo implícito del que te mira, ¡Amaras y no permitirás su muerte!, porque su muerte exige la tuya, y su vida reclama tu compasión y ayuda.
Es necesario que el hombre sea egoísta porque mientras más desee y posea, mayor será su insatisfacción hasta que experimente la muerte, ¡Bien aventurados los que lloran, porqué serán consolados! “Ahora bien, vosotros, ricos; llorad y dad alaridos por las desgracias que están por caer sobre vosotros. Vuestra riqueza esta podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados a herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorara vuestras carnes como fuego (…) habéis vivido sobre la tierra lujosamente y os habéis entregado a los placeres; habéis artado vuestros corazones para el día de la matanza” (St 5, 1-3. 5) Los que lloran en el mundo no son los pobres, los huérfanos o las viudas sino los que aún teniendo todo en la vida sufren, y se dan cuenta que en el egoísmo no está la vida, que el egoísta entre más obtiene más desea en un pozo profundo de insatisfacción, en donde sólo puede contemplarse la infinita profundidad de la nada a la que el hombre mira. El rico es el ser para la muerte, vive la muerte, la experimenta, la prueba y se cobija en ella, en el temor y miedo de algún perderla, el rico esta destinado a servir a la muerte, se abraza de ella, la adora y le ama, porqué aún experimentándola se goza en ella, incapaz de servir y de sacrificio, aún así, la vida de lujos no calla su vocación, su llamado, y es por eso que cada acto altruista o filántropo calla en sus entrañas este llamado del rostro del otro. Las cercas y rejas que rodean a los países ricos no es otra cosa que el miedo a establecer el contacto del cara a cara con el pobre, el otro, el prójimo, porque en él encontrara una vocación que los desliga y despoja no sólo de su dinero sino de si mismo para donarse al otro. El otro como otro, en efecto, es peligroso porque llama, despoja, desliga, exhorta, invita y deja desarmada la libertad y desnuda la voluntad para seducirla en el encuentro erótico de donarse al otro, esta apertura o ruptura que provoca el otro como prójimo en el Egoísmo racional occidental, del Yo, Único, individualista, solo e interesado del Ser, es lo que no se puede entender, lo desechado, lo desplazado y se muestra como irracional, ilógico, lo no-conocido pero sí le puede y le otorga apelativos muy descriptivos como: molesta relación, como vocación repulsiva, horrorosa y grotesca para el Ser occidental, la filosofía del Ser. El Ser occidental que no creía en la trascendencia más aun había creído matar al Dueño de la trascendencia para interés suyo, hoy es trascendido, herido y lastimado por esta relación con el otro que se revela, no con revolución, armas o anarquía sino con la mirada sufriente del pobre, del huérfano, de la viuda, del extranjero, de prójimo que invita a matar el egoísmo por un desprendimiento de si mismo que va más allá del Ser, y se entiende como Infinito. Esta vocación como despojo de dinero, de bienes materiales es lo que introduce anarquía en la racionalidad occidental, es de ésta manera que el otro como otro y como prójimo debe entenderse como peligroso y repulsivo, en efecto, la amistad es imposible, pues el amigo debe entenderse desde la razón como un igual, la amistad se establece en cuanto que el otro no es molesto y estorboso, las clases sociales así lo demuestran. La razón es interés, todos los hombres buscan la amistad por su utilidad, y se dice que sólo en la adversidad se le puede probar, porque en la prosperidad todos quieren parecer buenos amigos, pero incluso en la adversidad hay quienes engañan y disimulan, y si permanecen fieles en el infortunio, es como un medio de utilizar la afección más tarde, cuando vengan los días de prosperidad. La imposibilidad de la amistad la hace evidente Aristóteles, dado los exagerados requisitos, define que no existe el verdadero amigo: “Es bueno que el individuo desee para sí mismo su propio bien, nadie se sirve a sí mismo con la mira de otro fin, ni por ganar el favor de nadie: La mistad es una igualdad de intereses”[83], esto le hace exclamar a Nietzsche en su libro -humano demasiado humano-: ¡Oh amigos no hay amigos!, grito el sabio moribundo; ¡Oh enemigos no hay enemigos! grito yo, el loco viviente. El Sabio moribundo es aquel sutil conocedor de todo el sistema racional occidental, y se da cuenta de que nunca tuvo una verdadera amistad que el interés y el egoísmo de los dos acuerdos afectivos delimito su amistad, nunca tuvo un verdadero amigo, y le espera la muerte, es el ser para la muerte de Heidegger, y el enemigo, este otro/prójimo repulsivo que le pedía limosna, tiempo y responsabilidad, al dotarle de sentido y de Infinito era el verdadero amigo, es decir, por eso exclama el Loco viviente, Locura es la del que ve en el otro pobre, desventurado, sufriente y sucio prójimo, descubre en él la verdadera amistad, la verdadera re-lación, vocación no interesada y egoísta, lo que sus amigos no le podían dar, El Infinito es lo que el otro nos da y lo que la amistad como igualdad, interés y egoísmo nunca dará, El sabio que esta al borde de la muerte da razón de esto, y el loco que esta vivo, es loco y rechazado porque se ha dado cuenta de esta relación, esta vocación de despojo de si mismo por la idea y experiencia de Infinito.
Este llamado propio del otro o prójimo, es su esencia filosófica, llamado de compasión, sacrificio y donación, el llamado que es visible en el contacto con el rostro del prójimo, que desquicia la liberta y llama violentamente en la sensación de ser suyo sin pleno consentimiento u advertencia, esta capacidad del otro como llamado, es la pesadilla de la libertad e interés del Ser o del Mismo,  “…La experiencia del amor que ahora a llegado a ser verdaderamente descubrimiento del otro, superando el carácter egoísta que predominaba en el Ser. Ahora el amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansia más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún lo busca”[84]. En conclusión el otro como vocación se vuelve religión, religare traduce el latín, ligar, atar, amarrar, el otro como propiedad del Infinito nos ata, infinito que evoca esperanza, y la esperanza invita al sacrificio, invitación que desarticula la libertad, la fractura en el encuentro del cara a cara, con tan sólo decir, “buenos días, Señor” que funda tanto la filosofía, como la ética. El culto que nos exige ésta religión de la alteridad, es la bondad y el desprendimiento de si mismo, del Ego-ísmo, por el otro/prójimo que aguarda a ser respondido en sus legítimas reclamaciones. El otro como Otro y como prójimo es la morada de Infinito, imago Dei, si se le quita esta cualidad al hombre de ser vocación al infinito, a no morir,  se vive en un mundo de cosas y no de hombres, dispuestos a ser valoradas de acuerdo a su utilidad, y no de acuerdo a su dignidad, en efecto, el pobre, el desnudo, el hambriento, el inmigrante, son evidencias de las inconsistencias teóricas del sistema racional propuesto, tanto económico, político, social, mercantil y ético, mas aún, el que sufre la amenaza de muerte por la ley establecida y justificada, pone en evidencia la precariedad del concepto: Hombre.
El culto al otro, ésta apertura a la bondad ilógica e irracional, es al mismo tiempo como la idea de Bien que nunca ha sido humana, y las dos tradiciones lo ponen de manifiesto, tanto para el griego, judío, como para el cristiano, el bien no está en el hombre alcanzarlo, Él tiene que venir a nuestro encuentro, de esta manera pensamos ¿Qué o quién es Dios? La religión es una necesidad del hombre, y A. Comte lo sabía, el hombre ya sea antiguo o moderno fabrica sus fetiches/dioses, y la idea de un dios es necesaria para el hombre, estos dioses se revisten de muchas mascaras, pero en el fondo cumplen una función esencial, dotar de sentido la vida del hombre y entregarle normas para la vida buena, el ateismo como puro no es posible, si se busca un dios, un dios verdadero en la filosofía del Ser, se entablaría un debate eterno, dialéctico, para defender a múltiples deidades, politeístas seriamos, en efecto, el monoteísmo hebreo revela un Dios no fabricado, inventado o mitológicamente insertado en la vida del hombre, sino un Dios que se hace hombre para estar en la historia humana, que no es ajeno a la vida humana, antes bien experimenta la muerte para resurgir con vida, este hecho es lo que manifiesta la vocación al infinito del hombre, de un Dios histórico y no fabricado.   
El otro tiene ese carácter de trascendencia, por ser el otro propiedad de Dios, le esta prohibido hacer daño al prójimo, su carácter de inviolabilidad es en definitiva lo no-categorizable para el Ser y su filosofía, el otro como imago Dei viene a nuestro encuentro, y tiene en su rostro esa capacidad de poseer y hacer suyo al hombre antes de cualquier decisión, despedaza la libertad y le entrega sin remedio a este imperativo “ámame” que traducido es ayúdame, responsabilízate de mi, sacia mi hambre y mi sed, vistéeme, protegedme, cuídame, éste llamado no proviene de un hombre a otro hombre sino de un profeta enviado de Dios a un hombre solitario que busca ser saciado, curado, un hombre egoísta que busca reposo, sosiego de si Mismo, éste carácter de ruptura de si mismo es el mensaje que traen estos profetas que incluyen anarquía al orden planeado de cada persona, fractura o anarquía es lo que introducen el otro/pobre, huérfano y viuda, en la vida de quien lo acoge, escucha el llamado y responde, y en la acogida de este otro molesto, incomodo esta el rostro Infinito de éste Dios oculto que se vale de sus profetas para fracturar el egoísmo mundano para pasar a un alter-ísmo eterno.
La racionalidad occidental ha seguido su apetencias, las ha justificado y asentado como validas, pero son injustas, sucias e inhumanas, alardea el sistema racional del orden establecido, saciar las apetencias de todos los hombres, pero lo que hace en realidad, es justificar la muerte ¡y muerte de los más débiles e indefensos!, el hombre posmoderno adora la muerte, revestido de un dios/dinero capaz de poseer el mundo, pero no la vida, se aferra a lo más cercano, desorientado, débil y frustrado acepta el porvenir del nihilismo, de la nada, el ateo se gloria en la imposibilidad de demostrar la existencia de Dios como Totalmente trascendental, pero en su ceguera se hace fiel servidor de otros dioses, camina, pues en la oscuridad, creyéndose inteligente sea vuelto Estupido, esclavo de un dios que oprime. El verdadero ateismo es el que niega al dios/dinero y apuesta por la responsabilidad y sacrificio por el otro, que irrumpe en su extraña pero resonante vocación. Lo único que queda al final es la esperanza, de que algún día el sufrimiento del otro deje de existir y pueda despertar el Amor del hombre posmoderno, esta apertura amorosa que rompe lazos con el Ser, la Totalidad y despliega anhelos de Infinito. 


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[1] Cf. H. U. von Balthasar, Casta meretrix: Sponsa Verbi. Guadarrama, Madrid 1964, 239-240. en: Joseph Ratzinger, Introducción al cristianismo.
[2] Cf. Cerruti, Horacio, La utopia en America, UNAM, Mexico, 1991. pag. 25.
[3] Levinas, Emmanuel, De otro modo que ser o más allá de la esencia, Sígueme, Salamanca, 2003. p 46.
[4] Hch 17, 32.
[5] 1 cor. 1. 22-23.
[6] Rahner Hugo, El misterio del cristianismo, Desclée De Brouwer, Bilbao, 2000, p. 20.  
[7] Cf. HALL, D., “La China moderna y el Occidente postmoderno”, en: Cultura y modernidad, Barcelona, Kairós, 2001, p.76.
[8] “El padrino”
[9] Cf. Revista de Filosofía. Universidad de Murcia, Vol. 27 Núm. 2 (2002): 305-336. Eugenio Moya Cantero, Filosofía, literatura y verdad.
[10] Obras completas. Madrid. 1967. Tomo VII. p. 129.
[11] Dussel, Enrique. El dualismo en la antropología de la cristiandad. Desde los orígenes hasta antes de la conquista, Guadalupe, Buenos Aires, 1974. p. 55.
[12] Cf. Benedicto XVI, carta encíclica, Deus caritas est, (25 de diciembre del 2005), 4.
[13] Levinas, Emmanuel, Totalidad e infinito, Sígueme, Salamanca, 2006.
[14] Levinas, Emmanuel, De otro modo que ser o más allá de la esencia, Op, Cit. p. 47.
[15] Marcel, Gabriel. Ser y tener; trad. de Ana María Sánchez. Caparros. 2003. Madrid. p. 31.
[16] Ibid. p. 68.
[17] Prometeo, en la mitología griega, uno de los titanes, conocido como amigo y benefactor de la humanidad, hijo del titán Jápeto y la ninfa del mar Clímene o la titánide Temis. Prometeo y su hermano Epimeteo recibieron el encargo de crear la humanidad y de proveer a los seres humanos y a todos los animales de la tierra de los recursos necesarios para sobrevivir. Epimeteo (cuyo nombre significa ‘ocurrencia tardía’), procedió en consecuencia a conceder a los diferentes animales atributos como el valor, la fuerza, la rapidez, además de plumas, piel y otros elementos protectores. Cuando llegó el momento de crear un ser que fuera superior a todas las demás criaturas vivas, Epimeteo se dio cuenta de que había sido tan imprudente al distribuir los recursos que no le quedaba nada que conceder. Se vio forzado a pedir ayuda a su hermano, y Prometeo (cuyo nombre significa ‘prudencia’) se hizo cargo de la tarea de la creación. Para hacer a los seres humanos superiores a los animales, les otorgó una forma más noble y les dio la facultad de caminar erguidos. Entonces se dirigió a los cielos y encendió una antorcha con fuego del sol. El don del fuego que Prometeo concedió a la humanidad era más valioso que cualquiera de los dones que habían recibido los animales.
Estas acciones de Prometeo provocaron la ira del dios Zeus. No sólo había robado el fuego para los seres humanos, sino que también engañó a los dioses haciendo que ellos recibieran las peores partes de cualquier animal sacrificado y los seres humanos la mejor. En una pila, Prometeo colocó las partes comestibles de un buey, la carne y las entrañas, y las recubrió con el vientre del animal. En otra puso los huesos y los cubrió con grasa. Al pedirle a Zeus que eligiese entre las dos, el dios optó por la grasa y se sintió muy disgustado al descubrir que ésta cubría una pila de huesos. A partir de ese momento, sólo la grasa y los huesos se entregaron a los dioses en sacrificio; la buena comida quedaba para los mortales. Por las transgresiones de Prometeo, Zeus lo hizo encadenar a una roca en el Cáucaso, donde era atacado constantemente por un águila.
[18] Aristóteles, Física, II, 1, 192b 20.
[19] Aristóteles, Metafísica, V, 4, 1015a 13.
[20] Orfismo (mitología), en la religión clásica, culto místico de la antigua Grecia, que se creía fundado en los escritos del legendario poeta y músico Orfeo. Pasajes poéticos fragmentarios, que incluían inscripciones en tablillas de oro encontradas en las sepulturas de los adeptos órficos desde el siglo VI a.C., indican que el orfismo se basaba en una cosmogonía centrada en el mito del dios Dioniso Zagreo, el hijo de las divinidades Zeus y Perséfone. Furioso porque Zeus deseaba hacer a su hijo soberano del universo, los celosos titanes desmembraron y devoraron al joven dios. Atenea, diosa de la sabiduría, fue capaz de recuperar su corazón, que llevó a Zeus, quien se lo comió y dio nacimiento a un nuevo Dionisio. Zeus castigó después a los titanes destruyéndolos con su rayo y, de sus cenizas, creó la raza humana. Como consecuencia de ello, los seres humanos tienen una naturaleza dual: el cuerpo terrestre era la herencia de los titanes nacidos de la tierra; mientras que el alma derivaba de la divinidad de Dionisio, cuyos restos se mezclaron con los de los titanes.
Según los principios del orfismo, los seres humanos se esfuerzan por librarse del elemento titánico, o representación del mal, propio de su naturaleza, y buscarían preservar lo dionisiaco, o divino, naturaleza de su ser. El triunfo del elemento dionisiaco se puede conseguir siguiendo los ritos órficos de purificación y ascetismo. Según esta religión, a través de una larga serie de reencarnaciones, los seres humanos se preparan para la vida después de la muerte. Si han vivido en el mal, serán castigados, pero si han vivido en la santidad, después de su muerte sus almas se liberarán completamente de los elementos titánicos y se reunirán con la divinidad.
[21] Cf. Ricoeur, Paúl, Finitud y culpabilidad, Labor, Barcelona. 2003. p. 429.
[22] Noriega, Héctor, Para leer a Nietzsche, Cuadernos el topo, México, D.F. 1997. p. 38.
[23] Platón, Republica, 582 c.
[24] Aristóteles, Ética a Nicomaco, 1139b, 20.
[25]  Ibid, 1177b. 29.
[26] Ibid.  X, 8, 1179a 13.
[27] García Ruiz, Pedro Enrique. Filosofía de la liberación una aproximación al pensamiento de Enrique Dussel. Driada. México D. F. 2003. pp. 57-58.
[28] Tresmontant, Claude, Estudios de metafísica bíblica, Gredos, Madrid, 1961, p. 8.
[29] Ex 14, 31.
[30] Buber, Martín, Eclipse de Dios, Sígueme, Salamanca, 2003. p. 131.
[31] Cf, García Ruiz, Pedro Enrique. Filosofía de la liberación una aproximación al pensamiento de Enrique Dussel. Op. Cit. cita 117.
[32] Levinas hace referencia a esta cita en el comienzo de su obra; De otro modo que ser o más allá de la esencia, haciendo referencia a esta tradición a la que el pertenece, la unidad, responsabilidad y preocupación por el otro. Él quiso trasportar esta tradición a occidente, imposible de categorizar por los puntos de partida totalmente distintos, de lo cual se le atribuyo como un equivocismo, misticismo imposible de categorizar.
[33] Si caminas según mis preceptos y guardas mis mandamientos, poniéndolos en práctica, Yo os llevare las lluvias a su tiempo, para que la tierra de sus frutos y el árbol del campo su fruto. El tiempo de trilla alcanzara hasta la vendimia, y la vendimia hasta la siembra; comeréis vuestro pan hasta saciaros y habitareis seguros en vuestra tierra.
Yo traeré paz a la tierra y dormiréis sin que nadie perturbe vuestro sueño; haré desaparecer del país las bestias feroces, y la espada no traspasara tus fronteras. Perseguiréis a vuestros enemigos, que caerán ante vosotros a filo de espada. Cinco de vosotros perseguirán a cien, y cien de vosotros perseguirán a diez mil; vuestros enemigos caerán ante vosotros a filo de espada.
Yo me volveré hacia vosotros. Os haré fecundos, os multiplicareis y mantendré mi alianza con vosotros. Comeréis de la cosecha aneja y tendréis que tirar la aneja para dar cavidad a la nueva. Estableceré mi morada mi morada en medio de vosotros y no os rechazare. Me paseare en medio de vosotros, y seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. Yo soy Yhwh vuestro Dios, que os saque del país de Egipto, para que no fueseis sus esclavos; rompí la coyunturas de vuestro yugo y os hice andar con la cabeza bien alta. (Lv. 26, 3-13)

[34] Pero si no me escucháis y no cumplís todos estos mandamientos; si desprecias mis preceptos y rechazáis mis normas, no haciendo caso de todos mis mandamientos y rompiendo mi alianza, también yo haré lo mismo con vosotros. Traeré sobre vosotros el terror, la tisis y la fiebre, que os abrasen los ojos y os consuman la vida. Sembrareis en vano vuestra semilla, pues el fruto se lo comerán vuestros enemigos; os tiranizaran los que aborrecen y huiréis sin que nadie os persiga.  Si no con eso me obedecéis, volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados, quebrantare vuestro orgullo y vuestra fuerza y haré vuestro cielo como hierro y vuestra tierra como bronce. Vuestras fuerzas se consumirán en vano, pues vuestra tierra no dará sus productos y el campo del árbol negara sus frutos. Y si seguís enfrentándome a mi y no queréis oírme, volveré a castigarlos siete veces más a causa de vuestros pecados, soltare contra vosotros las fieras salvajes, que os privaran de vuestros hijos, exterminaran tu ganado y os reducirán a unos pocos, hasta que vuestros caminos queden desérticos … y romperé mi alianza que hice con ustedes los israelitas. (Lv. 26, 14-22).    
[35] Kant, Immanuel, Critica de la razón práctica. FCE, UNAM, Casa abierta al tiempo. México DF. 2005.  p. 99
[36] Gn, 3, 4-5.
[37] Buber, Martín, Eclipse de Dios, Sígueme, Salamanca, 2003. p. 56.
[38] Cf. X Leon-Dufour, Vocablo de Teología bíblica, Herder, 2006. p. 776.
[39] Aristóteles, Política, I, 3, 1253 b 5-13.
[40]Gómez Muller, Alfredo, La cuestión de la legitimidad de la conquista: Las Casas y Sepúlveda, Ediciones del ayuntamiento de Orizaba, Ver, 2005, Trad. de Jacob Buganza, p. 25.
[41] Levinas Emmanuel, Humanismo del otro hombre, Siglo XXI, México D. F. 20005. pag. 93.
[42] ¿Cómo hablar de Dios al hombre de hoy? Un desafió para la filosofía del siglo XXI, Francisco Xavier Sánchez Hernández (coordinador) Universidad Pontificia de México, México, 2006. p. 111.
[43] Marías, Julián, La mujer en el siglo XX, Alianza, Madrid, 1980. p. 224.
[44] Cf. Levinas, Emmanuel, Totalidad e infinito, Sígueme, Salamanca, 2006. pp. 214-215.
[45] Levinas, Emmanuel, Humanismo del otro hombre, Siglo XXI, México, 2005. pp. 108-109.
[46] Gn, 3, 4-5.
[47] Marcel, Gabriel. Ser y tener; trad. de Ana María Sánchez. Caparros. 2003. Madrid. p. 223.
[48] Levinas, Emmanuel, Humanismo del otro hombre, Siglo XXI, México, 2005. pp. 108-109.
[49] Cf. Sánchez Vázquez, Adolfo, Ética, Grijalbo, México D. F. 1986. p. 233.
[50] Marx, Carlos, El capital, FCF, Mexico, 1997, p. 634.
[51] Ibid.
[52] Academia de ciencias de la URSS, ciencias económicas y sociales, Manual de economía política, Grijalbo, México, Barcelona, Buenos Aires, 1960. p. 72
[53] Gimbernat, J. A. (1983): Ernst Bloch. Utopía y esperanza, Madrid, Cátedra, Pág. 63-64.
[54] Marcel, Gabriel, Ser y tener, Caparros, Madrid, 2003. p.  82.
[55] Gómez Muller, Alfredo. La cuestión de la legitimidad de la conquista: Las Casas y Sepúlveda. Ediciones del ayuntamiento de Orizaba, Veracruz. 2005. Trad. Jacob Buganza. p. 26.
[56] Ibid. p. 21-23.
[57] Cf. Ibib. p. 30. Leer otro texto. Harrier Beecher Stowe, La cabaña del tío Tom, Mexicanos unidos, México, 1992.
[58] Gómez Muller, Alfredo. La cuestión de la legitimidad de la conquista: Las Casas y Sepúlveda. Op. Cit.     p. 25.
[59] Ibid. p. 48-50.
[60] Dussel, Enrique, Filosofía ética latinoamericana V, Universidad de Santo Tomas, Bogota, 1980. p. 104.
[61] Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, t. III. BAE, Madrid, 1958. p. 60.
[62] Dussel, Enrique, Filosofía ética latinoamericana V. Op. Cit. p. 26.
[63] BARTOLOME DE LAS CASAS, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, BAE, Madrid, t. V, 1958, p. 142.
[64] "La versión cakchiquel de la conquista", en Ibid., p. 104 (texto de las Crónicas indígenas de Guatemala, Ed. Universitaria, Guatemala, 1957).
[65] Portilla León, Miguel, El reverso de la conquista, Relaciones aztecas, mayas e incas. México. 1964, Joaquín Mortiz. p. 98.
[66] "Los testimonios quechuas de la conquista", en El reverso de la conquista, colectado y comentado por M. LEON PORTILLA, Mortiz, México, 1974, p. 141
[67] Dussel, Enrique, Filosofía ética latinoamericana V, Universidad de Santo Tomas, Bogota, 1980. p. 19.
[68] Colección de documentos sobre la Guerra de independencia de México, Hernández y Dávalos, México 1877, P. 73.
[69] Cf.Dussel, Enrique, Filosofía ética latinoamericana V. Op. Cit. p. 138-139.
[70] Ibid. p. 47.
[71] Ibid. p. 48.
[72] Cf. Ibid. p. 138.

[73] Ef. 1, 14.
[74] Dussel, Enrique, Filosofía ética latinoamericana V. Op. Cit. p. 101.
[76]  Magallón Anaya, Mario, Modernidad alternativa: viejos retos y nuevos problemas, Ediciones del ayuntamiento de Orizaba. Orizaba. 2005. p. 63.
[77] Gómez Muller, Alfredo, La cuestión de la legitimidad de la conquista: Las Casas y Sepúlveda, Ediciones del ayuntamiento de Orizaba, Ver, 2005, Trad. de Jacob Buganza, p. 25.
[78] Nietzsche, Federico, Obras completas, Salamanca, 1994.  p. 555.
[79] Platón (2000), VI, 496c-d.
[80] Cf. Marx, Carlos, El capital, FCF, Mexico, 1997, p. 333.
[81] Levinas, Emmanuel, Totalidad e infinito, Sígueme, Salamanca, 2006. p. 58.

[82] Unamuno, Miguel, Del sentimiento trágico de la vida, Alianza, Madrid, 1983, p. 89.
[83] Cf. Aristóteles, Ética eudemia, Losada, Buenos Aires, 2003. p. 142.
[84] Benedicto XVI, carta enciclica, Deus caritas est, (25 de diciembre del 2005). apart. 6. 

2 comentarios:

  1. Bueno pues este articulo nos habla de que la sociedad en cierto punto esta mal ya que los que tienen mayor beneficio son los que tienen mas dinero, son los que tienen mas derechos en la sociedad ya que tienen las posibilidades para tener una buena estabilidad económica y se dice que los pobres tienen que respetar a los ricos, ya que tienen como modelo el dicho de "el respeto al derecho ajeno es la paz" pero lo emplean de una manera errónea y gracias a tanta pobreza que existe es gracias al egoísmo que muchas personas tienen y que para ellos no les importa la sociedad y gracias a ello es que se han perdido muchos valores de la sociedad y comúnmente los problemas se dan entre la clase pobre ya que son los que pelean para tener una mejor estabilidad economica así como en la selva que se pelean entre ellos para ser los gobernantes

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  2. se me hizo un tema muy interesante ya que muchas veces estamos con los ojos vendados y no sabemos lo que tenemos en nuestras manos aunque algunas veces si sabemos y preferimos no hacer o decir nada sobre lo que sabemos por miedo o algo asi
    att: samantha palma solar

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